Dara: La MÚsica Del Demonio

◈ Episodio 67

DE DARA

Me hundí en la oscuridad absoluta. En un lugar donde nada debería existir. Al menos, no para un ser humano. Y, sin embargo, algo estaba allí. Unos contornos, una forma sólida. Algo que podía tocar. Y me aferré desesperadamente a esa pequeña chispa de existencia.

Pero cada vez que intentaba apoyarme en algo, desaparecía bajo mis pies. No había suelo en el sentido habitual, ni gravedad estable. Estaba en un estado de ingravidez, aunque ciertas fuerzas de atracción aún actuaban. Pero la verdadera pregunta no era esa: ¿quién era yo en este momento? ¿Qué era yo?

Un cuerpo incompleto. Un alma incompleta. Un cúmulo de recuerdos sobre una vida pasada. Sobre la que alguna vez fui.

Intenté avanzar. No te detengas, Dara. No te rindas. Las superficies sólidas aparecían y desaparecían bajo leyes impredecibles. Mi cabeza empezó a dar vueltas y sentí náuseas. Pero luego comprendí que no tenía estómago. La náusea se desvaneció. Tampoco respiraba… Entonces, ¿qué era yo?

Un poco de ojos — podía distinguir algunas sombras. Un poco de oídos — escuchaba un silencio hueco y vibrante. Y un poco de tacto — aún podía sentir. ¡Adelante, Dara!

Hubiera dado cualquier cosa por que algo aquí se moviera. Que al menos alguien diera señales de vida. Hasta me habría alegrado de ver a ese maldito demonio, pero él tampoco estaba.
¿Qué era este lugar? ¿Podría salir de aquí alguna vez?

De repente, una ola de desesperación envolvió mi alma. Nunca podré salir... Solté un grito, pero fue como gritar en una almohada. Sin embargo, la oscuridad a mi alrededor se agitó. Me pareció ver algo. ¡Allí, adelante! ¡Sí! Empecé a arrastrarme hacia esa dirección, porque caminar aquí era imposible.

Fue entonces cuando lo sentí: me estaba desvaneciendo. Mi existencia, mi memoria, mi conciencia... se filtraban como arena entre los dedos. Y lo único que quedaba vivo dentro de mí, un débil destello de conciencia, se estaba apagando lentamente.

Me arrastré más rápido. Con todas mis fuerzas. Ahora estaba segura de que había algo allí. Era un monolito. Tan negro, que incluso en la oscuridad, destacaba.

¿Cómo había llegado a esto? Hace solo unas semanas, llevaba una vida normal, preocupada por el dinero y el trabajo. ¡Qué ridículos parecían ahora mis problemas!

¿Acaso todo ocurrió porque quise salir de mi situación y alcanzar algo más grande?
¿Vender mi alma sin siquiera darme cuenta?

Pero entonces, ¿dónde estaba la oportunidad de disfrutar ese éxito? ¿De gastar ese dinero...? Este universo no tiene sentido. Y mucho menos para mí. Para un alma joven.

Cuando finalmente llegué al monolito, sentí algo. No lo llamaría una presencia viva… pero sí una fuerza. Algo poderoso estaba oculto aquí.

"Ayúdame", intenté decir, pero no tenía voz. Intenté recordar mi nombre. Y me di cuenta de que se había desvanecido de mi memoria. ¡Mi propio nombre! Ese que un humano recuerda siempre, en cualquier estado. Borracho, drogado… Un terror indescriptible llenó lo que quedaba de mi ser. Y ya ni siquiera podía gritar...




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