Después del desayuno le pedí a Nick que me dejara para poder hablar con mi padre. Seguía exhausta, pero quería terminar con esto cuanto antes. Fui hasta su oficina y golpeé suavemente, hasta que me dejó entrar.
- ¿Podemos hablar?
- Claro Lucy, ¿cómo te sientes?
- Bien... Estoy bien. Pero quería que tengamos de una vez la charla que tanto evitaste tener conmigo.
- Lucy yo... No sé qué fue lo que te dijo Marcos pero yo no quise que salieras lastimada en ningún momento.
- ¿Tú crees que fue justo que me enterara de nuestros problemas por él en vez de por mi padre? ¿Por qué nunca me contaste nada? Y no me vengas con que fue para no preocuparme.
- No quería que te enteraras así, pero tenía vergüenza de mí mismo... Trata de entenderme, cuando tu madre murió fue muy difícil para mí pero debía ser fuerte para ti, eras tan solo un bebé y tenía muchas cosas de las que hacerme cargo. Ahí fue cuando empecé a apostar... Y fue como un escape a tanta tristeza, pero se me fue de las manos...
- Y entonces nos pusiste en peligro y te involucraste con la mierda de Marcos que le pareció lo bastante coherente que yo pagara por tus problemas. Maravilloso –era consciente de que me estaba pasando en la forma en la que le hablaba, pero estaba muy enojada y dolida.
- Dios lo siento tanto... –dijo con la voz rota, al levantar la mirada vi que lloraba, lo cual me impactó porque nunca antes lo había visto llorar así, ni siquiera cuando hablaba de mi madre. – No sé cómo pedirte perdón por todo, hija. Te juro que te lo compensaré y haré lo necesario para mejorar las cosas. Nunca más volverás a estar involucrada en esto.
- Papá... Entiende que me preocupo por ti. Estoy molesta por todo, pero también me preocupa que te metas en estos problemas, tienes que conseguir ayuda... Por favor, déjame ayudarte.
- Esta bien hija, tienes razón –me acerqué a darle un abrazo como hacía mucho tiempo no nos dábamos... Se sintió muy bien, como en casa.
Antes de irme de la oficina una idea se me pasó por la cabeza y me volví a preguntarle:
- ¿Tienes alguna novedad de Marcos? ¿Qué pasará con él?
- Ya no tienes que preocuparte por él, tranquila. Una vez que salga del hospital irá directo a la cárcel, le dieron cinco años allí –asentí y subí a mi cuarto, me sentía extraña no sabía si alegrarme o qué sentir exactamente.
Al día siguiente, al despertar, me quedé en la cama mirando al techo mientras pensaba en lo retorcida que era la historia de mi vida, cuando me llegó un mensaje. Al principio me asusté pero luego recordé que ya todo había pasado y que James, que era el que nos mandaba los mensajes, ya no tenía razones para hacerlo. Solo estaba siendo paranoica, me llevaría un tiempo poder relajarme completamente.
Santi: Hola Lu, pregunta... Iré a ver a mi madre en un rato y me preguntaba si tal vez querías venir conmigo y conocerla.
¡¿Quería que conociera a su madre?! Oh por dios, ya estoy entrando en pánico... O sea por supuesto que quiero, es solo que me pone nerviosa... Qué pasa si no le agrado, o si tal vez se ofende por ir a verla en el hospital, no sé... Es probable que sólo esté exagerando, no podía decirle que no; además me hacía ilusión que me propusiera presentarme a su madre después de todo lo que pasamos y por cómo me habló de ella seguramente es una mujer maravillosa y fuerte.
Santi: ¿Estás ahí? No tienes que ir si no quieres... Está todo bien.
Lu: ¡Por supuesto que te acompañaré! Tuve un momento de pánico jajaja pero me encantaría conocerla.
Santi: Sé que te va a adorar... Paso a buscarte en dos horas, estoy ayudando a mi hermano con unas cosas y luego vamos.
Lu: Okay, te amo...
Santi: También te amo, por eso quiero que conozcas a mi madre ;)
Estaba súper nerviosa. Pero nada más entrar a la habitación nos recibió con una sonrisa enorme. Su nombre era Beth y a pesar del deterioro que provocaba la enfermedad se notaba que era muy hermosa.
- Tú debes ser Lucy, ¿verdad? Mi hijo me ha hablado mucho de ti... –me sonrojé de inmediato pensando en qué le habría dicho de mí, espero que cosas buenas.
Pasamos una hermosa tarde con ella. Era una mujer muy agradable y divertida, nos contó anécdotas vergonzosas de cuando Santi era pequeño de las cuales reímos sin parar mientras él refunfuñaba hacia su madre como un niño enojado y avergonzado.
- Deja de avergonzarme frente a mi novia mamá, por favor... –algo se movió dentro de mí al escucharlo llamarme así frente a su madre.
- Oh vamos... Es la primer chica que me presentas, déjame disfrutar de torturarte un poco –le dijo guiñándome el ojo.
- Me encantaría ver cómo eras de pequeño –le dije a Santi riendo. – Seguro eras un niño muy tierno con esos hermosos ojos verdes.
- Oh sí, era un niño precioso –añadió su madre.
- Ya te mostraré alguna foto luego...
- Sabes... – me dijo Beth tomándome de la mano, emocionada. – Debes sentirte afortunada, nunca había visto a mi hijo mirar a nadie de la forma en la que te mira a ti.
- Mamá, por favor...
- Cállate –lo cortó dándole una mirada de advertencia y volvió a mirarme dulcemente, lo cual me hizo reír. – Hacía mucho que no veía a mi hijo sonreír de esa manera... Gracias por eso.
- Oh, no tienes nada que agradecer... Él también me hace muy feliz –le dije mirando a Santi directo a los ojos.
Cuando terminó el horario de visita me despedí de Beth y salí de la habitación para que Santi pudiera despedirse. Pero antes de terminar de cerrar la puerta escuche parte de lo que su madre le decía:
- Me agrada esta chica Santi... No la cagues o te mato –ambos rieron y se abrazaron. - De verdad creo que es la correcta para ti y me hace muy feliz ver lo feliz que eres con ella.
- Yo también creo que es la correcta, mami...
Con el corazón latiéndome muy fuerte me alejé de la puerta para darles un poco de intimidad y porque si seguía escuchando me pondría a llorar.