Dos días después…
—¿En serio tenemos que ir a ese lugar? —preguntó Daren por quinta vez, que Seph sintió un poco de desesperación al escucharlo.
—Joder… —Soltó negando con la cabeza.
—Eso mismo digo yo, joder —estuvo de acuerdo Daren, quién dirigió su vista al objeto extraño que tenía en la mano, era algo muy valioso para ellos que tenía entendido que no debía perderlo, sin embargo, empezó a jugar con él, lo lanzó un par de veces al aire y justo antes de que cayera, lo atrapó.
Aunque la última vez, apenas y pudo alcanzarlo.
Se trataba de una pequeña esfera, la cual brillaba de manera tenue, tenía un color no tan llamativo, como las estrellas. Era una clase de escudo, capaz de activarse al toque de la oscuridad.
No habían podido encontrar a Yue por la mañana así que, tuvieron que improvisar, por no decir que robaron.
Seph entró a la sala en la que la chica trabajaba, en la que tenía prohibido entrar, con la esperanza de encontrar a Yue ahí, pero lo único que pudo ver fueron pergaminos antiguos e investigaciones sobre las protecciones de Celesty.
Había uno en particular que lo hizo tardar más de lo debido y era de que hablaba sobre una princesa, una princesa de luna, lo que lo hizo fruncir el ceño.
Con pasos cautelosos avanzó, pasando las manos sobre las estanterías, curioso por lo que estuviera escondido en los libros viejos, los cuales parecían recuperados de la antigua biblioteca.
Las estanterías se extendían por la pared, dónde no había ni un lugar vacío.
Seph esperaba que nadie lo descubriera husmeando en ese lugar, tenía que confiar en su mejor amigo quién vigilaba.
Seph observó las esferas que se encontraban en el rincón, en uno de esos escritorios de madera, había un máximo de diez de ellas esparcidas por todo el lugar. Las reconocía porque cuando era un querubín llegó a usar una, así que sin dudarlo más tomó la más cercana y salió de ahí.
Un escudo mágico tenía entendido que era, el cual se usaba cuando la chica de la luna no estaba presente, una protección que si se llegase a romper se iba a esparcir la maldad o lo que sea que estuviera dentro de ella.
—Dame eso —Seph le quitó el escudo a Daren después de regañarlo. —Nos vas a dejar sin protección y entonces sí, estaremos jodidos —guardó la esfera en una de esas bolsas de cuero que solían llevar por sí necesitaban llevar algo. —Relájate, Daren —lo intentó tranquilizar, dándole un par de palmaditas en la espalda. —Ni siquiera hemos llegado y ya estás de mal humor.
Daren pasó una mano por su rostro.
No era por la misión por la que estaba así, sino que la noche en la que encontró a Irina pensó que todo saldría como lo había planeado, pero no fue así. No pudo ni siquiera dormir.
—No, Daren —le dijo ella con un nudo en la garganta. —Las cosas no siempre van a salir como tú quieres. No está vez. Lo nuestro… se acabó, solo fue una aventura nada más —. Y después de decirle eso, se alejó de él para encontrarse con Akhiel en el pasillo, quién la había estado buscando con desespero después de que ella desapareciera de manera sorpresiva.
Daren quería ir tras ella, pedirle más explicaciones que tan solo esas palabras cargadas de dolor, uno que se negaba a sentir. Pero apenas si pudo coger aire y mirarla irse, quedándose justo en el lugar, con ambas manos en puño a los costados de su cuerpo, mientras negaba y miraba el cielo como sí este mismo pudiera darle consuelo.
Antes de salir del palacio, Seph y Daren habían sido convocados en el antiguo salón, dónde solían entrenar cuando los demás guerreros se encontraban luchando contra los espectros o hacían cualquier cosa, menos misiones importantes.
En medio de la estancia, dos miembros del consejo los esperaban, Yael y Aster.
Ese último, un ángel muy poco conocido en Celesty, el cual no hacía mucho acto de presencia por los alrededores del palacio, ya que se decía que debía vigilar el mundo de los humanos. Siendo un ser bastante sigiloso para que así las criaturas de la noche no lo descubrieran, además de mantener un bajo perfil ante los mortales.
Todo en él un misterioso enigma.
Nadie ni siquiera los miembros del consejo conocían su lugar de origen, aunque la mayoría de los ángeles podía afirmar que se trataba de un ser que no pertenecía al Cielo por su llegada extraña e inesperada. Incluso había rumores de que algo muy terrible estaba a punto de comenzar.
Todo eso sucedió, cuando una noche de eclipse lunar, uno muy poderoso, los espectros salieron de su escondite, de Yukhal para poder conquistar el mundo celestial, pero el escuadrón y algunos miembros del consejo pudieron retenerlos, mantenerlos bajo control, no fue hasta que algo terrible sucedió.
La oscuridad absorbió poder de alguna parte del mundo y toda esa maldad se esparció por todo el lugar, muchos guerreros cayeron bajo los encantos de esa crueldad, pero todo cambió cuando Aster apareció.
La escena ante él era catastrófica, sin mencionar que al ver a un grupo de niños ángeles luchando contra los espectros se le encogió el corazón. Tal vez, en el pasado, él hubiese hecho lo mismo sí hubiese visto como asesinaban a sus padres, así que entendía muy bien esa masacre.
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Editado: 14.11.2024