—La esperamos el día de mañana señorita Steele—con eso finalizó la llamada.
Casi echo un grito de colegiala enamorada cuando recibí la llamada. ¡Me acaban de dar el empleo!
Y justo me acaban de decir que, si hoy doy el enganche, hoy mismo me entregan el apartamento. Ay dios voy a llorar de la emoción.
—¡Char! —le grité a mi hermana
—¡Qué! —me gritó de vuelta
—¡No griten! —gritó mi madre. La ironía de la vida.
—¡Ven! —grité de todas formas.
A los pocos minutos mi hermana llegó a la sala. Estábamos en la nueva casa de mamá para ayudarla a desempacar cuando entró la llamada.
—Ey bicho, adivina qué—le dije cuando se sentó a mí lado.
—¡Qué no me digas así! —puso los ojos en blanco y después se acomodó—Bueno dime.
—Si nos vamos a ir a ese apartamento—le dije emocionada.
Los ojos le brillaron y sonrió de oreja a oreja. Mi madre apareció de la cocina echa un desastre, con los brazos en forma de jarra, mirándonos.
—Muchas gracias por la ayuda—soltó en sarcasmo.
—Es que me llamaron, me dieron el empleo y también me dijeron que hoy mismo me pueden dar el apartamento—le expliqué aún emocionada.
—¡Ay, hija, que bien! —borró ese enojo de inmediato y se acercó a enredarme en un abrazo—Qué orgullosa estoy de ti.
—Estamos, yo también estoy orgullosa de mi hermanita querida cara de pollo—mi hermana apretó mis mejillas como mi abuela lo hace y la asesiné con la mirada.
Dejé que me abrazara unos segundos, hasta que me cansé de tanto amor y me despegué de ellas. Me miraban con unas grandes sonrisas.
—Después celebraremos esto, ahora ayuden a su pobre madre a desempacar—dijo en tono dramático y nos levantamos del sofá.
Mamá es una mujer muy fuerte, la admiro demasiado. Yo sé que va a lograr salir adelante, además no es de las que se derrumban en la cama a llorar todo el día, ella va a seguir de pie con la cabeza en alto.
No he usado mi celular desde el viernes que fue lo del club/casino. No me han parado de llegar mensajes, llamadas, mensajes de voz de Jace. No he querido ni podido contestar ninguno.
Hablando del rey de Roma. Me acaba de llegar un mensaje suyo en este momento. Lo vi desde la bandeja de notificaciones y abrí los ojos como platos.
Jace
Estoy afuera de tu casa, por favor baja.
Dios, pero que miedo.
No estoy en mi casa, pero si lo estuviera juro que cierro con doble seguro mi ventana y puerta. Ya se ha aparecido así sin avisar, cuando acuerdo ya está en la sala charlando con mi padre.
Suspiré y abrí los mensajes.
¡QUÉ!
Madre mía de la Purísima trinidad.
Casi cincuenta mensajes. Cincuenta malditos mensajes. Por qué hasta ahora me doy cuenta de que es muy...ya no sé cómo describirlo.
No respondí más que el último con un triste y seco "no estoy en mi casa. No tardó ni dos segundos en responder con un "dónde estás, voy por ti" a lo que yo le dije "no".
Desempaqué las pocas cosas que trajo mamá para la decoración. Me parece extraño que muchas cosas no estén aquí pero supongo que después las traerá.
El domingo es de flojera y todos piensan igual. Hoy es un día de flojera pero aun así aquí estoy ordenando la casa. Wow.
Dieron las seis de la tarde y nos despedimos de mamá para regresar a la casa. Tenía que pasar a arreglar lo del apartamento rápido así que llegamos a casa por ahí de las ocho. Cuando bajamos del auto traíamos un helado en mano y casi lo tiro al suelo cuando me dijo una bobada. Me eché a reír al igual que ella.
Charlotte es como todo lo opuesto a mí y aun así nos llevamos tan bien. Bueno, cuando queremos porque si no, estamos peleando hasta más no poder. Abrí la puerta y entramos directamente a la cocina. Cuando salimos de ésta nos quedamos congeladas ahí, con la mirada fija en el sofá, o mejor dicho, la persona que se encuentra en el sofá.
Jace y papá estaban viéndonos fijamente. Charlotte me miró algo confundida, le conté lo que había pasado y digamos que no está muy contenta.
—Blake—mi padre saludó—Charlotte...anda a tu habitación.
La manera en que lo dijo me hirvió la sangre pero no puedo decir nada. Miré a Char a mi lado y asentí con la cabeza. No queriendo, subió a su habitación dejándonos solos.
—¿Se puede saber por qué dejas al chico esperando afuera por cuatro horas? —me reclamó, directo.
Mire a Jace molesta y agachó la mirada—No sabía que vendría.
—Pero si te ha marcado, ¿para qué tienes ese aparatito si no lo usas?
—Estaba ocupada—cortante respondí.
Parece que él es su hijo y no yo. Lo adora incluso más que a mí, lo detesto.
—No es excusa. Así no te eduqué—mi respiración comenzó a agitarse pero intenté estabilizarla.
Siempre usa lo mismo contra mí, es increíble cuánto poder pueden tener unas simples palabras como esas, en mí.
—Lo siento padre, pero ese es un asunto entre él y yo...—dije casi en un susurro.
Cuando se levantó de su asiento, se acercó a mí, sentí que todo a mí al rededor se detenía. Retrocedí pero me tomó del hombro y me obligó a mirarlo.
—No me estás faltando al respeto, ¿o sí? —dijo en un tono muy bajo.
—No...lo siento—murmuré.
—Lo siento señor Steele, no era mi intención molestar—intervino Jace, llamando la atención de mi padre.
—¿Qué ocurre entre ustedes dos chicos? —preguntó de repente.
—No pasó...—intenté decir.
—Tuvimos una discusión.
Lo mire incrédula. Muchas gracias de verdad eh.
—Se puede saber ¿por qué?
—Estábamos celebrando y se fue a beber con otros tipos—le dijo casi como si me acusara de robar un auto.
¿Qué mierda, Jace? No puede cerrar la boca ni un segundo.
—No es verdad—básicamente sí, pero no lo admitiré.
—¿No? —dijo mi padre.
—Solo fui a ver y tomé un trago, después él llegó como loco y me lastimó—dije, esperando que mi papá dejara de verlo como un santo.
Pará mí desgracia solo asintió. Observó mi brazo con las marcas ahora algo moradas y sonrió de lado.
—Supongo que bien merecido lo tenías.
No sé por qué esperé algo distinto. Asentí con la cabeza y deje que me dijera lo mal que me he portado, como si fuese una niña de diez años. Así me sentía, inferior y vulnerable.
***
Hoy es el primer día en la empresa y debo admitir que estoy contenta de ir porque me sirve de distracción.
Cuando entré, me encontré a la misma chica de la otra vez, igual de distraída que aquel día. Me guiaron a la zona de escritorios compartidos y me tocó con una chica llamada Kayla y un chico llamado Christian pero le dicen Crissypissy, sí, algo tonto pero entiendo por qué.
Fueron buena compañía todo el día. Incluso salimos a almorzar juntos y me contaron cuánto llevan ahí y otras cosas. Ellos se fueron a las cinco pero yo me quedé un rato más, el primer día solo era para mí porque había cientos de cosas que hacer.
Debía presentar ideas y un par de cosas más. Tengo que entregarlas a la jefa del departamento para que me considere en proyectos futuros.
Me distraje un segundo y volteé a los lados. No había muchos en este lado, solo unos cuantos, pero uno llamó mi atención. Asher estaba ahí haciendo una llamada, se notaba algo irritado.
Cuando colgó, miró a todos lados como si ocultara algo y agaché la mirada fingiendo que no lo vi. Concentrada en mi trabajo, ajá.
Levanté la mirada y vi como comenzó a caminar hacia un pasillo que es solo para personal autorizado.
No soy personal autorizado.
¿Me impide eso ir a ver?
Si.
Definitivamente no.
Me levanté de mi escritorio y lo seguí disimuladamente. Tengo claro que lo que sea que esté haciendo no me concierne pero desde que escuché esa conversación en el café aquel día, lo que sea que tramen me concierne.
Pasó por un pasillo y entró en un cuarto de limpieza. Obviamente no soy tan estúpida como para entrar así porque sí. Me fije en el techo a ver si había alguna clase de cámara y obviamente la hay. Continué caminando como si me hubiese perdido y saqué mi móvil.
Me quedé en una esquina donde sé que la cámara no alcanza a llegar, si estoy en lo correcto, y no es solo porque veo demasiadas películas, ahí dentro no es un cuarto de limpieza normal. En realidad me esperaba que saliera con un trapeador en la mano y no pasara nada sospechoso pero nunca salió. Tenía que buscar una excusa para entrar ahí.
Revisé todos lados y encontré una lata de refresco sobre un bote de basura. Seguro que aún tenía. Me acerqué y fingí torpeza, bueno, básicamente creí que la fingía pero en definitiva hice un desastre. No solo manché el suelo sino que también mis zapatos.
Resoplé y me dirigí al cuarto de limpieza. Al abrirlo no encontré nada raro pero cuando cerré la puerta detrás de mí y encendí la luz vi que había algo raro con el suelo. Me agaché y era algo así como una puertita en el suelo.
Me siento como en una película de espías.
Solo que ahí todo es fácil, aquí fácil te mueres, y por bruta.
Abrí la pequeña puertita pero en eso escuché pasos por lo que la cerré rápidamente, poniéndome de pie. Abrí la puerta con cara de molestia y en frente de mí estaba Louis, viéndome con una ceja enarcada.
—¿Qué haces aquí? —en tono sospechoso me preguntó.
—Se me ha caído un refresco que ni siquiera era mío y me he ensuciado los zapatos—dije enojada—Son mis tenis favoritos.
—¿Pero qué hacías aquí en primer lugar? ¿Qué no sabes leer?
—Bueno, te recuerdo que es mi primer día y buscaba el baño, me perdí y solo a mí me pasan estas tragedias—mentí y para mi sorpresa sonó bastante creíble.
—Cierto...los baños están por allá—señaló el lugar—Y ya no te pierdas.
—Oh por dios, mágicamente ahora ya no siento la necesidad de perderme, muchas gracias—respondo en ironía.
Soltó una risita y me despedí. Ahora sé que no es una empresa normal, hay un sótano todo raro debajo de un cuarto de limpieza. Que originales. Yo lo hubiese puesto en la oficina del jefe, aunque no se quien sea ese. En las imágenes de la empresa solo salen los empleados y en la mayoría sale...Louis.
¿Será? ¿Acabo de hablarle con sarcasmo a mi jefe? Uy...
Cuando llegué a casa las ganas de ya irme de ahí fueron muy notorias porque ya estaba la mudanza ahí. Mientras yo estaba en el trabajo, Anne, la mucama me ayudó a empacar mis cosas con ayuda del personal. Así que ahora solo quedaba mandarlas al apartamento. Charlotte llega más tarde de la escuela así que le dije que nos veíamos allá.
Papá no estaba en casa, por lo que fue mucho más fácil irme de ahí. Le dejé una simple nota en la mesa y me subí al auto. Tardamos casi dos horas en bajar, meter cosas al apartamento y esas cosas, pero al final todo quedó dentro, hecho un desorden pero dentro.
—Gracias.
El señor asintió, se fue de ahí. Cerré la puerta y vi todas las cajas ahí en el centro de lo que será la sala, una sobre otra. Solo son cosas de la habitación, otras son cosas que mamá me regaló, me esmeré en acomodar lo más que pude hasta que quedé exhausta. Me tumbé en mi cama y en eso la puerta principal se abrió.
—¡Ya llegué! —avisó
No respondí. Ya estaba la mayor parte de mi cuarto acomodada, aún faltaban unas cosas pero ya estaba casi listo. En cuanto al de Charlotte, ese estaba pobre, solo estaba su cama y sus muebles dentro. Me dio flojera ayudarle a meter algo.
—Gracias por el apoyo eh—me dijo al entrar en mi cuarto.
—Shh—estaba con los ojos cerrados—no hables de que me duele la cabeza
—Ugh...descansa pues.
Salió de la habitación y me dejó sola. Me acomodé para dormir pero mi celular comenzó a sonar. Enojada lo tomé sin ver la pantalla y respondí.
—¿Qué?
—Primero que nada, hola, querida amiga del alma.
—Lo siento... ¿Qué pasa?
—¿Es verdad?
—Contexto
—¿Terminaste con el idiota ese?
Oh...suspiré y hablé—Eso creo.
—¡Lo sabía! ¡Te lo dije! —gritó y casi me revienta un tímpano—¡Al fin!
—¿Cómo te has enterado?
—Bueno ya que mi mejor amiga no se dignó a contarme, lo deduje porque me marcó como diez veces preguntando dónde estabas y lo obligué a decirme que había pasado—explicó—obviamente omitió detalles que quiero que me cuentes tu.
Y ya le conté todo lo que pasó. Pasó por distintas facetas:
—¡Cómo!
—¡Ese idiota cara de rábano!
—¿El chico guapo te salvó?
—¡Los tres!
—Voy para allá
—Ese mal parido...
Y así durante todo el relato de mi trágica historia. Ahora que no estamos juntos veo lo mal que hice en dejarme enredar por él. Supongo que le ahorré el desgaste a Amanda...
Ahora solo quiero descansar... Mañana debo saber qué hay en esa pequeña puertita.
Editado: 01.03.2022