— Mariah, no puedes casarte con él, es un desvergonzado siempre acompañado de esa mujerzuela, ¡No se separa de ella ni un minuto! Todos en palacio cuchichean sobre ellos ¡No entiendo cómo padre no ha roto el compromiso ya!— mi hermana está indignada otra vez cómo en las últimas dos semanas— Pobre Lord Jamick, está desolado por el comportamiento de Lady Star, se está replanteando seguir con el compromiso.
Tiene toda la razón, pero mi padre no quiere oír nada de romper el acuerdo, no quiere hablar conmigo, me manda notas con instrucciones de lo que tengo que hacer, recordándome mi deber con mi país y mi familia. No entiendo porque tiene tanto interés en que se produzca esta unión.
Gracias a Lueck, puedo sobrellevarlo, me aconseja sobre lo que debo hacer, me apoya en mis decisiones y también besa muy bien, sé que lo que estoy haciendo no es lo correcto, pronto marcharé a Darknessys, y sí, soy egoísta pero quiero disfrutar de unos momentos de felicidad en mi vida antes de unirme a Lord Darky.
—Estoy cansada Suari, mañana hemos quedado con Lady Murch para que me enseñe una nueva puntada de bordado— suspiro de aburrimiento nada más pensarlo, no tengo idea de cómo se hace.
Con un gran bostezo se marcha despidiéndose con la mano. Y yo sonrió de felicidad, Lueck pronto vendrá a visitarme. Al entrar en el vestidor noto una presencia, miro alrededor para comprobarlo.
— ¿Qué...?— es lo único que puedo decir antes de caer en un sueño profundo, alguien me ha puesto un pañuelo en la nariz y me ha drogado.
— ¡Despierta! ¡Despierta!— alguien me chilla al oído, quiero abrir los ojos pero los tengo pesados, me siento mareada y tengo la boca pastosa.
— ¿Dónde estoy? ¿Quiénes sois?— me cuesta trabajo respirar, tengo la cabeza cubierta con un saco.
Sin más preámbulos me levantan de la silla y me llevan a rastras. Siento que estoy rodeada de personas, escucho sus respiraciones, el olor de sus cuerpos pero ni un sólo sonido, todos están en silencio, espectantes.
Después de andar unos minutos paramos y me sacan el saco sin contemplaciones. Está amaneciendo y el frío de la mañana me hace tiritar, miro a mi alrededor, estoy en un claro, a varios metros una multitud me rodea, la primera fila porta unos enormes escudos creando un círculo casi perfecto. De repente todos lanzan un grito y alzan sus lanzas, un lado del cerco se abre y entran por él la portadora de la Vara, Lord Darky y mi padre. Doy un paso hacia ellos pero la dura mirada de mi padre me para.
Mi prometido se coloca en el centro y habla a la multitud.
—¡ Yo, Erick del clan Darky, señor de Darknessys, pido al único pueblo Nattkamp!
La muchedumbre estalla en gritos y aplausos.
— ¡He elegido como compañera a Mariah de Whitessys, ella quiere ser una de nosotros, quiere pertenecer al clan, luchar, protegerlo, desea ser nuestra søster, nuestra hermana!— ¿Me haréis el honor de aceptarla si supera las pruebas?
Todos comienzan a gritar al unísono, Nattkamp, Nattkamp, Nattkamp. Creo entender porqué estoy aquí, es una especie de prueba para que los clanes me acepten cómo esposa de Lord Darky ¿Pero qué pruebas tengo que superar? ¿Y porqué nadie me avisado? Antes de que pueda pedir explicaciones me vuelven a poner el asfixiante saco.
— No te esfuerces, no conseguirás pasar ninguna prueba— me alienta "mi querido" Lord Darky al oído.
— ¡Primera prueba, tiro con arco!— grita desde la distancia la portadora de la Vara.
Me quitan el saco y veo que estoy en las inmediaciones de un bosque, a lo lejos puedo ver entre el gentío a mi padre y a mi prometido. A mis pies en el suelo hay un arco con un carcaj lleno de flechas que tomo rápidamente. No hay dianas ¿A que tendré que disparar?
Una mujer con unos niños se acercan con una gran caja y la dejan en el suelo. Ella lleva colgando un arco y lleva el estuche lleno de flechas, por lo que deduzco que es mi contrincante.
—¡Preparen los arcos!
Un niño levanta la tapa de la jaula y ¡son ratas! ¡ratas enormes y deformes! Decenas de ellas empiezan a correr hacia el bosque.
— ¡Ya!— da la señal para comenzar la portadora.
Mi oponente dispara sin mirar y acierta a una. Sigue apuntando y lanzando flechas, éstas tienen una marca blanca, pronto el terreno está llena de ellas, sigue corriendo y disparando hasta internarse en el bosque.
Yo he perdido unos segundos por la sorpresa de ver esos asquerosos bichos, me enderezo y apunto a una, no le doy, tomo otra flecha y disparo, tampoco logro alcanzarla. Cierro los ojos para desconectarme de mi alrededor y tranquilizarme, después de respirar varias veces profundamente abro los ojos y me centro en las ratas, veo a una más grande que las otras y a una docena más pequeñas que la siguen, respiro lentamente y tiro la flecha, no acierto, la rata guía ha cambiado de rumbo, va directa a una madriguera en el suelo para esconderse, si entran no podré cazarlas. Pienso en Tere, en cómo me enseñó, sus consejos y arrojo la flecha, esta vez acierto, el animal cae rodando por el suelo, lanzando chillidos, las demás al ver a su guía muerta, se paran un momento, es lo que necesitaba, disparo flecha tras flecha hasta que acabo con ellas. Sin saber que más tengo que hacer busco a ver si localizo a alguna más, no sé cuántas ha cazado mi rival así que entro a buscar más objetivos al bosque.
Una niebla espesa lo cubre, la humedad cala mi ropa que no es nada adecuada para estos menesteres, llevo todavía el traje de la cena de la noche anterior, el bajo esta empapado y su peso y volumen me molestan al andar, el corpiño no me deja moverme con libertad y el moño del pelo se ha caído soltando mechones que se introducen en los ojos, así que paro debajo de un árbol y rasgo la falda por la mitad la corto a la altura de los muslos y hago tiras con las que envuelvo los muslos improvisando un tosco pantalón, abro el corpiño por la mitad con esfuerzo hasta la altura de los pechos, ¡por fin puedo respirar! Y por último recojo mi pelo en una coleta.