Darkcity

Episodio 38

EL OTRO

Cuando Alfred era niño, sus padres intentaron matarlo. Lo llevaron al bosque y lo colgaron de un árbol. Unos estudiantes que entraron al bosque a mear lo encontraron y lo salvaron. Tenía cinco años. Desde entonces, Alfred siempre fue una persona cerrada.

Y eso le ayudaba a concentrarse en su trabajo. Ahora mismo, al sabueso solo le importaba una pregunta: ¿Dónde está Ragnar?

— ¿Encontraron algo?

Su pregunta fue recibida con una manada de miradas hostiles.

— Nah, aquí no hay ni mierda.

Estaban parados en la calle bajo el cielo gris de Darkcity. Junto a ellos, la puerta del bar Miranda Shot.

— Tal vez alguna tarjeta. Algún papel...

— Oye tú...

Un poli se acercó a Alfred.

— Podemos ayudarte si queremos, pero en general: nos importa una mierda tú y todos los como tú. Si se matan entre ustedes hoy mismo, los sacarán de la ciudad como basura.

— ¿Entraste? —Alfred señaló con la cabeza la puerta del bar.

El policía frunció el ceño y no respondió.

— ¿Quieres que hagamos lo mismo con tu comisaría? ¿O con... tu casa?

— ¡Ni se te ocurra!

La tensión en el aire se volvió insoportable, a punto de estallar. Pero Alfred simplemente se dio la vuelta y entró. Vagaba por las entrañas vacías de Miranda como un fantasma. Vagaba por la mansión destruida de Maldini como un fantasma. Vagaba por el barrio de los alrededores como un hombre sin pasado ni futuro.

Alfred no tenía nada: ni esposa, ni hijos, ni familia. Solo el ejército de Mister Drak y la misión. “¿Dónde está Ragnar?”

— Necesito hablar con usted.
— ¿Quién es usted?

La mujer empieza a temblar de miedo. Están parados en una escalera apestosa. El mayor problema de Alfred era precisamente que ellos mismos habían aniquilado a toda la banda de Maldini. Pero logró encontrar a una exmesera del Miranda Shoot.

— Soy una parte interesada. Estoy buscando a Ragnar. ¿Le suena ese nombre?

— No.

En su rostro no había ninguna reacción, salvo miedo. Tal vez lo conocía con otro nombre. Tal vez solo lo había visto. El sabueso ni siquiera tenía una foto. Alfred se acercó a la mujer.

— No va a doler —dijo, y sacó un cuchillo.

La mujer soltó un quejido ahogado.

— Ragnar. ¿Cómo era físicamente?

— Había muchos... No sabía sus nombres.

— ¿Tal vez escuchaste algo?

Alfred la empujó contra la pared y le colocó el filo en el cuello.

— No, no... Menos sabes, mejor duermes.

— No en tu caso.

Alfred le hizo algunas preguntas más, pero luego la dejó ir. Sintió que no mentía. Como un fantasma, estaba atrapado en el tiempo, incapaz de influir en la realidad.

Por primera vez en muchos años, Alfred sintió una auténtica desesperación. Como aquella vez cuando lo colgaron en el bosque siendo niño. “No va a doler”, dijo su madre, pero unos segundos después ya no podía respirar. Y sus padres no lo salvaron. Se dieron la vuelta y salieron corriendo. Los dioses a los que rezaba se transformaron de pronto en monstruos que despreciaban su vida.

Lo mismo pasará con Mister Drak si Alfred no cumple con su misión.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.