Mientras que todos vitoreaban a los caballeros participantes en la justa, Brielle, se encontraba paseando por las grandes carpas, en compañía de su fiel dama. Euphemia, cuando unos extraños sonidos llegaron hasta sus canales auditivos, despertando la curiosidad de la joven.
– Mi Lady creo que deberíamos de regresar con los demás. – expresó con preocupación la dama de la joven.
Sin prestarle mucha atención a las palabras de su dama de compañía, Brielle se adentró en la carpa, en una de las zonas mas alejadas de la entrada se desarrollaba ante los ojos de la joven una vulgar escena. Euphemia, quien se encontraba a unos cuantos pasos detrás de la joven, gritó conmocionada ante la escena que sus grandes ojos de ciervo presenciaban. Su grito causo que ambos jóvenes se separaran de inmediato e intentaran cubrir su desnudez con la manta más cercana a ellos.
El sonido de unas manos chocando entre sí, hizo que la conmoción desapareciera del ambiente, dando paso a la burlesca sonrisa de la joven Bronté.
– Joven Auderic, debemos dejar de vernos en tales condiciones. – expresó la joven Bronté con fingida pena.
– Ciannait querida, retírate. – la mujer recogió sus prendas y con la manta aun envolviendo su cuerpo, realizó una reverencia y con la mirada gacha salió apresurada de la carpa.
– Euphemia, espérame afuera. – la mujer con cierta duda salió de la carpa, dejando a solas a ambos jóvenes.
Brielle, retiró los guantes que apresaban sus delicados dedos y observó con añoranza la desnudez del joven frente a ella. La joven Bronté aun recordaba las travesuras que había echo con el joven Auderic, durante sus visitas clandestinas a la montaña Iorwerth. Se habían encontrado en Imlandris, la capital de Iorwerth, donde ambos jóvenes tuvieron más de un encuentro pasional, pero lamentablemente todo terminó en la casa de los besos, cuando las malas lenguas llevaron los rumores al Lord Luell. Temiendo por las consecuencias que enfrentaría por sus actos, la joven escapó la misma noche que el Lord exigió la presencia del joven Auderic en la sala del trono. Brielle se aseguró de que no quedara rastro de su existencia en tierras enemigas, pero no todo terminó como esperaba, unos guardias de la casa Lormon notaron las escapadas clandestinas de la joven hacia la montaña Kalon, no tuvo más opción que recurrir al único de sus hermanos mayores que no era un desastre. Ariun Bronté, quien solo aceptó ayudarla a cambio de un favor. Unos meses después, Brielle ayudó a su hermano a escapar de Velour con su enamorado, Soren Auderic. El hijo menor de la casa Morell.
Marlon sujetó la nuca de Brielle y la pego a su cuerpo. El aire se volvió pesado y la temperatura de la habitación aumentó de grados. La joven Bronté, sintió como ya una conocida electricidad recorría su piel, desde su nuca hasta la parte mas sensible de su cuerpo.
– Hubo un tiempo en donde nuestras casas estuvieron unidas, mi Lady. – Marlon dejó suaves caricias sobre la pequeña cintura de la joven Bronté.
– Un Lormon y una Morell, eso jamás volverá a suceder, joven Auderic. – el deseo se reflejó en los ojos de ambos jóvenes. Quienes se miraban anhelantes.
– La sangre es espesa, mi Lady. Y no hay una mas espesa que la de un Morell y la de un Lormon. – sus labios se rosaban tras cada palabra pronunciada.
– ¿Se casará con una de mis hermanas joven Auderic? – Brielle sintió como cada parte de su cuerpo deseaba volver a ser tocada por el hombre frente a ella.
– Es a usted mi Lady a quien deseo ver sobre mi cama. – el joven Auderic, sintió deseo de probar otra vez la suavidad de la piel de la joven Bronté.
Marlon, retiró la manga del vestido de Brielle. Beso la comisura de sus labios y desde allí repartió besos hasta llegar a su cuello y hombro, donde dio pequeñas mordidas que hicieron suspirar de placer a la joven Bronté.
– Mi padre nunca permitirá tal atrocidad. – Marlon sonrió, era una sonrisa traviesa, una sonrisa llena de misterio que prometía grandes acontecimientos, acontecimientos cuyos actos tendrían graves consecuencias.
Preocupada por el largo tiempo que había transcurrido. Euphemia, ingresó nuevamente a la carpa encontrándose con una situación inesperada. Una de las manos del joven auderic se encontraba en el cuello de la joven Bronté, mientras que la otra se encontraba en su cintura y su cabeza se encontraba en la unión del cuello y el hombro, besando y mordisqueando la suave piel de la joven. Mientras que una de las manos de la joven Bronté se encontraba en la nuca del joven Auderic y la otra se encontraba en su espalda, temiendo caer al duro suelo de tierra.
– Mi Lady. – Euphemia pronunció con dificultad las palabras, temiendo por la virtud de la joven Bronté.
Ambos jóvenes se detuvieron, el deseo y la lujuria abrazaban sus gemas. La joven Bronté, disfrutó la hermosa vista que los jades del joven Auderic le ofrecían.
Mientras que la joven Bronté llevaba el cabello de oro y ojos de color esmeralda, el joven Auderic llevaba el cabello tan oscuro como la noche y ojos rasgados de color jade. Marlon arreglo el vestido de la joven, acerco sus labios hacia su oído y dejo allí una suave mordida.
– Disfrute la justa, mi Lady. – le susurró al oído.
Brielle, se retiró de la carpa con la respiración agitada, arreglando su cabello y cubriendo la parte del cuello que Marlon había besado, temiendo que el joven Auderic haya dejado alguna marca sobre su piel. Minutos después de que Brielle llegara junto a sus padres y ocupara su lugar correspondiente, Marlon atrajo las miradas de todos cuando ingresó al lugar donde se encontraban las cuatro casas, ocupó su lugar junto a su padre, y en varias ocasiones su mirada se desvió hacia la joven Bronté, acto que no pasó desapercibido para ninguna de las casas.