En otra época.
Del cielo caíste como un rayos veloz impacto contra la tierra, lo que me preocupa es tu maldición desde el descenso.
Te vi, estuve ahí. Fui la primera persona en tocar la puerta para salvarte, pero era mejor alejarme. Si todo pasaba era algo, ¿no?
Att: Un desconocido que esta vez no pudo salvarte.
Los años pasan, la gente envejece, unos nacen; otros mueren. La vida de un humano es un ciclo interrumpible, un ciclo que deseaba tener pero ya vemos que nunca está de mi lado. Cuando eres uno de los primeros Nefilim, un soldado criado y preparado para la guerra, dispuesto a morir con solo el propósito de hacer el mal sabes que nadie puede pararte.
He visto tantas muertes, que decir que pude enamorarme era mentira. Destetaba el amor, sea de mi misma raza o la de humano, la odiaba. No quería saber o interactuar con ellos, pero ya vemos que tengo una suerte de perro.
Pero todo cambio cuando la conocí a ella, me enseño un mundo diferente al que estaba destinado a exterminar y por primera vez en siglo no me da miedo escribir los sueños que tengo que si cualquiera de mi clan se enterar, me matarían por ser alguien diferente a ellos que ve el futuro.
Recuerdo que la primera vez que la vi fue cuando estábamos casando algunos descarriados en colinas baja en un pueblo que ahora no existe, la noche nos arropaba a igual que la lluvia. No hacía falta extender una lámpara, cuando éramos cazadores antes que naciéramos. Los poderes que obteníamos nos daban tantos privilegios que algunos se propasaban de ellos.
— Por ahí, lo escucho.—menciono uno de mis compañeros.
Lo mejor de ser Nefilim es que tienes poderes que heredas de tu padre, lo malo que nunca mueres sino sea por la daga sagrada. Daga que guarda un protector que llevo tiempo buscando esa daga, pero nunca la he encontrado, llevaba siglos escondidas pero mientras tanto tenía que estar fingiendo que amaba ser un Nefilim.
— Embocadas, yo iré por abajo y ustedes por arriba.—ordene y ellos asintieron de acuerdo conmigo.
Cada quien hizo su trabajo y cuando por fin lo teníamos comenzó la pelea. Eran dos los descarriado que ya no quería permanece en la manada, pero serian esclavizado.
A pesar de los golpes que cada uno llevaba, uno de ellos se vino encima de mí, a lo que pude esquivarlo pero tan distraídos estábamos que terminamos en una pendiente que llevaba colina abajo a las cuevas oscuras, cuando mi pies resbalas ya que tenía rato lloviendo y el barro era algo que nos dificultaba en la pelea.
Bueno nunca fue una dificultad, pero la lluvia caía tanta como si el cielo se estuviera cayendo que nos hacía difícil la pelea y usar nuestras habilidades.
Había una pendiente en el bosque por lo que no vi por la lluvia y termine cayendo colina abajo, cuando mi cuerpo toco el suelo solo pude abrir los ojos por segundo y vi como un destello del cielo baja hacia el lugar donde quedaron algunos de mi compañeros peleando arriba.
Abría los ojos solo por cuestiones de segundo y lo volvía a cerrar, pero para mí era como una eternidad. Ya que a pesar que llovía fuerte escuchaba gritos y que alguien gritaba el nombre de un ángel.
Como pude me levante del suelo e intente subir, pero mis manos resbalaron con el barro que corría. Así que pensé fue seguir bajando hasta que pudiera hallar como subir. Media hora después cuando por fin la lluvia pasa y logre subir pero soy detenido cuando observo a una guerrera, sus alas extendidas en modo de defensa, mientras que su cuerpo es cubierto por una túnica blanca y un cinto dorado mientras sostiene una espada de fuego en mano.
Tenía un pelo ceniza hermoso que brillaba en medio de la noche, a sus pies se encontraba los cuerpos de mis compañeros muertos y su sangre corría por la pendiente que yo había caído hace minutos.
Me mantuve una distancia prudente de ella, pero a pesar que no hice ningún ruido ella me sintió.
— Dile a tus hermanos que paren con sus amenazan o en verdad van a conocer a la verdadera Leuksna.—solo me miro por encima de sus hombros.
Su pelo largo impedía que pudiera ver bien su rostro, mientras sostenía todavía su espada a un lado.
—¿Por qué no me has matado todavía? —pregunte, porque eso era lo que yo quería.
<<Morir, no seguir aquí con vida ni llevar mensaje de mensajero de un Ángel.>>
Su sonrisa fue una que no logre interpretar, pero a la vez una tranquila.
— Porque todavía no es tu hora de morir.—y después de eso dio un salto hacia arriba y desapareció en la noche.
Después de ese día no volví a encontrármela más, pero le di el mensaje a mi gente y ellos ni siquiera respondieron a su advertencia. Solo la ignoraron y comenzaron esta vez matando gente, familia y niños a lo largo que recorríamos el mundo.
Los sueños se presentaban cada vez más y lo único que lograba era escribirlo y guardas las cartas que eran para mí como un secreto. Ya que sentía que cada vez que soñaba con ella era como si ella se presentara en mis sueños para solo susurrarme una sola palabra:
—El día se acerca.