Dareph

Capítulo 47.-

Antes de llegar a la cabaña.

Irina se escondió detrás de un arbusto al escuchar a la multitud, guerreros, los cuales estaban listos para atrapar a Seph. Al ángel que por causas del destino ahora mismo era una amenaza para los superiores, solo porque en su ser había tenido oscuridad. Algo que nunca deseo. Algo que lo hizo desmoronarse una y otra vez, que se perdió en la muerte. 

Y de ese mismo modo tan drástico vivió, salió ileso de esa maldita penumbra, haciendo que los ángeles a su alrededores quedarán más que sorprendidos. 

Demostrando que no todo está perdido cuando un guerrero se convierte en espectro. 

Irina no entendía por qué los miembros del consejo, del escuadrón, se aferraban a ir en contra de un ángel cuya misión no hacía mal a nadie. Que solo quería estar a lado de su mejor amigo, salvarlo de lo que fuera que estuviera enfrentando. 

Ser su escudo entre las sombras y un arma letal en las batallas. 

Tenían que considerar la idea de mejor ir en contra de su verdadero enemigo, con los seres de oscuridad, pelear contra esa maldad y no ir con un ángel indefenso que solo quería paz. 

Irina observó a los guerreros que se alejaban corriendo del lugar, no fue hasta que uno de ellos se detuvo muy cerca de dónde ella estaba y pudo escuchar lo que decían. 

El guerrero miró a su alrededor, como sí de algún modo pudiera sentir que algo había ahí. 

—¿Dónde está? —preguntó, la voz era tan familiar que hizo estremecer a Irina, se trataba de aquel guardián al que había amenazado. 

—¿Por qué te preocupa? —El ángel que se encontraba a su lado, un guerrero con aspecto rígido y desconfiado, lo miró con cierta confusión en el rostro, aunque no pasó desapercibido su observación por los alrededores. Atento a cada mínimo detalle, a cada movimiento que pudiera considerar sospechoso, el que no lo haría dudar en sacar su espada de su cinturón. —Seguro que ya la doncella ya volvió a palacio —se encogió de hombros. —Además, no tiene que estar aquí cuando terminemos con la misión, con Seph, el consejo fue claro con esto y no podemos fallar —, y sin dudar, comenzó a caminar sin importarle dejar a su compañero atrás. 

Irina estaba dispuesta a seguirlo, sin embargo, se detuvo a medio paso, no estaba segura de querer enfrentarse a guerreros muy entrenados. Que ya tenían mucha experiencia en batallas. 

Y era muy probable de que Seph todavía estuviera en el laberinto sin fin que eran las ruinas que rodeaban el manantial, ya que estás abarcaban kilómetros y kilómetros antes de adentrarse al bosque. 

Eso de tratar de distraer a los ángeles no era muy buena idea, pero tenía que hacer algo para que Seph pudiera escapar. 

No tenía un arma para pelear, sin embargo, cuando sus alternativas se estaban agotando, algo dentro de su cabeza hizo clic, un recuerdo de Daren enseñándole las reglas básicas de defensa personal y sonrió. 

El mejor guerrero de Celesty, sí que era un buen maestro para enseñar no solo para pelear con espada y armas cortas, si no también con los puños y piernas.

Y así, sin dudar un minuto más, Irina siguió a los guerreros, yendo de árbol en árbol, escondida entre sus ramas, esperando no ser descubierta. Se quedó quieta, cuando los miró detenerse a unos cuantos pasos de un Seph tratando de subir una colina, un camino corto que llevaba al bosque. 

—No creo que pueda escapar —mencionó un guerrero tras ponerse en cuclillas y ver al rubio intentando escalar, colocando una mano en cada una de las rocas que yacían en el lugar. Pudo notar su temor, de que sí alguna de ellas no estaba fija en la tierra sería fatal para él. 

El guerrero frunció el entrecejo. 

Se preguntó el porqué no utilizaba sus alas para salir de ahí, hasta que recordó los rumores del palacio; sobre aquel ángel que fue tocado por la oscuridad, pero que de algún modo logró salir. Con eso bastaba para que no tuviera las fuerzas suficientes para volar y su única opción sería andar como cualquier humano. 

Irina permaneció en silencio, no se movía, no hasta que vio a uno de los guerreros acomodar un arco y flecha en dirección a Seph, él ni siquiera se estaba percatando del futuro ataque. Quizás se debía porque en su mente solo estaba el salvar a Daren. Ni siquiera sintió la esencia de los ángeles que lo estaban rodeando, de sus ahora enemigos, así que, Irina tomó ese valor que tenía escondido y salió. Yendo directo hacía el guerrero que llevaba el arco y sonrió cuando falló. 

Seph se quedó quieto y sorprendido al ver la flecha caer clavada dónde justo iba a poner su mano, un poco más y estaría gritando de dolor, se dejó caer con cierto cuidado de no golpear las rocas que se encontraban ahí. 

Se agachó, no quería ser el blanco fácil para las demás flechas. 

—Maldita sea —murmuró al girar sobre sus talones y alzando un poco la vista. 

Ahí, en la orilla de un pequeño acantilado pudo ver a los ángeles reunidos. 

Eran más de los que pudiera contar y ni siquiera pudo darse cuenta de su presencia, detestaba no poder sentir, no ver ese poder que emanaba en cada uno de ellos. La oscuridad pudo haberle dado fuerzas para derrotar a quién estuviera dispuesto a acercarse a él, a los que amaba y del mismo modo arrebatarle su poder divino que con urgencia necesitaba recuperar. 




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