Primer contacto

En mi habitación hay alguien, noto su respiración suave y controlada, está espiándome, sigo haciéndome la dormida controlando mi respiración y mis movimientos, en mi pierna está mi daga ajustada en su tahalí, y noto la suavidad del cuero y la dureza del acero.

Un instante y la respiración ya no está, me levanto rápidamente de la cama con la daga ya en la mano para atacar, pero no hay nadie. Busco por toda la habitación, está claro que hay una entrada a mí habitación por algún lado.

— ¡Maldita sea!— Bufo— Tengo que encontrarla, centráte Mariah, centráte, tú estabas en la cama y su aliento se escuchaba a la izquierda— me hablo a mi misma mientras voy hacia allí corriendo, si quiero saber quién es tengo que darme prisa, ya me lleva varios minutos de ventaja. Sólo hay un enorme tocador que debe de pesar un montón, si alguien lo hubiera movido se hubiera escuchado en todo el castillo.

Uf, ¿Dónde? ¿Dónde? Busco por todas partes, tocando las esquinas, revisando cada rincón y veo una huella en la pulida tapa del tocador delante de un gran tarro de perfume, empujo el tarro y  debajo hay un círculo imperceptible en la madera, lo aprieto y silenciosamente se abre un hueco en la pared de al lado, es estrecho y de baja altura hasta para mí.
Entro con cuidado no vaya a ser que mi visitante esté esperándome, a lo lejos se escuchan unas pisadas muy tenues, avanzo hacia ellas sigilosamente y alerta, diviso una sombra delante de lo que parece una puerta y entra en ella. Cuando llego a la puerta, escucho a dos personas hablar, pongo la oreja e intento oír lo que están hablando, pero no hay manera, me apoyo enfadada sobre la pared contigua y caigo en una pequeña abertura. Casi suelto un improperio al rasparme el codo, por lo menos consigo  mantenerme de pie, dos pequeños círculos me deslumbran en la oscuridad del pasillo, desde donde estoy, las voces se oyen claramente y me acerco a mirar. A través de ellos veo una habitación decorada lujosamente, una enorme cama con dosel en tonos rosas y lilas,  que deduzco que pertenece a mi anfitriona ocupa todo el ángulo de mi visión, lo confirmo en un instante, Lady Star aparece vestida con un camisón crema de tela y encajes que deja poco a la imaginación, se mueve seductoramente contoneando sus torneadas caderas, a su lado aparece un hombre, va vestido con ropa de viaje, se puede ver todavía el polvo en sus ropajes, es alto, su cuerpo es firme y musculoso, no logro distinguir el color de sus ojos, labios carnosos, su cara parece estar cincelada, el pelo castaño le cae desordenado, me entran ganas de entrar y apartarlo de su bella cara.

— ¿Que te parece tu novia, Erick?—le pregunta socarronamente.

— No me la esperaba así, pensaba que era más mayor, parece una niña— Le contesta.

— Bueno, sólo es un matrimonio de conveniencia, no tiene porque gustarte, mientras cumpla con su deber y su padre cumpla el trato, no creo que tengas problemas con ella, no parece muy espabilada, mantenla ocupada bordando o algo así, seguro que se le da bien— Su risa suena por toda la habitación.

Lo atrae hacia él y empieza a besarle en la boca con pequeños besos, tentándolo, buscando algo más profundo, le coge la cara y entierra sus labios en los suyos, la pasión entre los dos estalla y empiezan a desnudarse.
Erick ladea la cabeza y mira directamente hacia dónde estoy escondida, me aparto de las aberturas pero la curiosidad por conocer a mi prometido es más fuerte que yo y vuelvo a mirar, con descaro me guiña un ojo y sonríe, se que debo de marcharme pero su intensa mirada me atrapa como la miel a una mosca, quiero irme pero mis pies permanecen inmóviles, mi cuerpo no reacciona.

Lady Star sorprendida de que Erick no siga con los besos y caricias, voltea su cara hacia dónde el mira, luego lo mira a él y comprende que soy yo quien está ahí, le dice algo al oído y el la coge en sus brazos y la lleva hacia la cama mientras la besa con pasión, antes de dejarla en la cama, se vuelve y su cara refleja un claro desprecio dirigido a mí. Por fin reacciono y me marcho a mi habitación, el mensaje es alto y claro, no tiene ningún interés en mí, cumplirá con el compromiso pero no con el voto de fidelidad.
Ahora comprendo el interés de Lady Star en la cena por mí, sus incesantes preguntas que parecían un interrogatorio, estaba tanteando a su rival, yo, y creo que ha comprobado que no lo soy.

— Señora— Me despierta la doncella— Lady Star espera que pueda desayunar con ella antes de partir.

— Por supuesto— Le contesto con un bostezo. Estoy cansada, no he dormido mucho después de conocer a mi "novio". La doncella me ayuda a vestir con un traje de montar, me ha informado que la última parte del trayecto la haremos a caballo.

— Lady Star, buenos días— Saludo educadamente.

— Buenos días querida ¿Habéis descansado bien?— me señala un asiento al lado suyo en la mesa.

— Muy bien, sois muy amable al haberme dejado pernoctar en vuestra casa ¿Y vos? ¿Habéis pasado buena noche?— Le digo con tono cortante.

— Si querida ha sido una noche memorable—Me mira intentando  disimular una sonrisa— Y que quiero repetir— ríe abiertamente.

La indignación por su comportamiento me sube por la garganta, siento cómo mis mejillas se colorean por la vergüenza de lo que significan sus palabras, se está pasando, lo sabe y aún así no es capaz de mostrarme ni un mínimo de respeto.

— Dentro de poco yo también tendré noches memorables y me acordaré de usted, Lady Star, sobre todo cuando las repita una y otra vez.— me levanto dignamente y abandono la mesa dejando a mi anfitriona mirándome con odio.

El joven del carruaje, mi guardia personal, ha estado observando la escena, sin decir una palabra se coloca a mi lado y me conduce hasta la salida, por el camino algunas de mis lágrimas contenidas escapan y caen en silencio por mi cara.

— No debéis dejar que esa bruja os altere— lo dice tan bajo que no sé si me lo he imaginado, lo miro y su cara permanece imperturbable.