Dareph

Capítulo 51.-

Seph miró al vigilante, como sí de alguna manera, la voz que había salido de él fuera de lo más hipnótica, como aquellos ojos grises que le pertenecían a Calem. Y sin darse cuenta, de algún modo, lo convertía en una clase de marioneta que estaba siendo manipulada por un poder que no existía. Provocando que esos hilos invisibles lo alejaran de la realidad para así perderse de sí mismo. 

—Él ya lo sabe —mencionó Daryel al ver al vigilante. —Es un guerrero, no lo olvides —. Y sonrió. 

—Tú dedícate a lo tuyo, bruja —espetó el guardián. —Yo me haré cargo de él. 

—Pues…, hazlo rápido.

Daren casi brincó de emoción cuando al fin pudo ser capaz de mover por completo sus manos, se había concentrado tanto en los pequeños rayos de luna que habían iluminado el círculo a su alrededor, le había suplicado con ojos cerrados que necesitaba su ayuda. De su protección. Y no solo eso, también que le diera un arma. 

—Sí, sé que me escuchas —dijo más para sí mismo que para alguien más, aún tenía las palabras de Adhrael en la cabeza. Eran como un terrible eco que le estaba provocando dolor de cabeza.

“Qué hubiera pasado si esa chica…”

“Tan ingenuo…”

Daren nunca había sido capaz de suplicar por su vida, menos a la luna o a su poder, pero ahora las cosas eran distintas. Tal vez su madre tenía razón, proteger a los ángeles no era un trabajo fácil, sin embargo… ¿Salvar a la familia valía la pena? Sí. 

Y no se iba a quedar de brazos cruzados mientras que Adhrael y los demás ángeles que se encontraban ahí, le hicieran daño a Seph. 

Iba a luchar. 

Tenía que hacerlo. 

Bastó solo un par de segundos para que la una lo cubriera, quitando las llamas que lo rodeaban, de esa oscuridad dentro de su cuerpo, volvió a estirar un poco más el brazo para así tomar la espada y atacar. 

Cuando Daryel se agachó para acomodar una de las velas, sintió algo atravesar su piel, escupió sangre al ver la empuñadura de la espada de luna. 

—¿Cómo es que…? —quiso saber, pero ya era demasiado tarde para ella, cayó sin vida sobre los pies de Daren, a su lado, como una ligera brisa que es cubierta por las tinieblas. 

Daren hizo un gesto de desagrado al apartar la mano de la bruja, la cual había quedado encima de él, se quedó ahí, de rodillas en el suelo. A pesar de que aún le costaba un poco mover su cuerpo no iba a permitir semejante ofensa. 

Rodó sobre sí mismo y con ello algunas de las velas quedaron esparcidas por el lugar, algunas de ellas se apagaron, mientras que otras no. 

Con ayuda de su espada, se puso de pie con cierta torpeza, nadie se atrevía a tocar lo que más apreciaba, lo que más amaba y tenía el descaro de vivir para contarlo. 

Tenía suerte de que el vigilante y Adhrael estuvieran ocupados, manteniendo a Seph acorralado contra la pared, ni siquiera se estaba percatando de su presencia.

Hace un momento utilizó la protección de la luna para matar a Daryel, quitando su oscuridad en ella, su vida, esta vez dudaba mucho que eso le sirviera de algo en contra de un par de ángeles, pero de que lo tenía que intentar, lo tenía que intentar.

Se tambaleó un par de veces antes de comenzar a avanzar. 

Uno. 

Dos. 

Tres. 

Cuatro pasos fueron suficientes para clavar la espada en el suelo y acercarse a Adhrael para así tomarlo del hombro y hacerlo girar sobre sí mismo y antes de que pudiera protestar le plantó un golpe justo en medio de la cara, lo que lo obligó a tirar la daga que tenía en la mano. 

Seph, quién había estado aturdido por todos los acontecimientos que habían pasado, se quedó con la boca abierta. 

—Eso es por ponerle una mano encima a Irina —. No necesitaba que le dieran detalles de aquella escena, con solo ver la cara de burla de Adhrael lo sabía todo y justo cuando quiso parar el sangrado de la nariz, Daren le dio otro golpe en el mismo lugar. —Y este otro, por tratar de matar a Seph, imbécil —. Lo empujó a un lado, dejándolo caer al suelo. Daren se acercó a Seph, aunque por lo difícil que le estaba resultando permanecer en pie, se recargó sobre la pared. 

Nunca se había imaginado que dar unos cuantos pasos lo hicieran sentir demasiado débil. 

—Ya se acabó tu teatro, Adhrael —. A Daren no le dio tiempo de verse más vulnerable y su mirada de odio fue directamente al hermano de su mejor amigo. —Esta vez Seph ya no te va a rescatar —. Extendió sus alas y los obligó a retroceder, dando así una ágil voltereta y justo cuando el vigilante iba directo a Seph, Daren lo llegó a golpear. 

—Tú no te metas —le advirtió el vigilante a Daren, cuando se limpió la sangre del labio, molesto. 

—¡No! —Daren se apresuró a tomar su espada. —Mejor dicho, ustedes no se atrevan a tocarle ni siquiera un cabello a Seph, si no quieren atenerse a las consecuencias.

Adhrael se acercó a Seph, colocando una mano sobre su hombro, no lo iba a dejar ir, no esta vez. Lo mataría sin importar qué. Pero al sentir como algo le quemaba la mano, la apartó de inmediato, soltando así una maldición que hizo sonreír a Daren por lo que había sido capaz de lograr. 




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