La impresión de Alfred fue tal que se quedó callado por unos momentos, noté algo de rabia en su mirada, pero cambio al sentir que lo observaba con atención.
-¿De dónde han salido ustedes?- preguntó Alfred casi molesto -las estuvimos buscando por todas partes, pensamos que ya se habían ido.
-Nos hemos escondido detrás de la tienda esperando a que Robert saliera de la carpa, fue a buscar a alguien y al parecer lo encontró- le respondió Keila y a su vez señalando a el niño -¿Me podrías decir quién es el?- Keila terminó esa pregunta algo molesta.
-Él es mi hijo, Cernunnos, su nombre es de origen celta, significa dios de los animales salvajes- la voz de Alfred se escuchaba algo confundida -¿Por qué me preguntas por el?- lanzó una última pregunta a Keila.
-Por nada, perdón, me confundí y estoy algo nerviosa, sigamos con lo que nos acontece aquí- Keila ya se había calmado.
Leila se dirigió a donde estaba el niño, quería ver quien era la que le estaba hablando desde allá adentro, pero era inusual ¿porque solicitaba ayuda desde antes de que comenzara el caos?; mientras nosotros hablábamos Leila se acercaba al niño para verlo más de cerca, aunque el niño confundido no sabía qué hacer, giraba a vernos, después a mi hija, se comenzó a sonrojar al verla con más detenimiento, algo en ella le llamaba la atención.
-Papá ¿Quién es ella? Es muy bonita ¿Es su hija señor? ¿Cuándo sea mayor me puedo casar con ella?- las preguntas del niño para nosotros eran muy inocentes, nosotros a su edad también preguntábamos esas cosas.
-Así es niño, ella es mi hija y no, no puedes casarte con ella- le respondí en tono juguetón.
-¡Oh vamos señor! Seré buen esposo déjeme casarme con ella- respondió el niño casi como una suplica
-Ya veremos niño, ya veremos- quería aligerar la tensión que todos traíamos, Alfred soltó una pequeña risa, Keila no le parecía gracioso y la joven Selene se cubría la risa con las manos.
-Es un trato señor- solo sonrió y tomó de la mano a Leila y se fue a jugar con ella en un rincón.
Observe aquella escena impactado, Leila sonreía al ver al niño, comenzaron a jugar con unos palos que había en un estante, estaba fascinado al ver que por lo menos ellos podían ignorar todo lo que estaba ocurriendo allá afuera.
-Ya que no nos van a distraer, empieza, Alfred, cuenta que paso allá afuera- le dije seriamente y nos sentamos alrededor de la mesa, le arrimé una silla a Keila y por fin Alfred empezó a contar.
-Como sabrán, ustedes dos- señalándonos a Keila y a mí- el mundo es un caos por causas que desconocemos en su totalidad, solo sabemos que unas especies de calamares encallaron en las costas los cuales sueltan unas esporas en determinado tiempo, que solo nos hacen daño a nosotros como raza humana.
-¿Eso fue lo que estaba en la playa hace semanas?- preguntaba la joven desconcertada.
-¿No te habías dado cuenta de eso?- preguntó Keila impresionada.
-No, lo siento, no me atreví a salir en estos días, había mucha gente y pensé que era peligroso- la joven se notaba extrañada.
-Me sorprende que no lo hayas notado, pero está bien, tal vez no era el momento de que lo supieras- conteste de forma relajada.
-Como les decía, hace un par de meses descubrimos una enzima especial que a nosotros nos paraliza y a los demás animales los hace evolucionar a marchas forzadas, pero debe de quedar claro no todos sobreviven, no todos soportan esa carga en sus cuerpos, solo los animales más jóvenes salen triunfantes ante la metamorfosis violenta, los animales viejos o enfermos no son capaces, la evolución acelerada consiste en mutar todo su cuerpo, lo que hace que su cuerpo reciba demasiado estrés, por lo mismo los hace más fuertes y violentos, a algunos los hace más grandes.
-¿Cómo lo que paso con el pastor alemán que era de tu padre?- pregunté.
-Exactamente, mi papá tuvo suerte al darse cuenta del cambio y anticipar que solo tenemos algunos minutos para eliminar la amenaza- Alfred tomaba su frappe con ambas manos.
Para este momento, la joven estaba impresionada, tanta información así de golpe la estaba confundiendo.
-Pero ¿Y qué pasa con nosotros?- preguntó Selene para aclarar algunas dudas que la rondaban.
-Desafortunadamente, como a los seres humanos los paraliza, por obvias razones son blancos fáciles de atacar y los animales modificados les dan el golpe de gracia.
-¿Entonces no hay salvación para nosotros?- Selene ya se encontraba asustada, la joven movía las manos de un lado a otro de la mesa.
Keila al darse cuenta de eso, le tomó las manos tratando de calmarla, pero ella seguía en shock por las noticias.
-Tranquila, debe de haber algún lugar en el que estemos a salvo ¿No es así Alfred?- Keila mandaba una pregunta al joven, esperando una respuesta positiva.
-Por desgracia no es de esa manera, alrededor del mundo hay en su totalidad ocho puntos en donde aparecieron estos especímenes, la proliferación de las esporas ya ha empezado en seis, lamentablemente ya esas zonas han desaparecido del mapa, ya no hay rastro de humanos- Alfred no tenía reparo en sus palabras, eran frías y directas.
-Pero ¿Cómo sobreviviremos a todo esto?- Selene ya estaba claramente asustada.
-Para la mayoría de las personas, no hay salvación, solo la habrá para aquellos que lograron huir a tiempo en las naves, pero como les había comentado mi padre, solo algunos afortunados pueden ir, solo aquellos que hayan pagado el viaje, solo la clase alta de la “sociedad” podrá salvarse, después seguimos nosotros, como científicos que llevan a cabo las investigaciones somos afortunados de cierta manera, lo malo es que no hay suficiente espacio para todos, puedo darles alojamiento a un par solamente, aún tengo ese privilegio por la posición en la que estoy, pero solamente a un par, mi padre los escogió a ustedes dos, Keila, Robert, pero al haber rechazado esa oferta, quedan vacantes esos lugares, le pediré que se lo transfiera a usted señorita Selene- dirigió la mirada hacia la joven mesera que estaba atónita escuchando todo aquello.
-Tal parece que ya no te importa tanto el maletín ¿O me equivoco?- le pregunté.
-No es eso, lo que trae el maletín es un antídoto o supresivo de las esporas, pero que lamentablemente no sabemos si funciona al cien por ciento, pero de aplicarse, las esporas no los paralizaran y podrán sobrevivir un poco más- Alfred tomó su vaso con frappe y le dio un sorbo y se quedó callado un momento mientras nosotros tratábamos de asimilar lo que nos acababa de decir.
Keila volteo a ver a Leila, estaba feliz jugando con el niño, suspiro, giro su cabeza hacia mí, me tocó la mejilla y sonrió, como si dijera que todo estará bien, mi mano acompañó la suya la dirigí hacia mí y la bese, respondiendo a su pregunta silenciosa.
-Entonces ¿Podemos quedarnos con el maletín?- le preguntó Keila al joven.
-Claro, a mí no me importa demasiado, así que pueden hacer con el maletín lo que les plazca, si mi padre llega a preguntar por ello, le diré que se perdió en el caos dentro da la carpa- en ese momento sentí que era la primera vez que Alfred desobedecía una orden de su padre.
-Perdón, pero ¿A quién le dará esos pases señor?- la joven no había asimilado bien la propuesta de Alfred.
-A usted señorita, ya que la hemos metido en este asunto, me parece bien recompensarle con ello ¿Tiene a alguien en mente para que la acompañe?- le respondió el joven.
-Sí, mis padres, no viven muy lejos de aquí, puedo ir por ellos y venir lo más pronto posible para salir- la joven respondió con el corazón acelerado.
-Sera mejor que vayas por ellos de una vez, pero solo ellos, si vienes con alguien más, los rechazare, partiremos en un vuelo intercontinental en dos horas, los espero en la salida del pueblo- Alfred parecía amable, no estábamos seguros si tramaba algo o simplemente se había dado cuenta que ya no había escapatoria y al parecer nos debía un favor al traer de vuelta a su hijo.
La joven fue hacia la barra, sacó un bolso y un suéter morado y se dirigió a la salida, no sin antes darle las gracias a Alfred con una reverencia y salió de ahí, nosotros nos quedamos sentados alrededor de la mesa, aún había temas que tratar.
-¡Hey, espera!- le grité a la joven antes de irse, saque de la mochila unas cuantas máscaras y se las entregué -esto te hará falta, si llegas a ver una especie de neblina, póntelas inmediatamente- la chica las tomó y salió de ahí cerrando la puerta con algo de brusquedad.