Darkness.

Capítulo 6: La condena.

A estas alturas cuestionó si servirá de algo defenderme de cualquier acusación, aunque solo sea para mantener mi honor ante estas criaturas. Es cierto que me enamore de Brian, es algo que tarde en aceptar, pero la realidad termino por imponerse con el tiempo, a pesar incluso de la vergüenza que significó reconocerlo. Lo hice a base de engaños y mentiras por su parte, pero también hubo tantos pequeños detalles que podrían haberme abierto los ojos y sin embargo los deje pasar. Creí que éramos una pareja fuerte, que juntos podríamos enfrentar las diferencias que implicaban pertenecer a mundos distintos, él un humano yo un ángel y con tantas responsabilidades sobre mis hombros.
Ahora he aprendido a desconfiar de todos, a aprovechar cada instante pues puede ser el último y no confiar en los finales felices porque no son realistas. Es una verdad dura y quizás no digerible para cualquiera, pero me enfrenté al mundo con una visión blanqueada gracias a Mark con su afán de protegerme y en realidad, prefiero una cruda honestidad. Los demonios en las alturas comienzan a murmurar entre socarronas risotadas al ver que he perdido la conexión con la realidad, pero me recompongo para afrontar las próximas declaraciones de nuestros jueces.
—¿Qué relación mantenías con ella? —cuestiona Soberbia, continuando con su regio mandato a medida que se aparta de mí para increpar a Brian.
—Interferí en su vida porque Dominik me lo pidió, quería que poseyera el cuerpo de un humano para hacerla caer en la oscuridad y cumplí con sus órdenes —contesta con claridad a pesar de que hablar parece costarle un mundo.
—Entonces traidor, si obedeciste el mandato del amo ¿Por qué Angelique tuvo que intervenir?
—Querían que la hiciera caer en la oscuridad, que la alejase de su familia y la incitase a cometer los peores actos. Pero llegado el momento me negué —declara manteniendo ese papel de mártir, pronunciando cada palabra con un profundo sentimiento mientras busca mi mirada, en un intento por hacerme confiar en su supuesta sinceridad—. Supongo que Dominik pensó que a Jessica le dolería más saber que yo la estuve engañando, por lo que deje de serle útil y envió a Angelique para acabar con todo —finaliza con resignación a medida que el recuerdo de esa noche me golpea con fuerza.
Reconozco incluso un deje de lástima en su tono, supongo que es debido a que la pelirroja cortó la posibilidad de que continuara mofándose de mí. Sé que mirarle solo despertara aún más ese cúmulo de repulsivos sentimientos que le profeso, pero siento que debo enfrentarlo. Encuentro que a penas presta atención a los siete, esforzándose solo por responder a sus cuestiones y por un instante soy absorbida por esos ojos grises que tanto removieron mi mundo. Hasta tal punto, que tengo la sensación de que quiere que sea yo quien lo redima o lo sentencie, cualquier cosa antes de continuar con esta indiferencia pasivo agresiva.
—¿Por qué te negaste a cumplir órdenes? —interviene Pereza con un tono cargado de escepticismo, condenándolo antes de escuchar siquiera lo que tiene que decir.
—Porque me enamore de ella —asegura tras un eterno minuto de silencio, en el que replantea si debería confesarlo. Entonces se desata una oleada de risas y mofas entre el público, que me llevan a desear que se hubiera quedado callado. Por un instante planteo unirme a ellas pues no concibo que aún siga con esa letanía, que me considere tan estúpida como para confiar de nuevo en esas palabras por mucho que las repita en el tiempo. Ahora más que nunca lo repudio, porque encima de lo que hizo, continúa esforzándose para dejarme en evidencia.
—¿Qué significa él para ti? —pregunta con excitación Lujuria animada ante la respuesta de Brian, sobre todo al percatarse del resquemor que me produce.
—Nada —sentencio sin un ápice de duda, de hecho el desprecio que siento por ese desgraciado es de las pocas cosas que tengo claras.
—¿Alguna vez le dijiste que lo amabas? —continúa incisivo, como no, deseoso de conocer cada ínfimo detalle de aquella ruinosa relación.
—Sí, pero fue un error —desvelo avergonzada, más aún, arrepentida de lo inconsciente que fui.
—¿Sospecharte alguna vez sobre su verdadero origen? —analiza la Pereza aparentando simple curiosidad, pero advierto con facilidad las intenciones ocultas detrás de su tono ligero.
—No —respondo aunque quizás es del hecho que más culpable me siento. Pues sospecho que de no ser por lo drástica que fue Angelique en su revelación, si tan solo hubiera venido a contármelo todo, yo no la habría creído. Tanto por la fe que deposite en Brian, como por orgullo propio, seguiría manteniendo la fe de que ese humano inocente que amaba era real.
—¿Has herido a personas por estar con él? —incide la Avaricia con un tono ronco que me eriza la piel.
—Demasiadas —reconozco teniendo que agachar la cabeza para esconder que estoy al borde de las lágrimas. Sabía que esto no iba a ser fácil, pero realmente son muy buenos en su labor, porque están logrando remover cada pequeña culpa que he mantenido bajo llave estos meses. Incluso después de las reiteradas veces que pedí disculpas a Ethan sigue doliendo la manera en que lo trate y reconozco que soy una hipócrita, pues no es que ahora me comporte con él de un mejor modo. En realidad he interactuado con todos como si fueran menos que escoria, pero de nada sirve arrepentirme cuando ya no tendré la oportunidad de arreglarlo.
—¿Lo amas? —cuestiona disipando mis atormentados pensamientos al ser consciente de que la siguiente respuesta tiene una enorme relevancia. Por ello alzo la vista para contemplarle, observo a Brian como nunca antes he tenido la valentía de hacerlo. Mostrando entereza, fuerza y con una mirada llena de emociones, pues estas palabras no van solo dirigidas al jurado, sino también a él e incluso a mi misma.
—Lo odio casi tanto como a Dominik y si no fuera por este maldito juicio, estaría buscando la manera de acabar son su vida —confieso sin edulcorar ni un ápice lo que siento, una mezcla de ira e impotencia. El sabor de la traición es tan duro y amargo que casi lo paladeo a medida que contemplo encantada como su expresión se deforma tras oír la verdad. La rabia aumenta al ver que continúa con su teatro de triste enamorado y finge dolor, hasta angustia. Parece que su mundo se derrumba en un instante y solo me produce placer haberle infligido ese sufrimiento, pues es un ápice de lo que yo tuve que experimentar al descubrir su engaño. Jamás podría amar a alguien que me hizo tanto mal.
—Maravilloso, maravilloso… —murmulla Ira disfrutando con deleite de los oscuros sentimientos que me embargan.
—Hasta ahora ambos habéis dicho la verdad. Es evidente que os conocisteis debido a los designios del amo y al parecer este asqueroso traidor se enamoró de un hermoso ángel… —declara Soberbia entre gritos. Mofándose de la patética historia que tiene ante él e indirectamente de nosotros, tan solo títeres movidos por Dominik a su antojo. A pesar de la vergüenza, intento mantenerme estoica a las burlas y en alerta, consciente de que el final esta cada vez más cerca—. Pero parece que tú lo odias, tanto que casi puedo sentir esa rabia como si fuera mía —pronuncia con deleite acercándose un poco para olfatear el ambiente a mi alrededor, volviendo a su posición con un gemino de placer.
—Sin embargo reconoces que hiciste cosas de las que no estás orgullosa por estar con él, ¿Cómo cuáles? —indaga la Envidia hablando por primera vez, sin embargo se muestra igual que deseoso que el resto de profundizar en mis faltas.
—Mentí, engañe y traicione la confianza de las personas que más me quieren… o querían —admito incapaz de evitar que mi voz flaquee en ciertos momentos, embargada por los recuerdos y la aflicción que los acompaña.
—Así que llegaste a quererlo, de lo contrario no lo habrías hecho... Le profesaste amor a este ser —proclama incrédulo, girándose hacia Brian para recalcar la enorme equivocación que cometí.
—¿Es cierto que estuviste a punto de entregarte a él por completo? —cuestiona con un tono bajo y seductor la Lujuria, una voz que podría engatusar a cualquier incauto, pero la poca inocencia que quedaba en mí murió hace mucho. Con su pregunta nuestros espectadores estallan en carcajadas y pitorreos, sin embargo trato de controlar mi vergüenza ante semejante humillación.
—Jamás les dije nada al respecto —asegura Brian de inmediato al percatarse de la impresión que proyecta mi rostro, pues no puedo evitar regresar a aquella noche en la que nos besamos como locos, ardientes de pasión y que de no ser por él yo habría sucumbido a la tentación de la carne. Ahora agradezco a todas las fuerzas del universo no haberme enredado en las sabanas con semejante criatura, aunque puede que en la versión que ha disipado entre lo suyos incluso alardee de haberse acostado conmigo.
—¡Silencio! —reclama Soberbia iracundo por la intervención del acusado, con un grito que resuena por el lugar de manera que hasta las criaturas que sobrevuelan el cielo exclaman con nerviosismo—. Así que es cierto… Sabía que el odio que brilla en tu mirada no podía ser solo por haberle entregado tu corazón —dice confirmando en cierto sentido que Brian realmente no les ha contado nada respecto a las intimidades que acontecieron durante nuestra falsa relación, pues parece que son simples especulaciones. No obstante no confió en Brian, ni en esa apariencia inocente e incluso afligida que se esfuerza por exhibir, de manera que estoy más decidida que nunca a dejar las cosas claras, aunque hiera mi orgullo en el camino.
—No sucedió nada.
—!Oh vamos! Él te deseaba y tú sentías lo mismo, ¿Qué ocurrió? —indaga Lujuria con ferocidad—. Te dijo bonitas palabras, te beso, se preocupó por ti —continúa con tal excitación que parece que está reproduciendo cada detalle en su mente, imaginando las manos de Brian sobre mí, el calor de nuestros labios, la respiración agitada mientras hacemos el amor. Una escena que me pone la piel de gallina, pues algo en lo más profundo de mi corazón se inquieta ante dicha imagen, pero lo escondo.
Yo no le amo, es más, lo detesto con todo mi ser. Y es ese odio visceral lo que me esfuerzo por reflejar cuando Lujuria se acerca, como si de ese modo pudiera extraer los secretos más oscuros de mi sucia alma. Entonces alza su brazo cubierto por la capa y de entre los pliegues de la tela aparece una mano monstruosa, huesuda y con largas uñas. 
Intento controlar el pánico que me embarga, en especial cuando la extremidad se mantiene entre nosotros amenazante, pero advierto que su rostro se alza ligeramente como si estuviera olfateando el aire. Más bien creo que busca mi aroma y entonces comprendo que es ciego, puede que todos lo sean, pues no es hasta que capta con absoluta firmeza mi olor que dirige con certeza su ataque. Luciendo inofensivo pasa su dedo índice por mi mejilla produciendo un pequeño corte que resulta el detonante de una cadena de sucesos ajenos a mi control e incluso entendimiento.
—¡No te atrevas a tocarla! —grita Brian con una furia descomunal, teniendo que agarrarse a ambos lados de su atril para controlar el deseo de saltar sobre la criatura hasta alejarla de mí. Sin embargo la Lujuria parece obnubilada conmigo, más aún cuando con actitud inexpresiva rozo el corte que me ha hecho en el rostro. Contemplo la sangre entre mis dedos, roja y vibrante. Una simple herida que no se compara a los enormes desgarros que porto en el corazón.
Precisamente es mi calma lo que le aburre, por lo cual se gira a una velocidad impresionante y desgarra el brazo de Brian con sus zarpas, decidiendo que ya no darán más advertencias. El joven soporta el dolor sin un solo quejido, su cuerpo se perla con un sudor frío producto de la sangre que cae a borbotones de la herida, pero no me aflijo. Hasta que pasan unos eternos minutos de silencio sepulcral donde la habilidad de curación que los demonios también poseen parece no actuar en él, y cuestiono si quizás una lesión infligida por uno de los siete Pecados Capitales es tan poderosa que requiere de verdaderos cuidados para sanar.
Por un instante planteo la posibilidad de que esto no sea una escena planeada con el fin derretir mi frío e inerte corazón, en especial cuando observo auténtica agonía en sus ojos grises. Veo el deseo de caer de rodillas preso del dolor, de gritar millones de verdades ante todos, pero en especial delante de mí.
``No puedo creer en él. No va a herirme otra vez. No podre resistir algo así´´.
—Ella no tiene la culpa de nada, me detesta ¡No lo veis! —proclama con rabia sosteniendo su brazo a duras penas para detener la hemorragia mientras contempla mi expresión velada, falsa, un rostro que no muestra afecto alguno por la persona que tiene delante—. Desde el momento que supo que era un demonio solo me ha mirado con repugnancia. Yo la amo y siempre lo haré, así que soy el único que merece recibir un castigo —proclama impotente, con una emoción tan desgarradora que araña con crueldad los muros que he construido a mi alrededor para protegerme.
—Ella asegura que hirió a personas con tal de estar contigo, aunque no supiera que eras un demonio, hizo mal a su gente y debe pagar por ello —determina Soberbia, alzando sus manos al aire para recibir a cambio los vítores y alagos de la multitud cada vez más encantada.
—¡No! —exclama Brian interrumpiendo el escándalo que reina en Bakal, horrorizado por las indolentes palabras del demonio—. Exijo una audiencia privada —dice con toda la determinación que logra reunir en su débil estado y por primera vez desde que comenzó el juicio tengo la sensación de que rehúye mi mirada. 
—¿Qué significa eso? —cuestiono nerviosa ante su brusco cambio de actitud, pues algo me dice que tiene una idea en mente y temo de lo que pueda tratarse.
—Una audiencia a un traidor —se mofa con un tono escalofriante la Avaricia, ignorando por completo mi pregunta y girándose para encarar a Brian como si hubiera cometido la mayor de las ofensas—. Intentaste asesinar a nuestro amo por salvar a uno de ellos ¿Por qué haríamos algo así?
—Tengo derecho, aún soy parte de esta raza y conservo mis alas para demostrarlo —se defiende con valentía o más bien temeridad, pues nadie en su sano juicio se atrevería a enfrentar a semejantes seres con tanto ahínco.
—Se le concede —claudica Soberbia tras un insostenible instante, en el que los siete examinan a Brian como si se planearan el ejecutarlo aquí mismo, para después continuar conmigo sin más ceremonias. No obstante quizás sea por la multitud, porque buscan seguir los designios de Dominik o que esto no es más que otro macabro plan para engatusarme, terminan refrenando sus bajos instintos y siguen un protocolo que desconozco—. Habrá un receso de diez minutos, ni un segundo más traidor.
Del mismo modo en que aparecieron, los siete Pecados Capitales son engullidos de nuevo por ese extraño aro de fuego, pero en esta ocasión arrastran a un encadenado y herido Brian con ellos. Pese a la cercanía lo único que alcanzo a contemplar del lugar al que se dirigen es una profunda oscuridad, tan densa como nunca antes he visto. Lo último que recojo del demonio al que un día le entregue mi inocente corazón es precisamente esos ojos grises, misteriosos, que me contemplan como si supieran con toda certeza que esta será la última vez que nos encontraremos.
Un nudo se me forma en la boca del estómago, quizás por el ansia de ejecutar esa venganza que algún día jure ejercer contra él y que ya nunca podrá ser. Eso es, tiene que deberse a los infames sentimientos que le profeso. De hecho, con toda seguridad este hablando con los siete a fin de reducir su condena, estableciendo algún pacto para salvarse de un terrible castigo a cambio de información sobre mí o algo peor. Es un maldito traidor y una vil rata como él no cambiará jamás.
A medida que los minutos transcurren la ansiedad asciende tanto por mi parte, como en las alturas, donde los demonios continúan comentando con sátira los mejores momentos de lo que va de juicio. Veo a Molok y Moldravik jactarse como reyes del ridículo que les hemos brindado e iracunda aparto la vista con repugnancia. Me han acusado de cosas terribles que por suerte jamás llegaron a suceder, pero al mismo tiempo he tenido que admitir dolorosas verdades de las que me arrepentiré de por vida.
Todo el daño que hice para estar con Brian pesa demasiado, incluso tras los meses que han transcurrido. Pero haber tenido que reconocerlo ante esta maléfica corte ha revivido cada pelea, la estúpida confianza que sentí de estar luchando por lo que era correcto, ese amor tan enorme por el que hubiera sido capaz de enfrentar a mil ejércitos. Ahora aguardo a que los siete Pecados Capitales regresen para ser ejecutada, pues no creo que mi condena sea inferior a una cruel y agónica muerte.
Trato de no pensar en como están los Black y el resto de personas que me quieren. Del mismo modo que espero que los demonios se deshagan de mi cuerpo tras arrebatarme la vida y no los torturen más conmigo. Conozco la crueldad de Dominik mejor que nadie, quizás porque yo también he fantaseado con las macabras cosas que le haría si pudiera, sin embargo ya es imposible. A pesar de su ausencia sé que ha estado escuchando cada segundo del juicio, presiento su aura escrutadora en mí.
Neurótica examinó el espacio que me rodea a pesar del riego de avivar las burlas de los espectadores, pues un profundo dolor estruja mi pecho y tengo la sensación de que el fin ha llegado. Como una prueba de ello unas oscuras manchas aparecen sobrevolando el escenario del juicio en un tornado que amenaza con consumirme, hasta que se materializan de nuevo los siete Pecados Capitales en sus respectivos lugares pero sin Brian.
Está claro que desconozco el amplio abanico de habilidades que poseen, sin embargo el instinto me grita que no es eso de lo que debo preocuparme, sino más bien la ausencia del joven. Pues tal vez ya han acabado con su vida y regresan para hacer lo mismo conmigo. Es una posibilidad que crece de manera exponencial cuando Soberbia da un paso al frente y en el suelo queda la marca de su deforme planta manchada de sangre, que supongo, pertenece a Brian. Tengo tanto miedo que no puedo contener el ligero temblor que me embarga y decido dedicar mi último pensamiento a las personas que amo, aunque nunca puedan llegar a saberlo.
``Os quiero con todo mi corazón y espero que podáis perdonar el daño que os he causado´´.
—Es el momento de que el juicio llegue a un veredicto y hemos comprendido que la joven solo se involucró con el traidor mientras creía que era humano —proclama la criatura por todo lo alto, generando una expectación sin igual en Bakal, pero especialmente en mí—. Por lo que los cargos de relacionarse con un ser perteneciente a nuestra raza quedan absueltos —sentencia como si fuera su última instancia, mientras los observo pasmada, incapaz de abrir la boca para decir nada, pues temo que esto se trate de una ilusión. Tan solo, no puede ser real.
—Sin embargo es cierto que hirió a su gente por egoísmo para estar con el joven que amaba, pero es un castigo que solo los afectados pueden ejecutar —añade la Gula generando aún más gritos de indignación y rabia sobre nuestras cabezas. Pero el extraño alivio que siento se ve sustituido por una inmensa confusión. Desde el comienzo cuando el arcángel me confesó sobre la oferta de la oscuridad a cambio de la tregua hacia Elis, supe que era solo una excusa para sentenciarme a muerte.
Sin embargo ahora los cimientos de lo que creí se derrumban hasta dejarme en la más absoluta nada. Mi vida parece que seguirá adelante, pero tengo la sensación de que algo más se ha gestado aquí, un pacto que sin importar lo que me esfuerce no voy a lograr descifrar hasta que quizás sea demasiado tarde.
—Por la abominación de relacionarse con ella de forma romántica el traidor será castigado, igual que por negarse a seguir las órdenes del amo —declara la Lujuria con la esperanza de calmar a la multitud enfurecida con la promesa de que verán correr algo de sangre, aunque no sea la mía. Pero yo sé que a esa lista de pecados se le suma uno más, que tratan de ocultar con el patético afán de hacerse los justos y es que Brian intento matar a Dominik en el puente.
Talvez eso también fuera una farsa, algo planeado entre ellos, pero yo misma vi el puñal que atravesó su negro corazón y Dominik se lo hará pagar aunque sea tan solo por el dolor que le produjo la herida. Insegura valoro todas las razones por las que mi progenitor buscaría traerme hasta aquí, tenerme entre sus zarpas, para soltarme como un pajarillo. En su día hubiera pensado que es porque no me considera peligrosa, pero ambos sabemos que eso ya no es así.
La misma profecía a la que tanto teme vaticina que yo liderare la oscuridad hasta destruir todos los mundos y eso es una clara amenaza para su reinado. No hay duda de que me quiere tan muerta, como yo deseo eliminarlo. ¿Qué le habrá hecho cambiar de opinión? ¿O quién? De inmediato lo descarto. Hace unos segundos valoré la posibilidad de que Brian pidiera la audiencia para salvar su cuello, pero puede que estuviera buscando mi absolución. Dentro de la repulsión, el dolor y la rabia que siento hacia él una pequeña semilla de duda se instala, amenazando con crecer hasta generar una insoportable angustia, pues quizás las cosas no sean blancas o negras. Igual que el alma del joven traidor.
—Eres inocente, por lo que puedes regresar a la Tierra —finaliza Soberbia luciendo ansioso de terminar con esto para retirarse. Así que soy obligada a dejar de lado mis alocadas elucubraciones y centrarme en el inquietante presente.— Aunque recuerda que siempre tendrás un hueco aquí, al fin de al cabo, cada vez te pareces más a uno de nosotros —agrega ponzoñoso.
—Preferiría que me arrancaran la piel a tiras, antes que ser otra sirvienta de Dominik —clamo por todo lo alto asegurándo que sin importar donde se esconda ese asqueroso ser, pueda oírme con claridad. Incluso a riesgo de que los siete Pecados Capitales escojan cambiar su veredicto.
—Maldita blasfema —clama Ira encaminándose hacia mí con toda la intención de cerrarme la boca para siempre, incapaz de presenciar una falta dirigida a su adorado señor.
—¡Fuera! —grita de repente la Gula y con un breve movimiento de su esquelética mano, la runa en mi brazo arde de nuevo para emprender el viaje de vuelta a la Guarida. Dejando Bakal como una horrenda pesadilla y regresar a mi hogar. Pero este mundo ha instalado en mi psique más preguntas que respuestas y como siempre, no podre descansar hasta alcanzarlas.




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