Darkness.

Capítulo 7: Promesas.

3 días después.

La soledad es algo peligroso, puede que incluso más que el miedo o la sed de venganza. Es silenciosa, aparece en tu vida y se instala como un fiel compañero hasta que cuando te quieres dar cuenta no solo la necesitas, sino que las ansias. Añoras la paz que se puede encontrar en ella, pero al mismo tiempo es un veneno porque sin casi percibirlo té aísla, de todo y todos los que amas, hasta que es demasiado tarde para que puedan salvarte. Han pasado tres días desde mi viaje a Bakal, tres días tortuosos con sus fatídicas noches, setenta y dos horas de clausura autoimpuesta.
No pensé que sobreviviría a ese inframundo, pero tras abandonarlo reconozco que dude poder superar lo que allí aconteció. Cuando regrese a la Guarida lo hice al borde de la inconsciencia, tirada en el suelo como una débil y asustada criatura, hasta que las gélidas manos de Ethan posándose en mi rostro me ayudaron a reaccionar. Los murmullos se convirtieron en gritos de sorpresa, muchos cargados de auténtico temor pues no solo he sido el único ángel en viajar a Bakal, sino en regresar de sus tenebrosas profundidades.
Rememoro el ardor de la runa, un dolor tan enorme que inconsciente acaricio la virulenta cicatriz que al fin se ha generado en mi antebrazo, como si pudiera calmar el sufrimiento de esa pobre versión de mi misma. Su voz llorosa, cargada de una agonía infinita es lo último que recogí antes de cerrar los ojos, demasiado exhausta para continuar enfrentando la realidad. Pues contra todo pronóstico estoy viva y ya nada será como antes.
No he parado de dar vueltas por la habitación durante estos días elucubrando sobre porque Dominik me ha dejado marchar, al mismo tiempo que una voz débil en mi interior susurra una posibilidad cuanto menos intolerable. Por eso la destierro cada vez que aflora, pero resurge con más fuerza, al punto que temo volverme loca. ``Ellos estaban dispuestos a condenarme. Al menos hasta que se produjo el receso, se llevaron a Brian y volvieron para exculparme de todo´´ reverbera de nuevo.
Quizás esto es lo que busca Dominik, lo que más disfruta es torturarme con su maquiavélica mente, pero sé que esta tan harto de mi existencia como yo de la suya. Él quiere verme muerta y sin embargo, algo intervino a para impedirlo. Un demonio de ojos grises con un alma que me resulta un misterio ha podido salvarme, es una posibilidad macabra que ante todo no debería importarme como lo hace. Pero con el tiempo la pregunta deja de ser si él realmente ha intervenido a mi favor y pasa a ser ¿Por qué?
A este punto Brian debe estar muerto o cerca de estarlo, sin embargo su imagen regresa a mí en pesadillas, en insoportables recuerdos. Revivo cada instante en Bakal, nuestras mutuas confesiones y desplantes, pero solo veo engaños, falsedades. Me fuerzo a creer que no me ama, que no siento nada por él hasta que una mañana determino que sin importar si su corazón sigue latiendo, está muerto para mí. Tengo que poder seguir adelante y me niego a que influya más en mi presente, mucho menos, en el futuro.
Es una claridad que pensé que jamás llegaría, en especial cuando lo primero que sentí al abrir los ojos de nuevo tras regresar de Bakal fue la abstinencia. He sufrido toda clase de padecimientos desde que descubrí este mundo de luz y oscuridad, pero esto ha sido otro tipo de infierno. Se trata de una necesidad inalcanzable e infinita que busca consumirte hasta que dejas de ser tu misma. Desee por instantes que los siete Pecados Capitales hubieran acabado conmigo a tiempo, pues dude llegar a resistirlo. Temiendo por la vida de los habitantes de Anfor me encerré en mi cuarto, generando en él un hábitat oscuro dentro del cual poder sobrevivir sin herir a nadie.
Vi cosas indescriptibles, escuche voces salir de lo más hondo de mi alma que buscaban seducirme con sueños de grandeza, comprendí como nunca antes la magnitud de mi poder. De la oscuridad que poseo y bajo la que podría derrotar a razas con tan solo un chasquido de mis dedos. Algo por lo que muchos matarían, sin embargo yo no he dejado de temer. Sabía que era peligroso, cualquier descuido ha podido perjudicar el delicado equilibrio de las Wisterias de manera irremediable, pero era mi último recurso. Pues por primera vez desde hace mucho tiempo estoy decidida a subsanar mis errores.
Incluso dentro de esa espiral de necesidad en la que termine convertida, no estuve sola. Todos estaban a mi alrededor desde el momento en que abrí los ojos y detrás de las puertas de mi cuarto después que les dijera que debían irse. Alex y Carmen vinieron cada día para preguntar si necesitaba algo. Erika trajo los desayunos en un tenso silencio, aunque siempre repitiendo lo mismo ``estamos esperando por ti´´. Ricky pidió que cambiara las vendas de mis cortes y Renny como no podía ser de otra manera, apareció con una pila de los mejores clásicos de la Literatura que pudo encontrar en la biblioteca.
No importa que a penas haya comido y mucho menos he podido dedicarle tiempo a libros o curar algún corte o rasguño, lo que de verdad valoro es su preocupación. Pues aunque nunca les dirigí una sola palabra consumida por mis propios demonios, no cesaron en su empeño, en especial Ethan. No puedo contar las veces que he acariciado la puerta de la habitación soñando con abrazarle, pero demasiado asustada para salir, temerosa de mancharlo con mi maldad. Creo que un miedo similar es lo que ha mantenido alejada a Evone, la incertidumbre de que vuelva a herirla si se acerca demasiado, pero no puedo culparla.
Ahora a medida que abandono por primera vez la habitación después de tres días de soledad revivo aquellas palabras de Alex. El dejar que la oscuridad se apodere de mí es darle una inmensa satisfacción a Dominik, pero además sería convertirme en algo mucho peor que él. Incluso siendo la oscuridad encarnada, ambos sabemos que el poder que poseo puede llegar a ser tanto o más letal que el suyo si lo liberase. Pero ya no encuentro satisfacción en dicha idea, quiero venganza por mi madre, por Mark, por mí y todos los seres a los que la raza demoniaca ha herido, sin embargo ese deseo no vale la infelicidad de las personas que amo.
El frío de la noche se cuela por debajo de la fina bata que porto, no he encontrado el ánimo de arreglarme, seguramente porque sé que a estas horas no debería de haber nadie aquí fuera. Sobre todo desde que el arcángel ha enviado a la mayoría de guardias que protegían Anfor a entrenar para perfeccionar sus habilidades y asistir a los nuevos guerreros. La luna brilla en el firmamento reflejando su blanco fulgor en el mar, generando un aura mágica. Pensé que nunca llegaría este momento, donde aún cargo mucho dolor y problemas con los que lidiar, pero se ha establecido una extraña tregua. Lo peor de la batalla entre el bien y el mal está por llegar, casi puedo percibirlo en la ansiedad y el miedo que desprende cada ángel últimamente, pero no volveré a rendirme.
—Sé que estás ahí —digo de repente en mi aparente soledad, sin embargo abandono la hermosa imagen del mar para verlo salir de entre las sombras. No hay duda que su indescriptible belleza es una visión más impresionante que cualquier paisaje y sobre todo, una que no me he dado cuenta de lo mucho que añoraba.
—No quería molestarte, solo saber como estas, aunque sea de lejos —dice Ethan avergonzado, sin acercarse a mí, pero aun así advierto que me examina de pies a cabeza. Puede que para asegurar de que soy real o tan solo por comprobar el estado de mis heridas.
—Bueno, estoy viva, eso es un avance —comento sin saber bien que responder. Antes siempre hablaba con él con una confianza liberadora, después mis palabras eran deformadas por el manto de oscuridad que nublaba mi juicio y ahora siento una profunda timidez. 
—Es más bien un milagro —sentencia como si fuera un pensamiento que sale de lo más hondo de su ser. Es entonces cuando nuestras miradas conectan en medio de la tranquila noche y por un instante creo que ambos sentimos lo mismo, la sensación de estarnos reencontrando después de mucho tiempo. Algo que parece incomodarle—. Ya me voy —menciona de repente girándose para huir de mí.
—¡No! Quédate… Si quieres claro —pido, pues no puedo reprocharle ese deseo de escapar, en especial cuando yo lo he generado. Con cada desplante, insulto velado o mala palabra he ido marchitando el amor que existía entre nosotros.
Sin embargo y creo que para sorpresa de ambos, Ethan avanza lentamente hasta situarse a mi lado a fin de contemplar la noche igual que yo hace unos instantes. El ambiente se torna algo tenso entre los dolorosos recuerdos que nos rodean a ambos y las cosas que nos gustaría confesar, pero no encontramos el valor para expresar en voz alta. Así que considero que debo ser la primera en sincerarse.
—Lo siento —digo en un tono ahogado, logrando pronunciar dichas palabras a pesar del nudo de emociones que tengo en la garganta. Al instante mis ojos lagrimean aunque contengo a duras penas el deseo de echarme a llorar. Es curioso como en todos estos días de tortura, incluso en Bakal, no solté ni una lágrima. Pero cuando tiene que ver con las personas que amo, la parte más indefensa de mí sale a relucir—. Sé que no vale de nada, que no es suficiente, pero es la verdad —confieso consciente de que hay muy poco que pueda hacer para subsanar los problemas que les he causado.
—Aún no creo que estés aquí —menciona en un susurro, como si se tratase de un pensamiento que escapa de entre sus labios, aún ausente en la vista del océano—. Ese día en la Guarida me convencí de que no volvería a verte y cuando ardiste en llamas tan solo…
—Ethan —le interrumpo incapaz de soportar la aflicción que denoto en su tono, en su expresión cuando cierra los ojos como si reviviera dicho instante con absoluto pánico.
—Quise arder contigo —finaliza reuniendo el valor para contemplarme pues es en su mirada donde radica esa determinación, la confirmación absoluta de que sus palabras son ciertas. Pero me abstengo de siquiera imaginarlo, la idea de que Ethan se acerque a las llamas de Bakal es algo que no podría soportar. Entonces recibo una ínfima parte del sufrimiento que han de haber padecido, pues yo solo lo visualizo como una pesadilla, ellos tuvieron que contemplarlo de primera mano.
—No pensaste en lo que dejabas atrás. Tu muerte estuvo a punto de destruirnos —recrimina con todo el derecho, y poco puedo añadir cuando lo que está diciendo es la verdad.
—Creo que nada de lo que diga arreglara lo que os he hecho pasar —admito avergonzada.
—Cierto. Pero los actos valen más que las palabras —sentencia al comienzo con un resquemor que proviene de la rabia acumulada, hasta que algo cambia. Quizás advierte verdadero arrepentimiento en mí y parece tratar de comprender también lo mal que yo he tenido que pasarlo—. ¿Sigue doliendo? —pregunta con un tono más piadoso, acariciando con suavidad la runa en mi antebrazo. Por un momento desearía que él pudiera borrarla, que su cariño lograse eliminar todo lo malo que hay en mí, pero la realidad no es tan sencilla.
—Es extraño, en ocasiones cuando la oscuridad prevalece en mí, arde, pero generalmente no es más que una herida —comento haciendo el esfuerzo de hablar del tema con él por primera vez. Lo hago con naturalidad, bajo la esperanza de allanar el camino para dialogar más de los fantasmas que me acosan en el futuro. Con ello reconozco de manera implícita que necesito su ayuda, que deseo tenerlo a mi lado no solo en los buenos momentos.
Sin embargo me arrepiento al instante de haber pronunciado semejante confesión, pues aunque no se percibe de un modo visceral, sí reconozco el rechazo en su expresión. Incluso sus ojos se tiñen con una cierta rabia, como si no quisiera admitir que ya no soy solo luz y bondad. Es algo que duele tanto que escojo cambiar de tercio y sin darme cuenta, una nueva coraza protege mi corazón, pero de él.
—El demonio que me puso la runa…
—Enzo. Es uno de los demonios puros que atrapamos en la Guarida para intentar sacarles información sobre los planes de Dominik empleando el poder psitico de Ricky —responde consciente del drástico cambio de tema, pero se nota más que conforme con ello. Aun así su rostro se torna serio, casi impenetrable. Por lo que he de suponer que Ricky no es el único que interviene, sino también su fuerza descomunal hace una gran labor en esos seres. Pero después de las barbaridades que han hecho los demonios, no lo censuro. Hemos de combatir fuego con fuego o Elis, la Tierra y la raza angelical serán los que ardan.
—¿Y como vais con eso?
—Nada, ahora que es más poderoso sabe cubrir bien sus pasos. Está en todos lados y en ninguno al mismo tiempo —alega con auténtico odio—. Es como si fueran una plaga —murmura cerrando las manos en puños hasta que sus nudillos se tornan blancos, cegado por la rabia.
—Lo son —asevero recordando la injusta acusación que levante sobre él, respecto a que no hacían nada para luchar contra Dominik y que solo enviaba a jóvenes ángeles a la muerte. Es evidente que el tiempo me está dando en las narices donde más duele.
—¿Qué sucedió en Bakal? —cuestiona unos segundos después, atreviéndose a adentrarse en dichos sucesos ahora que estamos sumergidos en nuestra aversión mutua hacia la raza demoniaca.
—Dominik no asistió, fueron los siete Pecados Capitales quienes nos juzgaron —respondo insegura de compartir más detalles.
—¿Él estaba allí? —dice tras asimilar la sorpresa ante la mención de los siete, pero cabía esperar que tratándose de Brian, sea su presencia en el juicio lo primero que salga a relucir en su mente.
—Sí —confirmo escueta. La verdad es que después de ver su reacción al mentar mi oscuridad por tan solo un instante, no me atrevo a contarle demasiado de la experiencia en Bakal, aunque tampoco es que desee hablar de ello con nadie más.
—Ellos son importantísimos para Dominik, es inaudito que estuvieran allí —continúa percatándose de la incomodidad que siento y demuestra que a pesar de las dificultades, también trata de volver a recuperar esa bonita relación que había entre nosotros.
—¿Por qué los valora tanto?
—La verdad es que desconocemos muchas cosas de ellos, pero sabemos que provienen de la oscuridad, pues al ser incapaz de crear vida desprendió ciertas partes de sí mismo para originarlos —me alecciona sumergiéndonos en la cruda realidad del peligro que corrí al viajar a ese maléfico mundo.
—O sea que los Pecados Capitales son partes de la oscuridad, de Dominik.
—Así es. Son criaturas hermafroditas, de ellos salen los demonios de alto rango. Pero al ver que eran demasiado poderosos para abandonar Bakal tuvo que buscar otra fórmula… —continúa hasta que me veo en la necesidad de interrumpirle.
—Entonces pidió ayuda a las brujas para con magia negra crear a los demonios puros —concluyo recordando las brillantes lecciones que recibí en la Guarida sobre la historia de la luz y la oscuridad desde sus orígenes. Entonces alguien me viene a la mente, un joven de ojos grises, un demonio puro que no deja de ser el descendiente de los siete Pecados Capitales y la magia negra. Por lo que solo habita maldad en su corazón desde su creación, algo que necesito recordar siempre.
—Exacto —comenta sorprendido con mi agudeza—. Por eso creemos que Dominik los cela tanto, porque si ellos son destruidos no podrían generarse más demonios de ningún tipo —dice como si fuera una epifanía.
—Por eso tienen tanto poder —murmuro perdida en mis pensamientos—. Solo estuve con ellos unas horas y a penas pude creer de lo que eran capaces.
—Lo que sabemos es que cada uno es capaz de reconocer los pecados que ha cometido una persona, pero más allá de eso, pueden distinguir cuando les mienten —comenta sin tener idea de la marabunta de interrogantes que acaba de despertar en mí. Pues un único momento se apodera de todo, el instante en que Brian dijo con absoluta entrega que se había enamorado de mí y a continuación la voz de Soberbia reconociendo que estábamos diciendo la verdad.
``No es posible, es solo otro engaño. No puedo caer en ese vacío de nuevo, debo alejar esas ideas antes de que vuelvan a consumirme´´.
 —Son voraces, verdaderos monstruos que se alimentan de la carne de los demonios más débiles que caen entre sus fauces —adereza Ethan interrumpiendo esos destructivos pensamientos, lo cual agradezco con todo mi corazón. Aunque sospecho que retornaran en el futuro pues su existencia es algo que por mucho que lo intento, no logro desechar.
—No quiero hablar más de ellos —determino necesitando situar esas visiones de Bakal, la oscuridad y Brian, lo más lejos posible.
—Creo que esa no es la solución, deberías desahogarte, no tienes por qué cargar con lo sucedido tu sola —incide con calma, aunque percibo una gran necesidad en su tono, el deseo de que comparta todo sobre mí. Sin embargo después de esta conversación tengo aún más dudas de si podrá resistir el sostener conmigo la carga que llevo sobre los hombros y lo último que pretendo es alejarlo—. Te quiero, es no ha cambiado y no creo que nunca lo haga —confiesa acercándose más para acariciar mi mejilla con su cálida palma.
—Solo no estoy preparada aún. Cuando Mark murió estuviste ahí, pero la oscuridad fue más fuerte que todo ¿Cómo sé que eso no volverá a suceder? —cuestiono, aterrada al pensar en el futuro.
—Porque entonces yo también me rendí. Todos sufrimos con la muerte de Mark y no estuvimos a la altura —reconoce con gran dolor. No es que haya pasado mucho tiempo desde aquel entonces, pero creo que hemos crecido a base de las experiencias y quizás sea eso lo que nos ayude a salvar lo nuestro—. Podemos aprender a aferrarnos el uno al otro cuando las cosas se pongan feas —comenta esperanzado.
—Tengo miedo —susurro, siendo la única persona a la que me atrevo a manifestar algo así sin que me resulte una debilidad.
—Yo no dejaré que las cosas vuelvan a arruinarse —jura apasionado y en su mirada veo el deseo que tiene de besarme, pero creo que se contiene pues no estamos listos para retornar a esa intimidad—. Danos una oportunidad.
—He vuelto a ti ¿No? —digo mostrándole la enormidad de mi entrega. Pues he tenido que atravesar Bakal y mi propia oscuridad para darme cuenta de que no importa cuanto deba esforzarme, quiero ser mejor por ellos.
—Todo estará bien, ya lo verás —determina envolviéndome entre sus fornidos brazos para protegerme del frío de la noche y es ahí, donde siento que las cosas pueden ser diferentes, que puedo cambiar.




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