Dareph

Capítulo 41.-

Actualidad. 

Daren se encontraba en Celesty, cerca de la habitación de su mejor amigo, pensando en cómo lo iba a encontrar cuando al fin se atreviera a regresar al palacio, Estrella Lunar. Sí jugando con una de sus dagas, como era su costumbre o leyendo algún que otro pergamino. 

Hubo un par de ocasiones en las que lo encontró mirando a los demás ángeles a través del pequeño ventanal que había en su habitación, aquellos que llevaban una vida normal, como sí se tratase de un humano. Quizás pensaba en porqué el destino lo eligió como un guerrero. 

Siempre entrenando, luchando contra la oscuridad, sabiendo que la mayoría de los guerreros perdían en batalla, convirtiéndose en nada más que un simple recuerdo. 

Pero Daren no quería que Seph fuera eso. 

No quería que lo dejará solo en un mundo lleno de crueldad. 

Y no se refería a la oscuridad. 

A pesar de que Seph seguía con vida, su alma estaba perdida, siendo retenida en una clase de limbo que nadie más puede cruzar. 

Tal vez sí las cosas con los ángeles de alto rango no fueran difíciles, seguro que Daren ya hubiera pedido su ayuda, más la de Aster, por ser el ángel de la muerte, pero en el fondo sabía que le diría algo como: No puedes salvarlo. 

Y así como la mayoría de las palabras de los demás, no podría soportarlo. 

Todos perdían la fe de algo tan valioso como lo era la vida. 

—Deja de estar de esa manera tan sentimental —Daren se imaginó a Seph cerca, con el puño sobre su hombro. —Me va a dar algo sí sigo mirándote de ese modo tan patético. 

¿Por qué cuando la felicidad llega siempre hay algo que la destruye? 

¿Por qué las maldiciones tienden a ser muy crueles? 

Daren sacudió la cabeza, alejando todo aquel pensamiento, dejó salir un suspiro y le dio la espalda a esa habitación. Ese cuarto lleno de recuerdos, que seguro con el pasar del tiempo se quedarían en el olvido. 

Ya no debía perder el tiempo, así que se dirigió al calabozo al menos, lo que quedaba de él y empezó a buscar entre los escombros. 

Según las palabras de Daryel, Daren tenía que buscar algo tan simple como un collar y tan poderoso como el mismo universo. 

—Antes de escapar del calabozo, le robé su poder al chico de las pesadillas, pero no fue suficiente —Daryel chasqueó la lengua al recordar su fallido intentó de quitarle lo más valioso a Calem.

—¿Qué es lo que quieres, entonces? —preguntó Daren con curiosidad. 

—Lo que se esconde de la oscuridad y al mismo tiempo le da poder —Daryel se encogió de hombros. —Para traer a tu amigo de vuelta necesito lo que ya te pedi. 

Daren arrugó la nariz al ver su alrededor, no tenía un aspecto muy agradable y seguro que tenía que buscar entre el lodo y aquella cosa babosa que salía de entre las paredes del calabozo. 

Jamás en su vida había sentido tanta repugnancia. 

—Qué asco… —se quejó cuando su mano tocó algo que no pudo reconocer que era, pero estaba seguro que no quería saber. Sacó de entre un pequeño hueco una esfera, un rubí, aunque la realidad, es que a Daren le pareció otra cosa. —Espero que agradezcas lo que estoy haciendo por ti, Seph —sacudió el brazo, esperando que toda la suciedad cayera al suelo. —Mira lo que estoy haciendo por ti —. Esperaba que al menos, el alma de su amigo lo estuviera viendo y sonriera por su tonto intentó de traerlo de vuelta. 

* * *

Los miembros del escuadrón, se encontraban en el gran salón, bebiendo un poco de ron para olvidar todo el caos que había sucedido. Aquella catástrofe que cubrió su hogar, Celesty. Mientras que los habitantes de Estrella Lunar parecían disfrutar la gran celebración. 

A pesar de que el príncipe de la luna no estaba por ninguna parte, ellos querían estar así hasta el amanecer. 

Disfrutando de la poca paz que tenían. 

Olvidar que en el mundo existe la oscuridad. 

Un silencio inquieto recibió a un ángel en el pasillo, alguien que no era guerrero y mucho menos, guardián. Había escuchado rumores de que nadie estaría vigilando las entradas de palacio así que aprovechó la oportunidad para escabullirse. 

Cada paso que daba era sigiloso, no quería que nadie lo descubriera, pero lo que no sabía era que su armadura chocaba contra el suelo con una clase de sonido extraño que seguro podría alertar a cualquiera que se encontrará cerca. 

Cuando llegó a una habitación, abrió la puerta con cautela y ahí, en medio de la luz de las velas se encontraba Seph, su hermano. 

—Así que sigues vivo —Adhrael chasqueó la lengua. —Que mal que tu amigo no está por aquí para verte morir, hermano mío. 

Cuando era un querubín, su padre le decía que Seph solo sería un estorbo para ellos, que tenían que buscar la manera de deshacerse de él y por esa razón, Adhrael trataba de ir a lugares muy peligrosos para que así su hermano muriera, sin embargo, ninguno de sus planes llegó a funcionar. 

Ya que Daren siempre lo salvaba. 




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