Dareph

Capítulo 9.-

Las voces del consejo se pueden oír del otro lado de la puerta, Daren, quién había estado alterado por los previos sucesos de hace días estaba a nada de entrar, cuando reconoció la voz del comandante. 

—No voy a negar que es uno de los mejores guerreros que hemos tenido en el escuadrón, pero no deja de comportarse como si fuese un ser de oscuridad —pudo notar la molestia en su voz. 

Daren frunció el ceño. 

¿Cómo es que era capaz de compararlo con un espectro? 

¿Cómo es que tenía el descaro de siquiera pensarlo? 

Las criaturas de la oscuridad no tenían corazón, no tenían piedad, no tenían el más mínimo remordimiento cuando se trataba de matar. Nada de ellas era algo bueno. Lo único que las mantenía en pie era ese odio hacía los demás, hacía las personas, ese deseo de destruir todo aquello que ellos pudieran considerar una amenaza o algunas veces solo lo hacían por diversión. 

Daren esperaba al menos escuchar alguna otra clase de insulto, una queja por su comportamiento, pero Zadkiel solo se limitó a decir tal barbaridad. Menospreciar sus habilidades como guerrero, subestimar lo bueno que era y no solo en una batalla. 

En cada campamento, en cada entrenamiento era lo mismo, siempre lo llegaba a comparar con sus compañeros y ahora, hacerlo con un espectro, eso sí que era ir demasiado lejos, incluso para un ángel de su nivel. 

—No sé si no te has dado cuenta, Zadkiel, pero ese chico no es un espectro —Daren no fue capaz de reconocer esa voz, sin duda, era alguien del consejo —No es un monstruo.

Para estar ahí, escuchando a escondidas sí que estaba de acuerdo con el desconocido. 

Aunque Daren conocía a cada uno de los miembros del consejo, no lograba darse cuenta de quién se trataba. 

Un ángel sin importancia como muchos otros. 

—Es un ángel —claro, ¿cómo había podido olvidarlo? Se trataba del más anciano del grupo cuya apariencia seguía joven y habilidades muy diferentes a las que todo ángel conocía, quién sabía a la perfección la historia antigua. Aquella batalla de los caídos, de los ya conocidos arcángeles. En su tiempo, tuvo el valor de explorar el mundo de los mortales e incluso era uno de los pocos sobrevivientes de Yukhal. —Uno muy distinto o es que… ¿Ya has olvidado a su padre? 

—¿Cómo olvidarlo? —Bufó Zadkiel. —Igual de arrogante que él. 

Daren se preguntó sí sería de mala educación seguir escuchando aquella conversación y como estaba muy interesado en lo que sea que estuvieran a punto de decir los superiores de su padre, se quedó quieto, sin hacer el más mínimo ruido. 

Quería saber hasta dónde iba a llegar esa plática. 

Quería saber qué demonios estaban ocultando. 

No todos los días se hacía mención de aquel ser que lo abandonó. 

—Como sea —continuó Zadkiel con fastidio. —Daren tiene que irse. 

—¿Irse? ¿A dónde? ¿Al otro palacio? —preguntó el anciano. —Solo porque tú lo dices, Zad. 

—Él no puede estar aquí, ¿acaso es que están ciegos? —Zadkiel parecía harto de tener la misma conversación siempre. —¿Por qué siempre tengo que ser yo quién les abra los malditos ojos? Él es… —Justo en ese momento, sus palabras fueron interrumpidas por la voz de Akhiel, éste se recargó en la pared y miró a Daren con burla. —¿Vas a seguir escuchando o vas a entrar? 

Daren maldijo por lo bajo al no haber sido capaz de escuchar lo que Zadkiel había dicho, se había olvidado de la presencia de Akhiel y eso sí lo puso de muy mal humor. 

—Y aquí está de nuevo, Akhiel, el ángel que siempre tiene que arruinar todo —musitó Daren, negó con la cabeza antes de entrar a la sala. No es que no estuviera ansioso por estar dentro de la estancia, rodeado de ángeles superiores y uno que otro intruso como Akhiel, sino que ya ninguno iba a decir nada relacionado con su padre. 

Había pasado un tiempo desde la última vez que supo de él y ahora qué podía saber más, alguien tuvo que arruinarlo y el único ángel que sabía sobre ello, su historia, lo odiaba tanto que en varias ocasiones intentó deshacerse de él. 

Daren miró con curiosidad a su alrededor, al menos unos cuatro ángeles de alto rango se encontraban observando sus pasos sin ningún interés aparente. 

En el pasado, ya había sido reunido con ellos y ahora que había crecido se seguía sintiendo intimidado, sin embargo, no lo demostraba. 

Se dio cuenta del cansancio en el rostro de Zadkiel, sus ojos color avellana eran tan expresivos como él. 

—Oh, por favor —Daren pasó su vista a cada uno de los presentes. —No se detengan. La charla parecía muy interesante —Al pronunciar la última palabra miró a Zadkiel. Podría fácilmente reclamarle el hecho de haberlo comparado con un espectro o por haber nombrado a su padre en su ausencia. Le había suplicado hace unos años que le hablará sobre él, quería respuestas a muchas de sus preguntas, pero el comandante siempre se negaba. 

“Muy interesante, a decir verdad”

Daren no olvidó lo que era estar delante de esos ángeles. 

Esas miradas de superioridad que hacía que se encogiera en su lugar, esas alas imponente y poderosas que poseían, pero lo que más llamó su atención fueron sus espadas. Brillantes y puras, que de algún modo podía llegar a asustar al más pequeño querubín. 




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