Estábamos en la playa con una sorpresa en nuestros rostros ¿Por qué no nos atacaban? ¿Qué estaba pasando? Los oficiales caídos estaban por todas partes, era una escena escalofriante, Alfred y yo hicimos lo posible para que nuestros hijos no vieran aquello que hasta a nosotros nos llenaba de terror y pánico.
-Sera mejor que se vayan de una vez- otra vez esa voz profunda que había escuchado en el interior de la carpa, junto al calamar -no tendrán otra oportunidad igual más adelante- al parecer solo yo la escuchaba, pero ¿Por qué solo yo? Se suponía que también Leila debería de poder escucharla.
-Vámonos- me dirigí al pequeño grupo -es momento de salir de aquí, General ¿hay una forma de ir directamente a una salida del pueblo?- solo él sabia de todo el equipo que habían traído hasta acá y de los caminos para poder transitar libremente.
-Si claro, hemos hecho un estudio sobre el terreno, y tenemos varias vías de salida- me respondió algo sorprendido.
Empezamos a andar hacia uno de los caminos, aun nos encontrábamos en el sendero algunos animales que no habían tenido tanta suerte en la transformación.
Llegamos a donde había un automóvil, una mini van medianamente grande para poder irnos todos juntos, el General sabia trucos para poder encender el vehículo, logro prenderlo y nos fuimos por uno de los caminos de piedra del pueblo que guiaba a la salida.
Aún me seguía preguntando como es que solo yo podía escuchar esa voz en mi cabeza, si en un inicio solo Leila la podía escuchar, solo que a la que escuchara no fuera esa voz, si no a la del niño ¿Habría alguna relación entre ellos? No lo creía posible, hasta que viéndolos recostados en los asientos de la mini van, lo vi agarrados de las manos, durmiendo plácidamente, para ellos no había peligro mientras estuvieran juntos, era algo extraño Leila no era de muchos amigos, pero con él niño supo llevarse bien desde el primer instante.
-¿En qué piensas amor?- La voz de Keila disipo mis pensamientos un momento.
-En nada relativo, solo observaba a mi hermosa hija dormir- contesté casi al instante -no puedo creer que estén tan tranquilos teniendo un infierno allá afuera.
-Son niños Robert ¿Qué esperabas? A ellos no les preocupa nada mientras jueguen y brinquen, son felices tal cual son, no como nosotros, ya estamos algo viejos- el comentario del General no le agrado a Keila ni a Elizabeth, mucho menos a ella, que era más joven que mi esposa.
-¡No somos tan viejas!- contestaron Elizabeth y Keila casi al instante.
-Lo siento, lo siento, me disculpo señoritas- el General alcanzó a reaccionar y remediar su error.
Eso causo un aligeramiento en el ambiente, Alfred giro a ver a su padre sorprendido por lo anterior, Elizabeth a pesar de sus heridas maldecía, aunque después de eso se quejara de los golpes.
-Papá, nos habías dicho que en Canadá te habías topado a una reportera y a su compañero ¿Qué fue de ellos? Me parece intrigante ya que no te interesa nadie y a ellos dos los ayudaste a salir- la pregunta de Alfred hizo que me interesara también en la posible respuesta que diría el General.
-Vaya, no me imagine que recordaran ese detalle, con todo esto me parecía imposible, pero ya que estamos aquí, les contare- la voz del General era apacible.
Mientras tanto, todos nos quedamos en silencio esperando la respuesta, sobre todo Alfred, si en verdad al General no le importaba nadie, esas dos personas tenían algo que ver en todo esto.
-Fue hace un par de semanas, yo estaba revisando algunos datos en el cuartel cuando nos llegó la alarma de que algo había encallado en la playa, por obvias razones ya nos imaginábamos de que se trataba, mi sorpresa fue tal cuando llegue a la escena y ver a esa reportera tomando fotos que no dude en encarcelarla de inmediato, solo que no pude por su compañero que llego a auxiliarla, el joven es rápido y al verme llegar salió corriendo junto con ella y no los volví a ver en un tiempo
-¿Cómo fue que volviste a dar con ellos?- interrumpía Alfred.
-No los volví a ver hasta el día que el calamar encallado en Canadá comenzó a soltar las esporas, de alguna manera los animales de allá eran más violentos, en un instante destruyeron el campamento, algo que no les he contado es que básicamente ellos dos me salvaron la vida, lástima que solo recuerdo el nombre de la chica- el General soltó una pequeña carcajada.
-¿Por qué dice que le salvaron la vida?- pregunté.
-Cuando mi perro de apoyo me ataco, salí malherido de mi remolque, milagrosamente ahí estaba él, acompañado de la chica, ambos me ayudaron a recuperarme, si, lo sé, les dije que yo los salve a ellos, pero no fue así.
-¿En dónde están ellos ahora?- Keila también estaba interesada.
-Por suerte ellos están bien, los traje conmigo, pero antes de llegar al pueblo los mandé al bunker al que nos dirigimos ahora mismo, son buenas personas.
-¿Solo eso? No lo entiendo, creí que había algo más en todo esto General- había algo que no entendía.
-No, solo eso, como dije no los volví a ver hasta que todo el caos comenzó, aunque ahora que lo mencionas, no sé como es que ellos sobrevivieron a todo, llegando a la base les preguntare- contestó el General con algo de duda.
-No importa General, muchas veces las cosas pasan por algo, nada es casualidad y si se los volvió a encontrar, debe de haber alguna razón, creo yo- trate de que la duda que había crecido en el General se disipara.
-Tal vez tengas razón, como con ustedes, no es casualidad de que estén aquí, algo los atrajo a estas desoladas playas- ese comentario final del General no me agrado mucho.
Me quedé pensando detenidamente en eso, nadie sabía de donde veníamos ni nada por el estilo, aunque recordé que alguien me preguntó que hacíamos tan lejos de casa, eso me tomó por sorpresa, solo que mi memoria me fallaba, tal vez por la acumulación de información hasta ese momento.
Tratando de disipar mis pensamientos, volví al presente para recordar el maletín, tal vez el General no se haya percatado que lo observe metiendo el maletín en su mochila de viaje, tal vez en esta ocasión si podrá decirme que es lo que contiene.
-General, permítame cambiar de tema- me dirigí a él con cuidado para no distraerlo tanto en cuanto manejaba -sabemos que escondió el maletín en su mochila ¿ahora si nos podrá decir que es lo que contiene? Aún falta tiempo para llegar a la salida del pueblo- la cara del General cambió drásticamente.
-Alfred, creo que eso te concierne a ti, tu sabes más de eso que yo- el General se dirigió a su joven hijo.
Tenía algunas dudas al respecto, Alfred básicamente nos acababa de decir que no sabía mucho al respecto y ahora resulta que es el que sabe más, aunque teniendo en cuenta que el General les había prohibido hablar al respecto lo considere mejor, ahora tenía su total permiso para hablar y era algo que yo agradecía.