Dareph

Capítulo 8.-

Daren caminaba de un lado a otro por el jardín, pensando. 

No era la primera vez que tenía que ver a Seph en una cama, inconsciente, sin embargo, nunca en su vida había sido capaz de dañar de esa manera cruel a su mejor amigo. Ni siquiera en los entrenamientos, en dónde se suponía que debían usar todas sus habilidades, salían tan mal heridos. 

Un poco más y todo hubiera sido demasiado tarde. 

Tal vez un minuto más y su castigo por herir a un compañero del escuadrón sería el destierro. 

—El poder de protección que habían en esa daga fue demasiado para el cuerpo de Seph, Daren —le había dicho Calem en el pasillo. —Es probable que su fuerza no sea la misma de antes. 

—Entiendo… —Fue lo único que pudo decir Daren. 

No sabía cómo se sentía con exactitud. 

—Al estar expuesto al poder de la luna hizo que su alma se perdiera en el limbo —le explicó Calem. —Y no solo eso, un poco más en ese lugar y las consecuencias hubieran sido fatales, no solo para Seph sino también para el mundo, Celesty puede protegerse, pero los demás no. —se quedó callado un momento antes de decir: —Tal vez la oscuridad hubiera arrastrado el alma de Seph a un lugar terrible. 

Daren dejó salir un suspiro. 

—Tranquilo… —Calem trató de calmarlo, Daren frunció el ceño al notar lo ridículo que le había parecido aquel comentario. —No perdiste la esperanza de que Seph volvería y está bien, aunque ahora sus recuerdos parecen estar un poco descontrolados y quizás no pueda ser el mismo ángel de antes, pero solo será cuestión de días para que pueda seguir luchando a tu lado, si eso es lo que te preocupa. 

—Me alegra —dijo Daren sin inmutarse. 

Hizo el ademán de decir algo más, pero al ver la expresión de Calem se quedó callado. 

La había visto antes en el rostro de su mejor amigo cuando trataba de ocultar algo muy importante, sabía lo que eso significaba y nunca eran cosas buenas. 

Daren pudo ver que los ojos grises de Calem, por un breve instante, se apagaron dejando pasó un color negro intenso, un cambió muy drástico para alguien con el don de la tranquilidad. 

—¿Algo que quieras decirme, Calem? —Daren arqueó la ceja. 

Calem no respondió al momento, se quedó pensando en sí debía o no decirlo lo que estaba sucediendo, nada de lo que tenía que contar le iba a gustar a Daren. 

—¿Qué es? —Exigió saber. 

—Sé que tú y Seph han sido muy buenos amigos desde hace tiempo y la verdad es que… —se detuvo, Calem no estaba preparado para lo que Daren fuera hacer después de saberlo. 

—¡Dímelo ya! —gritó Daren perdiendo la paciencia. 

Calem desvió la mirada, no le gustaba lo impaciente que era Daren, pero a pesar de todo se mantenía tranquilo. 

Sí era capaz de controlar las emociones ajenas también creía que podía hacerlo con las suyas. 

—¿Y bien…? 

—Zadkiel se ha reunido con el rey —comenzó Calem. —El comandante mandó llamar a los miembros del consejo… —dejó salir un suspiro. —Esto se está saliendo de control, Daren. —está vez Calem señaló a Daren con el dedo. —Conoces las reglas no puedes ir por la vida atacando a los tuyos, te pueden acusar de traición y lo sabes —Daren se tensó al escuchar eso. —El destierro no debe preocuparte sino esas cosas de allá afuera. 

—No pueden hacer eso —le aseguró Daren con una media sonrisa. —Soy uno de los mejores guerreros de Celesty y lo saben perfectamente…. —Calem lo miró. —Además, deberían dejar de perder el tiempo —Daren negó con la cabeza. —Olvídalo, Calem —dejó salir el aire que estaba conteniendo. —Simplemente no pueden hacerlo —quería estar seguro de esas palabras, pero de algún modo no sabía qué creer. 

Se dio media vuelta, dándole la espalda a Calem y comenzó a caminar, no sabía a dónde ir, ya que su único lugar seguro estaba descansando. 

Calem miró a Daren irse, un poco confundido. 

—Alguien de aquí no parece tener un buen humor —aquella broma hizo a Daren volver a la realidad. 

No se había percatado de la presencia de Yue en ese lugar, el ángel que menos quería ver en ese momento. 

Daren se había sentido en una de las bancas de madera que se encontraba en el jardín, con la intención de relajar un poco la mente, pero al parecer su día se ponía de mal en peor. 

Necesitaba con urgencias olvidar todos sus problemas y estando Yue ahí, eso no le ayudaba en nada. 

—¿Qué quieres, Yue? —preguntó Daren, fastidiado. 

—¿Así le hablas a la chica que te dio su arma y protección? —Contestó Yue de lo más ofendida. 

—No estoy de humor… —musitó Daren. —Te sugiero que te vayas y me dejes solo. 

—Oh, vamos, Daren… —Una sonrisa inocente se dibujó en el rostro de Yue, mientras se acercaba a él. —Hay que divertirnos un poco —quiso poner su mano en el brazo de Daren, pero este lo apartó de inmediato. —Hay que festejar que has podido matar a esa cosa, ¿o acaso es que…? —Yue lo miró con una sorpresa en su rostro. —No me digas… —Yue puso una mano en su pecho. —No pudiste matar a esa criatura y te sientes muy mal porque eres uno de los mejores guerreros y no fuiste capaz de destruirla —negó con la cabeza. —Necesitas un poco de consuelo y yo podría dártelo —Yue sonrió. 




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