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Ryan Gordon llegó a Holly Mountains un cálido día de julio...
No. Muy visto.
Bajo el azote de una fuerte lluvia veraniega, Ryan Gordon arribó a un pequeño pueblo a las afueras de Massachusetts...
No. No. No. Esto es una mierda. Así no inicia una buena historia. Esto huele a mediocridad.
Los rayos de sol se cuelan por entre las rejas de la ventana; es un día más en este mundo de mierda y sigo sin encontrar una buena manera de iniciar la historia que me hará rico, y encima es sábado. Los sábados apestan. Odio los sábados ¿Ha quedado claro?
Mi nombre es Quincy Jones y quiero escribir el mejor best seller de la historia de la literatura.
En realidad me llamo Timothy Harper, pero mis vecinos me llamaban Quincy Jones, no precisamente por mi afición al rock and roll y el soul y el color oscuro de mi piel, sino por mis tres matrimonios y mis siete hijos. La historia de mi vida es divertida pero no es la que quiero contar al mundo.
La historia que quiero contar es una llena de misterio y sorpresas, una historia que no conozco en su totalidad y espero que me sea develada en el transcurso de mi narración. Tengo la certeza de que los pocos detalles que conozco son tan solo las esquinas del puzzle y el verdadero misterio se encuentra dentro: en esas piezas que nadie se ha atrevido a juntar antes.
Él está sentado en el patio, tomando el sol mientras se fuma el quinto cigarrillo del día y apenas son las diez de la mañana. Es primavera, o al menos eso creo por el olor de las flores de majagua del otro lado de las rejas que rodean el recinto.
¿Ya les había contado que soy ciego?
Lentamente me acerco a él y aunque está de espaldas a mí estoy seguro de que intuye mi presencia porque su respiración se pausa momentáneamente. Sin mediar palabra se pone de pie y permanece callado, llevándose el cigarrillo a la boca para luego expulsar el humo por la nariz.
-¿Ya ha encontrado un inicio decente, Sr. Jones?- rompe el silencio y sus palabras quedan flotando en la brisa primaveral.
-Lo he intentado, juro que lo he intentado. Llevo trabajando día y noche desde que...- carraspea su garganta, ordenándome indirectamente que debo callar. Casi por costumbre, obedezco.
-Te dije que hasta que no encontraras un buen comienzo, no te contaría la historia de mi vida- permanecí a la espera de sus palabras- Pero te ayudaré a encontrar uno que valga la pena, porque el mundo ha de conocer esta historia. Así que piensa...¿cómo me conociste?
-No entiendo a qué viene esto...
-Déjate ayudar Timothy, y solo cuéntame cómo me conociste- exhalé y la brisa primaveral salió de mis pulmones como si fuese lo último bueno que quedase de mí.
Conocí a Ryan Gordon en un bar de mala muerte en Kansas, cuando fue expulsado a patadas por el dueño del local...