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Al llegar la mañana, Daren ya estaba ansioso por volver al palacio, no es como que tuviera mejores cosas qué hacer o que alguien lo estuviera esperando, pero Celesty era su hogar. El lugar al que pertenecía, a pesar de todo. El único sitio en dónde podía ser él mismo, sin necesidad de ocultar su verdadero ser como lo hacía en el mundo mortal.
La primera y última vez que un humano fue capaz de descubrir lo que realmente era, había sido hace bastante tiempo, cuando su curiosidad por conocer lo que había más allá del portal, era grande, se trató de una persona que odio al instante. Una anciana a la que todavía le tenía coraje.
Después de unas semanas de haberla conocido, se enteró, por buenas fuentes, que no era una mortal común y corriente como los demás, más bien, era una criatura especial.
Una bruja.
Daryel, era su nombre.
La que se mantenía oculta de ojos humanos y celestiales, ya que temía que su poder cayera en manos equivocadas, en la oscuridad.
No cualquiera era capaz de cambiar como lo hacía ella y usar su don peculiar para invocar a las criaturas del infierno, cada uno de sus trabajos que realizaba lo hacía alejado del pueblo. Muchas veces de noche, mientras que los humanos dormían y, aunque se divertía procuraba tener precaución.
Aquello que realizaba lo hacía para obtener monedas de plata y así comer un poco, sin embargo, las cosas no iban muy bien después de un tiempo. El terror que llegaban a provocar los espectros alrededor del pueblo hacían que su negocio se fuera a la basura y por ello, robaba a quién se atrevía a ponerse en su camino.
Al pasar los meses, Daren ya no tuvo noticias de ella y según lo que pudo escuchar fue que desapareció por arte de magia y esa misma noche, los espectros mataron a la mayoría de los humanos. Dejando ese pueblo en soledad.
Cuando la luna se puso en lo alto del cielo nocturno, los guerreros se comenzaron a preparar para una misión de rescate, su comandante había desaparecido en Tharya.
Esa mañana, Zadkiel había decidido ir a ese mundo para averiguar los ataques de las criaturas de la oscuridad, no pudieron obtener mucha información así que al intentar regresar a Celesty, unos hombres armados emboscaron a su equipo.
El líder de aquel grupo, apuntó a Zadkiel con una daga en el cuello antes de obligarlo a caminar, sus cuatro compañeros también fueron llevados con él.
Según los rumores, los mortales habían estado buscando a unos mercenarios que no dejaban de atacar cada pueblo cercano solo para robar y matar a quién se le ponía en su camino y como el comandante vestía de una manera muy inusual pensaron que tenía algo que ver con todo lo sucedido.
—¿No podemos dejarlo ahí? —preguntó Daren, aunque pareció más una sugerencia que nada. Estaba examinando una de las espadas que se encontraban en la repisa para luego colocarla en su cinturón. —Al fin de cuentas nadie lo va a extrañar —sus compañeros, los únicos miembros del escuadrón que se encontraban ahí, se le quedaron viendo como sí se fuese vuelto loco.
—Eso no va a suceder, Daren —su mejor amigo apareció a su lado, cosa que lo hizo saltar del susto. —Tal vez al ir a Tharya el riesgo de ser atacados por los espectros, pero nuestro comandante está en ese lugar y quizás nos castiguen por romper las reglas… —Miró a cada uno de los presentes. —No podemos dejarlo.
—¿Qué fue lo que hiciste con Seph? —exigió saber Daren, se cruzó de brazos. —Él jamás sería capaz de romper las reglas de este palacio, al menos de que alguien lo estuviera amenazando, aunque también lo dudo mucho, la verdad —entrecerró los ojos.
Después de eso, salieron del palacio y al llegar a Tharya encontraron a su comandante encerrado en una vieja cárcel o lo que parecía ser una, no se podía mover mucho, ya que sus manos y piernas estaban atadas.
Sí se atrevía a moverse o a pronunciar alguna palabra, un guardia iba y le azotaba con una clase de correa, la cual estaba hecha de cuero y así lo hacía callar.
Daren frunció el ceño al verlo tan indefenso que casi sintió lástima por él.
Cuando pasó cerca del lugar, se detuvo al reconocer el cabello negro de Daryel, quién no estaba sola, había un par de mujeres más con ella.
Un hombre con una larga cicatriz en la frente, sacó un pergamino, la sentencia de muerte para todos aquellos que estaban encerrados.
La mayoría de aquellas mujeres jóvenes estaban siendo acusadas de robar a las familias que servían, mientras que a Daryel de poseer magia, algo que no debía existir en el mundo.
Daren no entendía a los humanos.
Sí un ángel en Celesty poseía un don peculiar se le llegaba a considerar un excelente guerrero, uno muy fuerte que sería capaz de luchar hasta el final, en cambió en Tharya, cada uno de ellos corría peligro.
Los humanos eran tan impredecibles.
Un día podían llegar a estar sorprendidos por algo tan simple como lo desconocido y al otro, destruyen lo que conlleva a este.
Ni siquiera se daban el tiempo de aprender lo que ese poder les podía otorgar.
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Editado: 14.11.2024