Luna
“No busque la muerte, ya que de igual manera vendrá y te encontrará.”
-El ángel de la muerte.
Dolor…
Guerra…
Sangre…
Gritos…
Llantos…
Catástrofe…
¿Silencio?
Todavía no sé qué significa esa palabra en mi vida, cada vez que intento abrir los ojos es como si no pudiera como si mis palpados estuvieran pegados y no pudiera abrirlo. Cada partes de mi ser me pide a gritos que despierte, pero otra parte me pide que siga durmiendo.
Que no me importe lo que la otra parte me pide que despierte, que la ignore y que no le haga caso y si ahora lo pienso prefiero hacerle caso.
Sé que en lo más profundo de mi hay una batalla, una lucha entre el bien contra el mal y es algo que no pienso meterme.
Porque cada vez que hacia el intento de abrir los ojos, sentía dolor, después veía guerra, mucha sangre, mis tímpanos pendían a gritos que se cerraran porque los gritos y llantos los colmaba a un punto que sentía miedo, y por ultimo veía catástrofe mucha pero mucho caos. Y cuando se volvían a cerrar no se escuchaba nada, había silencio total y es lo que comenzaba a amar en esto momento.
Amaba el silencio como cualquiera que lo hiciera, amaba estar en donde sea que estaba en silencio y dormir. Pero creo que todo sueño llega a su fin cuando siento un ardo que me recorrer todo el cuerpo.
“Despierta. — escuche el susurro calar en mis oídos sensible, pero me negaba hacerlo hasta que otra vez fue susurrado más fuerte haciendo que abriera los ojos y lo único que viera fuera negrura.
Hasta que mis ojos se acostumbraron en la oscuridad y pude ver que algún líquido me rodeaba por completo, haciendo que me asustara un poco y luchara pero antes que hiciera algún movimiento lo que me atrapaba se rompió como cristal y mi cuerpo cayó en el piso con gran violencia.
Mi cuerpo estaba débil y quise levantarme pero me costaba, por lo que medio logre fue es ponerme en posición fetal protegiendo mi desnudes abrazando mis piernas hasta que la temblores me pasara.
Volví abrir los ojos y aunque no había ningún ruido alrededor podía sentir cosas, así que nunca deje de estar en guardia hasta que volví a intentar levantarme pero no podía. Sentía una pesada en mi espalda y lleve mis manos atrás cuando sentí algo en ellas como pluma larga a lo que de inmediato las identifique como mis alas, por lo que deje de tocarla confundida hasta que mis piernas la lleve a la altura de mi pecho cruzada y extendiendo mis brazos a cada lado, note que de mi brazo izquierdo salía una luz azul y curiosa comencé a jugar con ella hasta que el lugar donde estaba se ilumino y reí sin gracia cuando supe dónde estaba, mire mi brazo derecho donde salía una luz como de fuego y esta me atraía como polilla a la luz plantando miles de ideas apocalíptica en mi cabeza y esta si sonreír feliz.
Seguí extendiendo mis brazos a cada lado cuando una pequeña luz se vio al final del lugar donde me encontraba y vi una figura al final, gruñí molesta por el olor que llego a mí.
— ¡No lo hagas!—el grito furioso que emano de aquella figura, solo hiciera que le sonriera malvadamente antes de ver como una espada de luz se posaba en su mano en posición de defensa.
Mi cabeza se inclinó hacia abajo y mi pelo cayó como cascada, cuando mis alas se abrieron. Y mi lucha interna me avisaba quien había ganado.
—Nunca debieron despertarme. —mi voz salió ronca y molesta y antes que él se moviera a una velocidad de luz hacia mí para matarme con la espada.
Me alce del suelo de donde estaba cuando mis alas me sacaron en un par de parpadeo de ese lugar y fue cuando mis oídos llegaron todos esos gritos y suplica, pero no le hice caso. Mi vista se había posado en la luna roja en el cielo, y como si todo fuera por arte de magia mí desnude paso porque una ropa de guerrera fue colocada en mi cuerpo y en mi mano se posaba una espada de fuego y esta me susurraba que el fin se acercaba.
A pesar que no recordaban quien era, sentía en lo más profundo de mí que yo era la que solo debía matar aquello.
Un ser que no provenía a este mundo.
Alguien que no debió nacer.
Una raza ligada entre un ser celestial y un Nefilim.
Algo que traía la condenación entera a nuestra vida.
Y yo, Leuksna debía exterminarlo. Arrancarlo y quemarlo, era la guerrera sin jerarquía. ¿Por qué? Porque debía decidir en qué bando quería estar primero cuando cumpliera los dos siglos para después ser cualquier ángel que quisiera.
Fui la última a la que hicieron, fui la que más poder dieron, fui la que todos envidiaban, y era la que debía salvar.
Miro bajo mis pies y solo veo tierra a igual que aquella iglesia, a lo lejos se escuchan el llanto y el lloro y con un solo grito al cielo un portal a los vivos se abre revelando aquella luna preciosa. Mi asenso es hoy y todos saben que solo traeré muerte a todo aquellos que me rodean, nadie se escapara de mi espada, sea Ángel, sea Nefilim, sea humano o sea algo del otro mundo. Nadie se salvara del destino que le corresponde.