Mi protector personal me ayuda a desmontar, me agarro con fuerza a sus hombros temiendo caer, tengo las piernas dormidas de tanto cabalgar, me agarra por la cintura y parece que no es tan indiferente a mí como parece, me sujeta más pegado y más tiempo de lo que debería.
— Mi nombre es Lueck— susurra a mi oído soltándome con delicadeza en el suelo.
—¡¡¡Mariah!!!— Escucho mi nombre y veo a una joven alta y muy bella, con el pelo negro y ojos verdes corriendo hacia mí, ha cambiado mucho pero es imposible no reconocerla, ya es una mujer, es mi hermana Suari.
Se abraza a mí fuertemente, me besa, me toca, a la vez que sus lágrimas caen y farfulla que sí estoy bien.
— ¿Estos brutos te han tratado bien? ¿Estás cansada?— Y sigue, y sigue todo el camino hasta llegar a mi antigua habitación.
Suari parece haberme leído la mente, veo por la puerta abierta del baño que me tiene preparada la bañera, hasta le ha echado lavanda, el perfume es delicioso, sin pensarlo me quito la ropa en la entrada de la habitación y salgo corriendo hasta la bañera.
—¡¡¡¡ Aaaahhh!!!!— Lanzo un grito de sorpresa, delante de mí está Lord Darky, mi futuro esposo con otro hombre.
Intento taparme con las manos como puedo, el me contempla con cara de pocos amigos, estoy petrificada ¡Que verguenza! ¿Pero que hace el aquí en mis aposentos? Mi hermana aparece corriendo con una manta y yo me arrebujo en ella como puedo, tapándome e intentando desaparecer en ella.
— Mariah, Lord Darky quería saludarte y conocerte antes de la cena— Suari trata de aligerar la situación, sus mejillas están rojas como las amapolas.
Lord Darky me mira como si quisiera taladrarme, ahora veo sus ojos, son de un color azul como el océano, profundos, observadores. El otro hombre no sabe dónde mirar y está intentando no reír.
—¿Habéis tenido buen viaje, Lady Whiteny? Soy Lord Sagus, el primo de Lord Darky, pero podéis llamarme Adam, ya que pronto seréis de la familia.
Asiento con la cabeza, no puedo articular palabra, los dos hombres se miran uno al otro y se dirigen a mi hermana.
— ¿Tiene algún problema para hablar?— Pregunta mi prometido.
Estoy más enfadada cada segundo que pasa, ¿Que se ha creído ese cretino? Estoy medio desnuda delante de dos desconocidos ¿Que quiere que haga? Yo no soy como él que le da igual que lo miren en situaciones íntimas. Cuando estoy a punto de contestar, mi hermana interviene.
— Señor, creo que está impresionada de conoceros, acaba de llegar, necesita descansar.
Ya son dos a los que quiero matar, creo que mi hermana le ha confirmado que soy tonta.
—Claro, debe descansar para la cena de esta noche, debe de estar cansada, vamos Erick— Le dice Adam a su primo.
Lord Darky parece muy muy disgustado ¡Vaya forma de conocernos!
— Aquí tienes tu regalo de pedida— Me dice de repente, su tono de voz confirma su enojo—Póntelo esta noche— me ordena. Y por fin se marchan.
—¿Por qué no me has avisado, Suari?¿Por qué no me has dicho que me estaban esperando?—grito.
— ¿Qué no te lo he dicho? Lo he hecho por lo menos tres veces, pero tú estabas en tu mundo, mirabas todo como si fuera la primera vez que lo veías— Y tiene razón, con cinco años era una pequeñaja que no veía más allá de sus muñecas, es todo nuevo para mí pero conocido a la vez— ¿Cómo me iba a imaginar yo que te ibas a arrancar la ropa? Parecía que se te habían metido por la ropa decenas de avispas— se ríe a carcajadas.
De repente para, Suari me mira el cuerpo asustada, las ha visto, ha visto mis cicatrices, no se notan apenas, pero con la luz que entra por la ventana se han visto claramente.
— ¿Son del accidente en el que murió nana Tere?—Me dice con voz triste.
—Sí— contesto secamente, ella no tiene ni idea de lo que ocurrió en realidad.
—Ella está enterrada aquí, cómo era su deseo.
— Lo sé— digo cortante, no quiero hablar de ello aunque haya pasado mucho tiempo, no quiero recordar lo que pasó.
—¿Que ocurrió?
—El agua se enfría— Le digo marchando al baño para evitar contestarle, no quiero mentirle.
Me observa y con la mirada me indica que no va a preguntar por ahora, pero que lo hará en un futuro.
— Quiero estar sola, Suari. Necesito ese baño.
—De acuerdo, vendré por la tarde para ayudarte a vestirte— claudica.
El agua está deliciosa, me lavo a conciencia y me relajo en la bañera. Las lágrimas llegan sin avisar, empiezan a aflorar, Tere, mi segunda madre, me crió y educó, lo dió todo por mí, hasta la vida.
Debería haberla salvado, tenía que haberla salvado.
Las lágrimas ya son un torrente, imparables, la angustia sube por la garganta y los recuerdos me inundan.
— ¿Tere, dónde estás? Me dijiste que me ibas a enseñar a manejar la ballesta....—Las palabras mueren en mis labios, su habitación está totalmente desordenada, hay sangre por toda ella, me pongo en alerta y cojo mi espada corta de su funda, las luces están apagadas y escucho el respirar agitado de una persona.
—¿Tere, estás ahí?— nadie responde.
Escucho un forcejeo y el cuerpo de Tere sale de no sé dónde cayendo sobre mí, las dos rodamos por el suelo.
—¡ Corre, Mariah, corre ! ¡Levanta, rápido!—Me chilla— ¡Huyeee!
No me da tiempo, de las sombras sale una figura, es enorme, sus brazos son colosales, tiene una serpiente tatuada alrededor del todo el cuerpo, está lleno de cicatrices. Lleva una espada con la punta serrada, preparada para destrozar la carne, me mira con sus ojos muertos y se ríe enseñando sus dientes puntiagudos.
En un rápido movimiento, coge a Tere por los pelos y la levanta del suelo.
—¡Ven¡ Me exige.
Tere intenta soltarse, le araña como puede, pero no es rival, le ha pegado, tiene la cara amoratada y un ojo hinchado, se nota el dolor en sus huesos al moverse, tiene cortes por todo el cuerpo.
— ¡¡¡¡Veeeeeen!!!!
Me levanto mirándolo directamente a los ojos.