Dareph

Capítulo 42.-

La última vez que Zadkiel miró al vigilante fue cuando era un querubín, hace mucho, mucho tiempo atrás, aquellos que apenas y puede ser capaz de recordar. En ese momento, en que el ángel apareció ante él y Azariel, deseo no estar tan ebrio para que así no ser engañado por su mente. 

Desde que tenía uso de razón, creía que los muertos no volvían a la vida, más sí ha pasado un milenio, al menos, claro que los fantasmas estuvieran dispuestos a asesinar a los presentes de un susto. 

Pronto pondría la orden de que ningún ángel bebiera más ron, sí que era peligroso para los guerreros. No quería que el próximo miembro del escuadrón tuviera esas alucinaciones tan feas. 

Ya no solo debía preocuparse por la oscuridad, sino también de quedarse completamente loco por la bebida que los mortales habían creado. 

Quién sabe qué tipo de ingredientes extraños usaron para tener esa mezcla tan perfecta. 

Sí estuviera en sus cinco sentidos, era muy probable que tendría una larga y aburrida conversación con el ángel que se estaba haciendo pasar por el vigilante. 

Desde hace un par de años, cambiar de apariencia, solo por diversión, estaba más que prohibido. 

¿Quién en su sano juicio hace bromas de ese estilo?

Cuando la oscuridad empezó a atacar a los mortales, los demonios desaparecieron sin dejar ningún rastro, haciendo creer a los humanos que los espectros eran esos mismos seres de las tinieblas. Del mismo infierno. 

No fue hasta que se dieron cuenta que no, que todo el caos que estaba siendo provocado por una inmensa oscuridad había sido culpa de un ángel. De una criatura que no pertenecía al cielo o al infierno. 

Quién desarrolló el don de controlar la oscuridad y no solo eso, expandir sus dominios lejos de ese lugar, convertir hasta el más pequeño ser viviente en una marioneta que puede manipular a su antojo. La cual se queda sin alma, sin vida, sin nada más que un corazón podrido, sin embargo, los guardianes sabían que por muy egoístas que eran los demonios ellos no serían capaces de perder su esencia. Al menos no de una manera tan ruin. 

—He venido por lo que me pertenece —, las palabras del vigilante hicieron a Zadkiel retroceder hasta toparse con la pared y sentir como un miedo irracional lo invadía. 

Ahí se dio cuenta que lo que había estado bebiendo no le estaba jugando mal. 

—Acabo de obtener mi libertad —musitó Zadkiel mirando con repulsión al recién llegado. —No es tuya. 

—Ni mucho menos tuya. 

Zadkiel chasqueó la lengua. 

Por mucho que no quería estar de acuerdo con él, tenía razón, su libertad siempre estaba ligada a alguien. A un ángel de un rango mayor al suyo, como la del rey, quién nunca le demostró fortaleza. Incluso en el pasado, hubo un par de años en los que estuvo ligado a un demonio. Bael. 

Pero este desapareció. 

Así que sin importar qué, se convirtió en un ángel que no dependía de nadie, un guerrero capaz de destruir la oscuridad. 

Teniendo así aliados importantes como el mismísimo Nithael, quién después de conocer muy bien el mundo de los mortales decidió protegerlo. 

Después de un tiempo, los rumores sobre un guardián que había estado en prisión en la Corte Del Cielo, se hicieron llegar en Celesty, un ángel que había tenido la misión de cuidar a los humanos, como muchos otros, pero su ambición fue tan grande que decidió vender sus almas al rey de las tinieblas. Era mejor conocido como el vigilante. 

Uno de los primeros ángeles en ser creados. 

Antes de la caída iba a ser condenado a renacer como un humano, sin embargo, la oscuridad llegó y se convirtió en un espectro. 

Perdiendo el control de sí mismo. 

—Debes matarlo —le sugirió Nithael. 

Nithael se unió a los guerreros cuando la guerra entre ambos mundos estalló, dejando a la princesa de la luna en un lugar seguro, dónde nadie podía ser capaz de encontrarla. 

Al fin de cuentas no iba arriesgar la vida de la chica que amaba, por proteger su mundo, ni la de su hijo, el cual solo faltaba un par de días para su llegada. 

Un futuro príncipe guerrero que sería reconocido por su heroísmo y no por su linaje. 

—No seas idiota —interrumpió Azariel, mientras peleaba contra un espectro, a pesar de que este tenían un aspecto muy desagradable y torpe, era capaz de esquivar y atacar de manera salvaje. 

—Ella lo está protegiendo —Nithael se puso de pie de inmediato cuando sintió la presencia de la oscuridad muy cerca y atacó, haciendo que está se desvaneciera con tan solo un movimiento. 

En su mano posaba una espada poderosa, con un toque de luna y magia celestial, que ni siquiera los mismo guerreros podían ser capaz de igualar. Una espada de luna. 

—Tu humana no puede hacer nada —Azariel llegó al lado de Nithael, quién lo miró mal. Al menos esperaba que sus hermanos le dieran las gracias a Selene por salvarlo. Por arriesgar su vida por protegerlos, ya que si no fuera por ella, la oscuridad ya los hubiera convertido en espectros. 




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