Darknessys

Felpudo

Está amaneciendo, el palacio está silencioso, la fiesta ha durado hasta hace poco y todos duermen. Es mi oportunidad, tengo que salir, llevo semanas sin entrenar nunca lo había dejado tanto tiempo, tendré que conformarme solo con estirar los músculos y lanzar algunos cuchillos.
Salgo por uno de los pasadizos ocultos del castillo, de niña me perdía por ellos con mi hermana, volvíamos loca a Tere, no los he olvidado.
Llego a la sala de armas y cojo cuchillos de diferentes tamaños y pesos, tengo que escoger el que mejor se adapte a mis habilidades. Sigo por otro camino y bajo las escaleras hasta una mazmorra que desde hace muchos años no se usa, está lleno de polvo y telarañas, y trastos tirados por todas partes, pero me servirá.
He traído frutas que me han ido trayendo con la comida y las voy poniendo a diferentes distancias y alturas.
Cojo cuchillo por cuchillo y tanteo el peso y si está bien equilibrado, escojo uno de tamaño pequeño, que se adapta a mi mano y que está muy afilado.
Estiro los brazos, giro la cintura, me doblo hasta el suelo y voy estirando los músculos uno por uno.
Me preparo y tiro el primer cuchillo, atraviesa la manzana justo por el centro, el acero es de magnífica calidad, lo saco de la fruta y cierro los ojos para concentrarme mejor, en mi mente veo dónde están los demás objetivos, cálculo la distancia y altura de cada uno.
No pienses, déjate llevar, haz caso de todos tus sentidos, las enseñanzas de mis maestros son mi mantra. Lanzo el cuchillo y da en su objetivo, salgo corriendo, lo cojo, me vuelvo y lo tiro sin mirar, dá en el centro, lo recojo dando una voltereta y vuelta a lanzar y acierto de pleno. 
Me siento fenomenal, corro por la mazmorra todo lo rápido que puedo, evitando los obstáculos, practico dando patadas a diferentes alturas, doy puñetazos al aire, cuando termino el sudor me corre por todo el cuerpo.

En el palacio comienza a escucharse movimiento, me tengo que marchar si no quiero que me pillen. Me pongo la capa con la capucha hacia arriba por si alguien me ve, no me reconozca.
Vuelvo por el camino de antes con mucho cuidado, los sirvientes vienen y van haciendo su trabajo y algunos invitados ya se han despertado, ya estoy cerca de mi habitación, me queda sólo un pasadizo más para llegar a mi habitación.
Escucho unos pasos apagados detrás de mí, alguien me sigue, aligero el paso, debo darme prisa. Una mano me tapa la boca y la otra me agarra por la cintura, me introducen en una habitación, ha sido muy rápido, no lo he visto venir, cojo el cuchillo de la cintura del pantalón e intento clavárselo a mi captor, la voz de Lueck me detiene.

— Parad, soy vuestro guardián
¿Estáis loca? ¿Que hacíais en la mazmorra? ¿Y que diantres hacéis con un cuchillo?— parece muy enfadado— Si vuestro padre y vuestro prometido se enteran, os encerraran en vuestro cuarto hasta la boda.

— ¿A tí que te importa?— Le contesto enfadada conmigo misma, me ha sorprendido, es muy rápido y veloz.

— Tengo el deber de protegeros y si actuáis como una niña mimada no podré hacerlo. ¿Con quién estábais?—me suelto bruscamente de él y le empujo.

—¡No sois nadie para preguntarme! ¡No tengo porque responderos!— me atrapa entre sus brazos, intento separarme de él golpeándole, pero es inútil.

— Estaros quieta, por favor— me ruega.

Algo en su voz me detiene, está de verdad preocupado por mí, me asombra. La expresión de su cara es de tristeza, sin pensarlo, le acaricio la cara, los dos nos miramos sorprendidos y el acerca su cara a la mía, pone sus labios sobre los míos y me besa, sus labios son suaves y cálidos, lentamente nuestros cuerpos se unen instintivamente, su boca se vuelve más insistente, mi corazón palpita aceleradamente, mis mejillas se colorean, quiero parar y al vez quiero que no pare nunca.

— No— me dice sorprendido, esto no está bien— se gira rápidamente y se marcha dejándome con el sabor de sus labios.

Ya en mi habitación, corro a lavarme y cambiarme deprisa, mi hermana va a llegar, la he escuchado hablar con las doncellas. Escondo la ropa debajo de la cama, luego me desharé de ellas.

—¿Mariah, puedo pasar? Vengo acompañada.

Salgo atribulada del baño.

— Entra, iba a empezar a vestirme— miro con curiosidad a su acompañante

— Ésta es Leo— me la presenta—ella te va a explicar todo lo relacionado con la noche de bodas.

Me quedo boca abierta, intento hablar pero se me adelanta.

— No te avergüences—me dice— Leo te enseñará todo lo necesario, me ha dado su palabra de que no dirá nada de lo que se hable en esta habitación, ha tenido ocho hijos, tiene bastante experiencia.

No salgo de mi asombro. ¿Cómo se le ha podido ocurrir esta idea a mi hermana?

— Os dejaré a solas, para que estéis más tranquilas— y sale huyendo de la habitación.

Leo me mira y yo a ella. ¿Que hago? No hace falta que me cuente nada, Tere poco antes de morir me explicó cómo eran las relaciones íntimas entre hombres y mujeres, pensaba que estaba rodeada de hombres y que debía saberlo para estar preparada para cuando llegase el momento. Si le digo a Leo que no me cuente nada, mi hermana pensará que soy una casquivana o una puritana.

—Empieza cuando quieras, Leo— la animo.

Mi hermana tiene razón, Leo es una experta, cuando ha comenzado a hablar, no ha parado, me ha mostrado cosas muy interesantes, hasta Tere estaría escandalizada, yo lo estoy.

Después de la conversación con Leo y lo ocurrido con Lueck necesito salir a tomar aire para aclarar las ideas, me dirijo hacia el enorme e impresionante jardín que mi padre mandó construir para mi madre. Tener a mi guardián al lado no hace sino ponerme más nerviosa, mi mente recuerda una y otra vez el beso, mi primer beso. Los jardines están repletos de invitados, en cuanto me ven aparecer se acercan a saludarme y hacer preguntas disimuladas sobre dónde he estado todo este tiempo. 
Al lado del laberinto, Adam, el primo de Lord Darky conversa alegremente con otros caballeros, me dirijo hacia él para saludarlo y disculparme por lo sucedido, cuando estoy cerca veo que me miran y se ríen, miro a Adam buscando una explicación y me mira con desprecio. No entiendo su reacción pero no ma va a amilanar así que paso por delante de ellos para entrar en el laberinto sin ni siquiera mirarlos.



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En el texto hay: amor aventura fantastico

Editado: 30.01.2020

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