Daring Do había recorrido una gran parte del mundo y había visto todo tipo de criaturas y reinos, sin embargo, aún no había explorado todo lo que el mundo tenía para ofrecer. A pesar de esto, ella ya había llegado a ciertas conclusiones acerca del mundo en el que vivía. En primer lugar, que el mundo era verdaderamente mágico, con islas flotantes, lagos de fuego, desiertos de jabón y otros escenarios que desafiaban la lógica. En segundo lugar, existía un mito que se repetía en diferentes culturas y especies: el "árbol del principio", del cual se creía que provenían todas las razas. Sin embargo, este mito solo era compartido por las criaturas que habitaban en la superficie, mientras que aquellos que vivían en los océanos o en el mundo subterráneo no conocían esta historia. En tercer lugar, las profundidades de los océanos y el mundo subterráneo eran lugares totalmente desconocidos y vastos, al igual que los polos norte y sur. Y por último, era el descubrimiento que había hecho hoy.
"¿Señorita Daring, está bien? ¿Le sucede algo?" preguntó un Meg Tree desconcertado.
Daring Do, conmocionada, se había volteado hacia las rocas detrás suyo y quedado mirando las figuras impresas en las losas, luego respondió: "Sé que no lo entenderá, yo tampoco lo entiendo, pero sé el nombre de las criaturas que están representadas en estas piedras".
Daring Do no podría descubrir el origen del mundo, pero sí sabía quiénes habían acabado con él. Frente a ella estaban las figuras de aquellos criminales, según el mito y las leyendas que había aprendido. La sombra de estos terribles seres se aparecía en el mundo en diferentes lugares, pero en la misma época. La llegada de una de estas entidades traía una era de oscuridad y terror que culminaba en un cataclismo primigenio, del cual se decía que pocos sobrevivían.
En su último viaje, Daring Do creyó haber encontrado un santuario dedicado a estos monstruos. Se trataba de una secta de camellos llamada "La Montaña Eterna", que adoraba a unos supuestos "dioses oscuros" que otorgaban bendiciones a sus creyentes a cambio de hacer tributos a su congregación. Como era de esperar, esto resultó ser una estafa, y las imágenes de sus supuestos dioses no eran más que representaciones exageradas de depredadores conocidos. Las autoridades locales los arrestaron y su templo fue quemado por herejía.
Sin embargo, el nombre de cada uno de esos "dioses oscuros" le resultaba familiar. Esta duda creció con el tiempo, quitándole el sueño y haciéndola sentir enferma. Sin saber realmente lo que buscaba, decidió regresar a Equestria. Fue entonces cuando recordó haber visitado un lugar con un nombre similar al de aquella secta de camellos, y así sus cascos la llevaron de vuelta a la "Colina de la Eternidad".
Ahora que tenía los nombres y los rostros de aquellos perversos seres, solo quedaba ordenarlos.
Fijó su atención en la losa más pequeña y dijo en voz alta: "Ever Fand", la reina oscura que llenó el mundo con un bosque de pesadillas. Su figura era la de una flor invertida.
Luego miró la siguiente losa: "Bottom Ness", el tirano de los océanos que hundió todos los continentes en el fondo del mar. Era un pulpo diabólico de cinco ojos.
Finalmente: "Nodoub Death", el nigromante que invirtió los polos del mundo y vació los mares. La figura en la losa era la de un ave esquelética bicéfala con cuatro extremidades y cuatro alas.
Pero en la losa más grande, Daring Do no reconoció la criatura representada. No había registro de él ni alguna referencia en sus viajes anteriores. Era un dragón con tres estrellas sobre su cabeza y llevaba un orbe vacío en su pecho que parecía querer ocultar con sus garras. Luego notó, gracias a la luz de la luna, los débiles relieves de otras dos estrellas cerca de su cola.
"¡Vaya! Usted sabe el nombre de estos tipos, ¿ya los habías visto antes? ¿Hay otras ruinas de piedra alrededor del mundo?" exclamó emocionado Meg Tree. "¡Esto es asombroso, señorita!".
"No, no se trata de eso ...", dijo Daring Do aun confundida y sorprendida. "Yo solo escuché el nombre de estas criaturas de un extraño grupo de camellos al otro lado del mundo. No entendía por qué su propaganda me resultaba tan familiar, hasta ahora".
Meg Tree se quedó callado, congelado en su sitio, tratando de procesar lo que acababa de escuchar.
"¡ARROGANTES PARÁSITOS! ¡CÓMO SE ATREVEN A PROFANAR EL SAGRADO SANTUARIO DE MI AMADA SEÑORA!..." gritó una colérica y estridente voz.
Daring Do reaccionó de inmediato, se dio la vuelta, y allí estaba Meg Tree lanzando amenazas hacia algún lugar del horizonte, pero ya no era el mismo poni con acento falso que había conocido momentos atrás. Ahora actuaba como un poni completamente diferente, quizás ni siquiera era realmente un poni.
"...SOLO ESPEREN, PAGARÁN CARO ESTA OFENSA, TODOS SERÁN TRIBUTO A LA OSCURIDAD ETERNA", dijo Meg con una risa perversa.
Daring Do vio cómo una niebla verdosa envolvía a Meg, y de ella emergió una criatura que nunca antes había visto.
Aquella criatura llevaba una toga y capucha fucsia, no tenía extremidades inferiores, en su cuello había una bufanda verde que parecía estar encantada, sus brazos eran como ramas marchitas que terminaban en garras palmeadas, y su indescifrable rostro de oscuridad contenía dos ojos esmeraldas que nunca parpadeaban.
Entonces, toda aquella cólera se esfumó y lentamente se dio la vuelta hacia ella.
Daring Do siempre enfrentaba el peligro, eso era prácticamente el 80% de su vida como aventurera y exploradora. Pero en ese momento, todos sus instintos le gritaron una única cosa: "HUYE".
Alzó vuelo con todas sus fuerzas, pero ya era demasiado tarde. Una pegajosa fuerza invisible frenó su huida y la lanzó contra el suelo, dejándola sin aliento. Era magia, por supuesto, sin embargo, era la primera vez que sentía un agarre mágico tan implacable sobre su cuerpo.