Dareph

Capítulo 46.-

Desde la llegada del vigilante a Estrella Lunar, todo se había vuelto distinto, tan inquieto y escalofriante, que Zadkiel no tenía el valor de caminar solo por los alrededores, siempre lo hacía con compañía de algún guardián.

Tampoco podía confiar en algún miembro del escuadrón, por todo lo que había sucedido en el pasado, temía que uno de ellos lo asesinara. Tal vez, tenía razón en temer a la muerte, había dejado abandonado a muchos de los ángeles sólo por órdenes del rey y también por él mismo.

Su miedo irracional a la oscuridad no lo hacía ver más allá que simples espectros, seres sin corazón, no como lo había hecho Daren aquella noche en la que decidió arriesgar todo para poder salvar la vida de su mejor amigo.

El encuentro que había tenido con la bruja, le dejó en claro que el título de comandante no debían usarlo los ángeles a los que no les importaba nada, sino aquellos que demostraban que su fuerza de voluntad era más importante que cualquier otra cosa.

—Siempre me he preguntado porque el ángel de la destrucción, se convirtió en el comandante, sabiendo que dentro de su corazón no hay más que solo engaños —La risa de Daryel aún seguía en su mente como una cruel tortura, tan áspera y siniestra que lo hizo estremecer una y otra vez.

—Tú no sabes nada… —musitó Zadkiel sin apartar su espada del cuello de la bruja. La había estado buscando por horas hasta que por fin la encontró cerca de unos pequeños arbustos.

Uno de los ángeles que lo acompañaban, preparó una trampa, un ataque sorpresa, mientras que los demás se mantenían en su posición firmes y atentos a lo que fuera capaz de aparecer entre la nada. Hasta que un movimiento la delató.

—Por algo me mantuvieron en ese calabozo durante años —dijo Daryel, mirando a los ángeles. —No fue hasta que el chico de ojos increíbles me donó su don —sonrió de manera perversa.

—Se lo robaste.

—¡Da lo mismo! —Su puñal apuntaba justo al pecho del superior. —Un don es un don… —lo apartó, dándole ventaja a Zadkiel para que su espada hiciera presión.

—Ya no tienes escapatoria, bruja.

—Esto aún no termina, comandante… —Daryel comenzó a reír, dejando que una niebla espesa saliera del bosque. La energía maligna a su alrededor obligaba a la oscuridad a mantenerse lejos. —Ya tengo el don del ángel de los sueños, ¿cuánto tiempo me tomaría tomar el de la luna? —una sonrisa ladina se dibujó en su rostro. —No creo que mucho y tú, sinceramente no estas para hacer nada, después de todo, no tardan en necesitar mi ayuda, Zadkiel.

Zadkiel la miró, confundido.

—¿Aún no te das cuenta?

Y fue entonces, que el llamado de auxilio llegó, Celesty estaba en problemas y debía volver a palacio antes de que todo se convirtiera en un completo caos. No quería dejar ir a Daryel, sin embargo, no tuvo alternativa. Sí los miembros del consejo sabían que no estaba en Celesty, seguro que lo llevarían a lo más alejado del bosque solo para desterrarlo.

—Tenemos que hacernos cargo de los espectros que han estado rodeando el bosque, la oscuridad está más poderosa que nunca —, la voz de Azariel lo volvió a la realidad.

—Son demasiados… —habló un guerrero que parecía estar molesto. —No vamos a poder con todos ellos, moriremos.

—No creí que un guerrero le tuviera miedo a la muerte —contestó Azariel con seriedad. —Sí es así, entonces quédate aquí y escóndete bajo tu cama, aunque déjame decirte que los cobardes son los primeros que mueren —, se encogió de hombros.

Cuando el guerrero abrió la boca para responder, el resonar del metal contra metal, a las afueras del salón, hizo que todos los presentes se pusieran en alerta.

La mayoría sacó su espada de su cinturón y otros se quedaron mirando la puerta, esperando que el enemigo los iba a sorprender.

—No, espera —suplicó uno de los guardias que se encontraba vigilando la puerta, cuando un sonido hueco se escuchó después. Un golpe tan fuerte que lo mandó a la inconsciencia y de pronto, la puerta del salón se abrió.

Era Seph.

Antes de salir corriendo a la enfermería, Calem le había llevado un poco de comida y un par de vendas para curar las heridas de sus brazos. Estaban en silencio, siendo vigilados por los guardianes para que así ninguno de los dos tuviera el valor de escapar.

—¿Por qué no han sabido nada de Daren? —preguntó Seph para después darle un ligero sorbo a la bebida que Calem le había traído de la cocina, el cual lo hizo hacer un gesto ante la amargura. Un té medicinal, sin duda. —Sí lo han mandado solo a una misión seguro que ya debería estar aquí.

Calem negó con la cabeza.

—Estoy cansado de que no me digan la verdad, Calem —Seph se acercó al ángel, quién retrocedió un par de pasos. —Así que te sugiero que lo hagas ahora mismo.

—Daren no está en el bosque porque se lo haya pedido el comandante, fue ahí para salvarte de la oscuridad —Seph parpadeó un par de veces, tratando de entender lo que le estaba queriendo decir. —A pesar de usar el poder de la luna en ti, no fue suficiente, así que le dije que fuera en busca de Daryel, la bruja.

Seph se apresuró a llegar a la puerta, sin embargo, Calem lo tomó del brazo.

—Déjame salir…

Calem negó con la cabeza.

—No lo voy a repetir de nuevo… —Calem hizo una mueca al escucharlo, jamás había visto a Seph tan molesto. —¡Déjame salir con un carajo!

—No puedo —Calem bajó la mirada. —No cuando el líder del consejo ha pedido que permanezcas aquí.

—¿Acaso estás loco? —Seph estaba perdiendo la paciencia. —¡No voy a quedarme aquí sabiendo que Daren está allá afuera! —gritó. —¡Cuando una maldita bruja puede matarlo! —Necesitaba salir antes de volverse loco. Antes de que la desesperación le gane. —¿Acaso los superiores no tuvieron suficiente con lo que me pasó? ¿Ahora quieren que Daren salga lastimado? ¡Qué estupidez! —hizo el ademán de dar un paso, pero Calem se lo impedía, sin embargo, no fue suficiente para detenerlo, como pudo lo apartó de él.




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