Respuestas

Doce pares de ojos me miran fijamente, así que era verdad que mi padre estaba ocupado.

- Julie, te he dicho que llames a la puerta antes de entrar- me regaña- recoge la bandeja y más tarde te avisaré para que me traigas el té- me guiña un ojo tan rápido que no sé si me lo he imaginado.

Voy por la bandeja y la tomo entre los brazos y me dirijo al pasadizo.

- Julie, por la puerta principal- me señala.

Antes de salir hago una reverencia, la vajilla y los cubiertos resbalan a punto de estrellarse, mi padre lanza un suspiro de resignación y oigo unas risitas mal disimuladas al cerrar la puerta.

- Es un poco especial, la madre tuvo un mal parto- escucho a través de ella.
 

Lueck me mira con ganas de matarme cuando entro al despacho más tarde.

— No vuelvas a desobedecer mis órdenes— me reprende mi padre.

— Pensé...

— Tu deber no es pensar, es obedecer lo que se te manda, si te hubieran conocido, ¿Qué rumores sobre tí crees que circularían esta misma tarde por toda la ciudad? Erick podría rechazar el compromiso alegando cualquier rumor que oyera sobre tí.

— Pero ya estamos casados.

— No, estáis unidos por las leyes de los clanes y aún todavía no es válido— señala el anillo colgando junto al colgante de la piedra negra— Hasta que él no coloque ese anillo en tu dedo no serás su esposa ante ellos y sin una boda oficial cómo la que celebraremos en una semana tampoco lo serás en el reino.

—¿ Y tan malo sería que no se celebrase la boda?— no entiendo tanta insistencia, sé que quizás hubiera habladurías durante un tiempo si se rompiera el compromiso, pero nada que con el tiempo se pudiera olvidar. Desde hace muchos años los  matrimonios no son concertados, así que no sería tan extraño.

— No quieras saberlo— dice misterioso.

— Sí, si quiero saberlo, por eso he venido, has estado escondiéndote de mí desde que llegué, nunca esperé un cálido recibimiento después de tantos años, pero ni siquiera has hablado conmigo más de dos palabras, sólo absurdas notas sobre el deber y mi país. ¿Qué crees que he estado haciendo en esa fortaleza durante estos años? He luchado cada día para cumplir con un deber del que no tengo ni idea— le reprocho amargamente.

— Sólo he querido protegerte— dice tristemente.

— ¿De qué, padre? ¿De qué quieres protegerme si no lo has hecho durante años?— mis palabras le duelen, puedo verlo y sentirlo pero no puedo parar, llevo mucho tiempo esperando decirlas— Y ahora me arrojas a  los brazos de un ser insensible y sin sentimientos.

— Ojalá fuera Erick el peor de nuestros problemas, no hija, él puede ser nuestra salvación— fija su mirada en ella, todavía duda si contárselo, cuando lo haga no habrá vuelta atrás.

— ¿Él?— pregunta incrédula.

— No sé cómo empezar— se pone la mano en la frente y cierra los ojos para ordenar las ideas— Yo mismo no estoy seguro de que si va a ocurrir o no— para— quizás por eso no te lo he dicho antes.

Lo miro nerviosa, nunca pense que mi padre tuviera miedo a algo, pero puedo verlo en la  expresión de su cara, las pupilas dilatadas, el sudor frío de la frente.

— Ocurrió cuando naciste— comienza nervioso— El padre de Erick, Lokuart apareció a los pocos días con una pequeña menuda y asustadiza. Exigió verme de inmediato, estaba agitado y no soltaba de la mano a la niña, nada más recibirle comenzó a contarme cosas que no entendía y en las que no creía, visiones, muerte, guerra. La verdad es que pensé que estaba loco y no presté atención a lo que creí que eran desvaríos, cuando terminó, educadamente le di largas sobre la unión de su hijo contigo — sus manos tiemblan— Entonces la pequeña se soltó de su padre y vino hacia mí, su mirada negra cómo la noche se clavó en mí manteniéndome quieto en la silla, no podía apartar la mirada y lo intenté, vaya si lo intenté, pero algo sobrenatural me tenía atrapado. Ya enfrente de mí puso su diminuta mano en mi frente— las palabras tiemblan igual que sus labios— Y vi la destrucción de nuestro país, hordas de huestes enemigas matando y destrozando, representada por un estandarte con una serpiente...

— ¡Es lo mismo que yo vi!— lo interrumpo sin querer.

— ¿Cómo qué tú lo has visto? ¿Cuando?— su cara se pone pálida.

— En la tienda, la última de las pruebas, creo que vi la misma horrenda visión que tú.

— ¡Dime que mientes, que Erick te ha contado lo de la visión, dime qué no has tenido la visión verdadera!

Se levanta y me agarra por los hombros, clava sus dedos fuertemente en ellos y me mira con la mirada enloquecida.

— Padre— retrocedo en el sillón asustada por su reacción— no sé de que hablas, él no me ha dicho nada, no miento, vi niños con ojos arrancados, un ejército arrollando todo lo que encontraba a su camino, la serpiente y a ...— no puedo decir lo que ví, las palabras no me salen.

— Entonces es verdad que has visto la visión verdadera— me suelta descorazonado— ¡Maldita sea! Desearía que me consideraras un viejo loco a que lo hayas visto— se deja caer apesumbrado en su sillón.

— ¿Porqué dices visión verdadera, hay otras visiones?— estoy confundida.

— Sí,  en la última prueba cada uno se enfrenta a sus miedos y temores por lo que la visión es  diferente según la persona. Cuando cogiste el cuchillo y lo amenazaste di por sentado que tenías miedo por tu próximo enlace, creí que esa aterradora niña se había equivocado.

— ¿Pero qué significa esa visión verdadera?

— No lo sé con seguridad, lo que sé es que sólo los miembros de los clanes la han recibido y muy pocos fuera de él, tú y yo somos una excepción— fija su mirada en mí— ¿Viste algo más?— pregunta ansioso.

— A una hermosa joven con enormes ojos negros, ella me mostró algo más, una esperanza, si nos unimos, podemos cambiar el destino.

— ¿Ojos y pelo negros?— asiento con la cabeza— ¿Tenía un lunar encima de los labios?— lo miro sorprendida asintiendo otra vez— Es ella, tiene que ser ella, la niña ya convertida en mujer— los vellos de su padre se ponen de punta.