Vi a Damián avanzar lentamente hacia la casa, con un bolso negro lleno de dinero. Habíamos repasado el plan toda la noche, pero había muchas cosas que podían salir mal. La policía no llegaría hasta dentro de un rato así que esta parte dependía de nosotros, Nick se había quedado esperando en la casa de Lucy.
Yo estaba escondido, y cuando lo vi llegar a la puerta fui hasta la parte de atrás de la casa, hacia la puerta trasera. Con ayuda de la policía habíamos estudiado los planos casa, el plan se basaba en usar a Damián como distracción mientras yo me metía por atrás, atrapándolos hasta que llegara la policía unos minutos después.
Damián me había dado la pistola que tenía en su casa que no tenía intenciones de usar a menos que fuera sumamente necesario, pero que nos serviría para llamar la atención de Marcos.
Llegué hasta la puerta y me metí haciendo el mínimo ruido posible. Una vez dentro seguí el ruido de los murmullos y llegue a la habitación en la que estaban todos reunidos.
Damián estaba en un lado de la habitación, frente a los demás, con las manos levantadas demostrando que estaba desarmado. Lucy estaba atada de pies y manos, las mejillas mojadas por las lágrimas, se la notaba agotada. Marcos estaba a su lado, la tenía agarrada, asegurando que no se moviera; y al otro lado estaba James... Ambos se encontraban armados. Me dolía verlo aquí, fue un golpe duro que mi propio hermano me traicionara de esta manera...
- Yo cumplí con mi parte –dijo Damián. –Aquí tienes el dinero ahora devuélveme a mi hija.
- Fíjate que esté todo –le indicó Marcos a James, quien se acercó y tomó el bolso corroborando su contenido. – Creo que ustedes tendrán una bella charla de padre a hija después de todo esto, ¿no? –dijo riendo.
- Por favor... Déjanos ir, ya tienes lo que querías.
- Tú ya puedes irte... Pero creo que me arrepentí respecto a Lucy... –dijo mirándola de una manera que hizo que me tensara automáticamente. El arma en mis pantalones pesaba más cada segundo.
- ¿Qué... qué quieres decir? –dijo Damián muy confundido, James también lo miró extrañado.
- Bueno... Es que sería una pena dejar ir a semejante mujer –dijo destapándole la boca y besándola duramente. Lucy se retorció tratando de sacárselo de encima y ese fue mi límite.
Salí de donde estaba, apuntando el arma directamente a la cabeza de Marcos.
- ¡SUELTALA! –le grité furioso.
Automáticamente Marcos tomó a Lucy del cuello y la giró, quedando de cara hacia mí con el arma en la sien, usándola para protegerse de mí como si fuera un escudo; y James me apuntó con su arma directo a la cabeza. Damián nos miraba de uno en uno sin saber qué hacer, esperaba que la policía no tardara demasiado.
- Va cayendo gente al baile... –dijo Marcos burlándose, cubriendo la expresión de nervios de un segundo atrás. Mirando a Damián a los ojos continuó: – Creía que te había advertido que vinieras solo...
- Por favor... –le suplicó Lucy, podía ver que estaba temblando como una hoja.
- Santiago por favor, baja el arma –me pidió James. No podía distinguir lo que trataba de decirme con la mirada, pero no le iba a permitir que se preocupara por mí cuando él es el culpable de que estemos todos aquí en primer lugar.
- ¡Tú eres un traidor de mierda, ni se te ocurra dirigirme la palabra! –le dije escupiendo las palabras. – Vamos a ver si eres lo suficientemente hombre como para dispararle a tu hermano.
- No es tan fácil Santi, confía en mí... Tuve que hacerlo por ti.
- ¡¿Qué mierda se supone que significa eso?! –le grité pero un grito me cortó de inmediato.
Marcos había golpeado a Lucy con el mango de la pistola, y la sangre caía por su rostro. La rabia y el miedo me nublaron la vista.
- Lamento interrumpir la terapia familiar, pero yo dije explícitamente que si veía a alguien que no fuera Damián con el dinero, habría consecuencias...
En un segundo que se sintió eterno Marcos derribó a Lucy, tirándola al piso y apuntándole con la pistola. Mis ojos se abrieron con terror y pánico, no sabía qué hacer.
- ¡No tienes que hacer esto, es mi culpa, mátame a mí! ¡Te lo suplico, por favor! –le dijo Damián desesperado.
- Muy tarde para arrepentirse –contestó Marcos.
- ¡¡NO!! –grité con todas mis fuerzas mientras intentaba apuntar el arma en mis manos hacia Marcos sin temblar. Si algo le pasara a Lucy no podría seguir con mi vida.
De repente un escuchamos un disparo y un grito que me heló hasta los huesos. Cerré los ojos como instinto, pero también por miedo a lo que pudiera ver...