- ¿Como te encuentras?. - Escuché nada más abrir mis ojos y observé a mi alrededor sin saber quién era, ni donde me encontraba. Me incorporé mirando entonces a un hombre a mi lado.
- ¿Quien soy?. - Le pregunté y el hombre soltó una revista en un cajón y me miró.
- ¿No recuerdas quién eres?. - Se dirigió a mi al tiempo que se me acercó.
- No, no lo recuerdo, ¿pero usted?. - Se sentó a mi lado en la cama.
- Tampoco lo sé, pero te ayudaré. - Después se presentó. - Me llamo Kevin.
- Yo... - Callé al no saber mi nombre y se me quedó mirando con una corta sonrisa.
- Te llamaré Bella.
- ¿Bella?. - Pregunté y me asintió.
- Por lo bella que eres. - Me dijo entonces.
- Gracias. - Le agradecí con una leve sonrisa y me miré la mano vendada. - ¿Que me pasó?. - Pregunté mirando al hombre junto a mi.
- Te lanzaste contra mi coche. - Me contó sonriendo luego. - Nunca antes me cayó tanta belleza encima.
- ¿Ya te has despertado?. - Escuché y al mirar ví a una mujer mayor que entró en el dormitorio.
- Si. - Solo dije y miré a Kevin. Él se levantó acercándose a ella.
- Bella, te presento a mi abuela.
- Hola. - Dije levantándome de la cama y me incliné para ella con respeto.
- Muchacha, no se incline. - Me habló la mujer que se me acercó. - ¿Te apetece comer algo?. - Me preguntó luego con una agradable sonrisa, dándome la sensación de que tenía a alguien que me miraba de esa forma.
- Gracias, abuela. - Le respondí y ella se acercó a su nieto.
- Dale ropa limpia para que se arregle.
- Claro, abuela. - Le respondió Kevin. Después la mujer se marchó y él se me acercó. - Te traeré algo limpio.
- Gracias. - Respondí y se marchó quedándome sola en el dormitorio. Caminé entonces para un mueble, observando mi reflejo en un espejo sobre él. Tenía un golpe en la cabeza, mi mirada se nubló viéndome con ropa de hospital y con un golpe parecido en la cabeza.
- Hija. - Escuché a mis espaldas, dándome la vuelta ví a una elegante mujer que se me acercó. - Kevin me a dicho que no recuerdas nada. - Me habló luego agarrando mis manos, tenía la impresión de que la había visto antes.
- Kevin me ayudará a buscar a mi familia.
- Mientras tanto quiero que pienses que nosotros somos tu familia. - Me habló apretando mis manos con calidez.
- Claro... - Contesté y ella sonrió.
- Mamá. - La llamó Kevin que entró con algo de ropa y ella me soltó mirándolo. - La abuela te busca.
- ¿Que querrá ahora mi madre?. - Se preguntó la mujer que después me miró. - Estoy muy contenta de tenerte en casa, Daniela.
- ¿Daniela?. - Repetí sorprendida mirándola.
- Perdona a mi madrastra, aveces no sabe lo que dice. - Me habló Kevin que agarró a su madre. - Ve con la abuela.
- Me voy pero no me llames más madrastra, soy tu madre. - Le regañó la mujer mientras Kevin la guiaba para la puerta.
- Tu madre es muy simpática. - Le comenté cuando nos quedamos solos.
- Perdónala de nuevo. - Me pidió y negué.
- No te preocupes. ¿Pero, quien es Daniela?. - Pregunté curiosa. Kevin se me acercó y sonreí incómoda.
- Su hija mayor, ella no quiere saber nada de mi madre. - Me contó agarrando mis manos. - Me gustaría tanto conocerla.
- Lo lamento por tu madre. - Dije apenada. - Ojalá consiga que su hija la perdone.
- Sus hijos. - Me corrigió soltando mís manos. - Puedes darte un baño. - Me indicó después señalándo la puerta del baño que había en el dormitorio. Le asentí agradecida.
- Gracias por todo.
- Gracias a ti por estar aquí. - Me respondió y se marchó dejándome sola y extrañada en el dormitorio.
Me observé en el espejo del cuarto de baño, viendo que tenía una cicatriz en el abdomen.
- Bella. - Me llamaron desde el dormitorio. Me coloqué el albornoz y salí del cuarto de baño, viendo allí a la madre de Kevin. - ¿Ya te has duchado?. - Me preguntó aunque era obvio.
- Si, señora. - Contesté y ella sonrió. - Creo que puedo tener un hijo. - Me atreví a decir. - Tengo una cicatriz que podría ser...
- Mejor no te hagas ilusiones. - Me interrumpió. - Hemos decidido que te vengas con nosotros al extranjero.
- Pero Kevin buscará a mi familia. - Me dirigí a ella y se me acercó tomando mis manos.
- Mientras lo hace podrías viajar con nosotros. - Inquirió. - Kevin es un gran actor de películas de terror.
- Señora...
- Llámame mamá. - Me soltó de pronto y me quedé sin saber que decirle.
- Yo prefiero llamarla por su nombre o señora. - Respondí escuchando entonces.
- Sandra. - La madre de Kevin me soltó las manos y se dio la vuelta.
- Madre. - Habló entonces la señora, de nombre Sandra. - ¿Ocurre algo?.
- Mi hijo te está llamando por teléfono. - Se dirigió la abuela a ella.
- Mi amor. - Dijo Sandra y me miró. - Mañana mi hijo Kevin te llevará al hospital, nuestro doctor te hará un chequeo más profundo.
- Hija. - Pronunció la abuela acercándose a ella y la señora Sandra la miró.
- Si, mamá. - Masculló Sandra que miró a su madre.
Caminaba por la mansión cuando me encontré con Kevin que se fumaba un cigarro en el jardín.
- Hola. - Lo saludé y Kevin me miró con una sonrisa.