Daphne, Hermosa Obsesión

11

🥀 Capítulo 11 🥀

Mal día

James

« Minutos antes

No estaba teniendo un gran día de acuerdo. Tenía resaca, mi cabeza iba a explotar, se me ocurrió ir de fiesta con mis amigos anoche sabiendo que al día siguiente tenía una gran carga de trabajo.

Me quedé dormido unos minutos más y ahora iba tarde para recibir a la nueva modelo.

Mi padre se retiró del negocio de la moda y me dejó a cargo como hijo único, tenía que mantener el nombre de la empresa en alto, era una gran responsabilidad.

Freno bruscamente al ver el semáforo en rojo, el auto de atrás golpea al mío.

«Esto no puede ser»

Bajo de mi auto para revisar el daño, la dueña del auto que me chocó también sale.

—¡Que no pudiste ver el semáforo! —parecía furiosa.

—Y tú que no pudiste frenar a una distancia considerable, si sabías que estaba en rojo porque golpeaste a mi auto.

—No es mi culpa que vayas distraído —ella tampoco vio el semáforo, intenta llevarme a la defensiva.

—Pues tampoco es mi culpa —vi el golpe, mierda si es considerable.

Yo no tenía problema en enviar mi auto al taller, pero ella.

—No puede ser, dudo que el seguro cubra ese golpe.

—Eso te pasa por ir distraída.

—¡Agh! —enfureció más, subió a su coche dispuesta a irse.

—Oye, me tienes que pagar el golpe —golpee su ventanilla.

—Yo no te voy a pagar nada.

—Claro que sí, tú lo ocasionaste.

—Se ve que eres rico, no necesitas que yo te pague el golpe, cagas dinero.

—Aunque sea rico, debes pagar lo que me debes.

—Yo no te debo nada, ahora hazte a un lado si no quieres acabar en el hospital.

—Yo que tú no haría eso —crucé los brazos y le di una sonrisa lobuna.

La despistada encendió el coche y arrancó casi atropellándome. No tuve más opción que subirme a mi auto abollado y llegar a la oficina.

Todos los trabajadores me tienen miedo, me comporto de una manera fría frente a mis trabajadores, eso provoca miedo en ellos, soy muy malhumorado y es raro verme de buen humor.

—¡Daniela! —llame a mi asistente.

—Señor Miller, la modelo está dentro de su oficina esperándolo.

—Te dije que la hicieras esperar afuera.

—Ella no quiso.

¿Quién se cree ella?

Entre a mi oficina, estaba sentada en mi silla mirando el ventanal

—¿Qué hace usted aquí? —Mi voz suena autoritaria.

Ella se da la vuelta, mi sangre se va de mi rostro, nunca me imaginé volver a verla.

Daphne

—Hola Miller.

—¿Qué haces aquí?

Su presencia sacude todo mi ser. No es que la haya extrañado solo que me causó tanto daño en el pasado que ahora volverla a ver me hace recordar por lo que pase después de su engaño.

¿Han pasado por la sensación de que después de amar a una persona y entregarle todo su amor a ella, y que cuando ésta se vaya, su amor se vaya con ella? Pues eso sentí. Daphne me causo tanto daño, le entregué todo mi amor que después que ella se fue, no pude ser capaz de enamorarme de alguien más. Pues así lo percibí.

No quería que me notará débil o que su presencia me incómoda, Daphne se levanta de mi asiento y camina hacia mí, no quiero que se me acerque.

—Mi agencia me envió para trabajar para aquí y pues aquí estoy. Quién diría que el destino nos volvería a juntar Miller.

Maldito destino

Después de la ruptura, entendí porque me llamaba Miller, solo le importaba mi apellido.

Deje mis problemas personales y amorosos a un lado, quizás como empleada sea diferente.

«Por Dios, es Daphne»

—Bien, firmaremos contrato —me senté en mi silla y ella tomó asiento delante de mí.

Daniela entró con el contacto en mano, Daphne lo leyó y después lo firmó. Daphne no había cambiado en nada, seguía teniendo esa mirada verdosa que cautivaba con solo verla, pero que si la analizas a fondo, verás su verdadera cara, maldad, arrogancia, narcisismo y superficialidad, muy ella. Sus labios iban de color rojo, su color favorito, lucía igual que hace cuatro años, cabello rubio, nariz respingada, mandíbula definida, labios carnosos. Daphne tenía motivos para sentirse hermosa. Y cualquiera que la viera se cautivará al verla.

Daphne le entregó los documentos a Daniela y le sonrió amable —o eso pareció mostrar—, se levantó de su asiento y yo hice lo mismo.




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