Dareph

Capítulo 10.-

Daren mantenía las manos dentro de los bolsillos de su chaqueta de lana, esperaba llegar lo más rápido posible a las habitaciones de las doncellas. Había preguntado a una de las sirvientas del palacio, sí sabía algo sobre Madame, sin embargo, le respondió que tenía orden estricta de permanecer en los aposentos de la hija del rey. 

Así que Daren debía aprovechar esa pequeña oportunidad para ir en busca de Irina, aunque no le importaba en lo más mínimo que estuviera en compañía de Akhiel. 

—Daren… —Alguien lo llamó antes de que pudiera perderse en los pasillos del palacio. 

“Maldición…”

Daren se giró sobre sus talones, mientras un ángel se apresuraba a acercarse a él, su cabello negro alborotado y en sus ojos negros, pudo notar ese porte elegante y sobresaliente, en su cinturón sobresalía una espada tan distinta a los superiores. 

—¿Qué? —respondió Daren con brusquedad. —¿Me hizo falta despedirme de los miembros del consejo con alguna reverencia o algo por el estilo? —preguntó con poco interés. —Porque te aseguro que es lo que menos quiero hacer. 

El ángel se le quedó viendo de una forma muy extraña antes de soltar una sonora carcajada. 

—Oh, vamos… —Echó una rápida mirada en dirección a la sala y luego miró al castaño con seriedad. —Te aseguro que tienen cosas más importantes que pensar, ahora que le has soltado todo eso a Arael —cruzó los brazos un tanto curioso. —Los has hecho dudar, incluso de ellos mismos. 

—Ya lo creo —contestó Daren de mal humor. —Entonces, ¿me dirás que es lo que quieres o intentó adivinar? 

El ángel arqueó una ceja. 

—No creo que ahora mismo tengas paciencia para siquiera intentar. 

—Tienes mucha razón —se apresuró Daren a decir. —Así que dime que sucede. 

—Como miembro del consejo debo hablar con Seph y tú eres el único que sabe dónde se encuentra —contestó el ángel con una sonrisa. 

Daren dejó salir un suspiro. 

Adiós a su plan de buscar a Irina.

—Nadie te impide no hacerlo —contestó Daren. 

—Sé que está descansando —algo en las palabras de ese ángel hizo a Daren dudar un poco. —Eres el que sabe en cuál habitación se encuentra, además no puedo permitir que le hables sobre su castigo, eres un idiota en ocasiones. 

Daren no sabía si eso debería tomarlo como un insulto o halago. 

—¿Me vas a llevar o tengo que ir de habitación en habitación para poder encontrarlo? —preguntó el ángel.

“Hasta te puedo hacer un mapa”

—Bien, lo haré —refunfuñó Daren. —Sí quieres también te tomó de la mano para que no te vayas a perder. 

El ángel miró a Daren y negó con la cabeza. 

—Sigo diciendo que eres un idiota. 

Daren soltó una carcajada ante el comentario, al menos ya se sentía un poco mejor. 

A veces olvidaba que Yael, era un ángel que tenía su edad. 

Por una extraña razón, los padres de Yael lo habían cuidado cuando era un querubín y no solo eso, también querían que se convirtiera en un miembro del consejo, sin embargo, todo se complicó cuando ellos murieron. 

La oscuridad atacó a Celesty y muchos ángeles, incluso los mejores guerreros fueron asesinados por los espectros. 

Así que Yael, después de eso decidió seguir el legado de sus padres y así fue, aunque ser un ángel de alto rango tenía sus muchas responsabilidades, como el entrar a Tharya y vigilar a los humanos. 

Tener simples reuniones y sus entrenamientos iban demasiado lejos, pero la mayoría de los miembros del consejo no eran protegidos por la chica de la luna sino que podían ser capaces de crear sus propios escudos. 

—¿Qué tal te va en el consejo, Yael? —Preguntó Daren tratando de quitar el silencio incómodo. 

—Lo mismo de siempre, Daren —Yael se encogió de hombros. —Hay que aprender a mantener la calma en situaciones complicadas y no dejar que idiotas como tú se metan en problemas —dejó salir un suspiro. —Pero debo decir que es imposible, es difícil que alguien te siga el paso, tú siempre vas un paso adelante. 

Daren lo miró de reojo, pasaban por un pasillo oscuro, dónde las antorchas permanecen un poco pegadas a la pared, creando sombras escalofriantes que lo hicieron estremecer. 

—¿Qué te puedo decir? —dijo Daren casi con una sonrisa. —No puedo permitir que nadie vaya delante de mí —se detuvo para esperar a Yael que se encontraba tres pasos atrás. 

—Tan engreído como siempre. 

El resto del camino permanecieron en silencio, Daren se había dado cuenta de a dónde había ido la conversación y la verdad es que no quería seguir escuchando las tantas comparaciones que le hacían con su padre. 

Quizás todavía no era el momento de saber sobre el paradero de su padre, tal vez Zadkiel solo lo estaba protegiendo de ello. 

* * *

Antes de entrar a la habitación de Seph, Daren frunció el ceño al notar las huellas de unas botas de combate alrededor de la cama de su mejor amigo, tal vez Adhrael había estado cuidado a su hermano, mientras no estaba y eso lo hizo molestar. 




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