Darkcity

Episodio 30

Desde Paul

Cuando vives muchas veces de noche, a veces sientes que todo esto no es más que un sueño. Y tú mismo… solo te estás soñando a ti mismo.

Llegué a un callejón oscuro y apagué el motor. Aún no entiendo por qué acepté venir. Por qué finalmente me subí al coche y… ahora ya estoy aquí. Todavía no es tarde para escupir en todo y largarme, Paul. Ya tienes algo que perder. Kalen. Ella te necesita. Ustedes tienen un plan para la vida. Tienen un futuro. Y tú viniste a este lugar olvidado por Dios para recoger a un verdadero criminal. Alguien que mató a personas frente a tus ojos en plena calle.

Ragnar. Había algo en él. Algo que me atraía. Como si yo me pareciera a él. Pero ¿qué podía tener en común un simple, insignificante taxista con un bandido que había violado la ley más de una vez?
Extraño, pero me parecía que era bueno. Ni siquiera sé qué significa “bueno” en este contexto. ¿Y yo? ¿Acaso también me consideraba una buena persona, alguien que ayuda a los demás?

Salí del coche. Alrededor, todo estaba oscuro y silencioso. Mi fiel linterna volvió a servirme. Del fondo de la oscuridad emergió el callejón. Parecía ser aquí, pero ¿por qué no se ve a nadie? Silencio total, como en un cementerio.

Mis pies comenzaron a moverse por sí solos. Avancé y giré en la esquina. Había varios coches estacionados. Me detuve. Nadie, al parecer. Ni señales de vida: ni luces, ni sonidos. Me acerqué más y vi una puerta abierta que conducía a algún sótano.

Por alguna razón, sentí un miedo muy fuerte. Menos mal que mi linterna alumbraba a lo lejos, lo suficiente como para no tener que acercarme demasiado. Los coches estaban vacíos —lo comprobé de cerca. Bueno, ahora… la puerta.

De algún lugar cercano, desde la vuelta de la esquina, un coche salió disparado a toda velocidad por la calle. Me giré, el corazón me retumbaba como loco. El auto pasó zumbando y dobló la esquina. A los pocos segundos ya no se oía nada.

¡Dios mío, qué indefenso estoy aquí! Sin arma, solo, completamente desorientado, en plena noche. Pero volví a centrarme en aquella puerta.

Primero, el haz de mi linterna cayó sobre una pared. Me acerqué. Era un cuartito pequeño. Espeluznante... Y de repente —¡un cuerpo! Había un cuerpo humano tirado en el suelo. Me sobresalté. Pero mis piernas dieron unos pasos más por sí solas: «¿Qué es eso?» Otro cadáver.
Yacían adentro, casi uno sobre otro, porque no había nada de espacio. Cerca de ellos había armas y...

Ragnar. Lo reconocí.
Allí mismo, en el suelo, también yacía muerto Ragnar.




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