Darknessys

Camino a Darknessys

La habitación está a oscuras cuando abro los ojos, parpadeo varias veces no estando segura de estar despierta o dormida, noto la cabeza embotada y el cuerpo lánguido.
Me siento con cuidado para no marearme, el camisón que llevo resalta en la oscuridad, alguien debe haberme cambiado, y de repente recuerdo todo, me levanto rápido y estoy a punto de caerme, pero la rabia es más fuerte y salgo de la habitación cómo un vendaval sorprendiendo al guardia de turno.

— ¿Dónde está Lord Darky?— escupo su nombre, sólo de pensar en él me revuelve la bilis.

— Señora está en su alcoba— señala la puerta de al lado.

Antes de que pueda decir más me cuelo en la habitación, está escribiendo en un escritorio a la luz de las velas, parece cansado.

— Es muy tarde, no tengo tiempo para tus rabietas— dice sin volverse siquiera.

Voy a dónde está y le arrancó la pluma tirándola a la pared donde se queda clavada, el se levanta rápidamente tirando la silla al suelo y para con su mano mi puño evitando el golpe.

— Suari...

— No pronuncies su nombre— le corto— por tu culpa ella ha muerto, si le hubieras dado el remedio ella estaría viva— estoy gritando, he perdido el control.

— ¿Querés escuchar de una vez? ¿O cómo siempre te comportarás cómo una niña?— se da la vuelta.

— ¡Mírame! ¡No me ignores, tú la has matado!— el dolor no me deja razonar.

— Está viva, la sanadora preparó el remedio, Lord Jamick insistió junto con tu padre— se da la vuelta.

Nos quedamos los dos observándonos mutuamente, yo  dudo de si está diciendo la verdad, pero enseguida me doy cuenta de que dice la verdad, ¿Porqué habría de mentirme? Tarde o temprano lo descubriría. Sus ojos se detienen en el colgante y una mueca de desagrado aparece en su cara.

— Lo has roto— su voz suena rara— No eres capaz de hacer nada bien, no eres digna de llevarlo, ella se sacrificó por él y tú, tú...— coge con delicadeza la lágrima negra y la acaricia mientras clava sus ojos llenos de odio en los míos.

— Toma— con un movimiento brusco la saco por encima de la cabeza y se la entrego— nunca te he pedido que me la dieras, si tanto aprecio le tienes no habérmela dado— le digo dolida.

— Ella me hizo prometer que te lo diera— dice muy bajo— Y ahora sal de mi habitación— pone el colgante sobre su pecho con ternura.

¿Quién será ella? Me pregunto acostada en la cama, ¿Qué tiene que ver con la lágrima negra? Y lo que me he negado a preguntarle porque mi orgullo no me lo permite y porque ya no es mi responsabilidad llevarlo ¿Qué es y qué es lo que hace el colgante?

 

 

— ¿Cómo supiste de la receta del remedio?

— No sé cómo— evito la mirada de mi hermana para que no vea que le estoy mintiendo— estudié las plantas medicinales en Cortgoden— ese es el lugar donde se supone que he estado estos años, la residencia de mi abuela, Lady Emyl— Y de repente recordé un remedio para las picaduras de serpiente, no sé, fué casualidad.

— Gracias— me abraza— si no hubiera sido por tí...

— Basta ya de agradecimientos y dime ¿Qué pasa con Lord Jamick?.

— No pasa nada— se ruboriza— Peter es un buen amigo, nada más— dice tartamudeando— Ha roto su compromiso con Lady Star.

— Me alegro por él, se ha librado de una buena— se me escapa.

— Señora Darky— nos interrumpe Lueck— su padre quiere verla.

Me despido de Suari que está deseando ir a ver Peter y nos encaminamos al despacho de mi padre, durante el camino Lueck no habla ni siquiera me mira, desde el ataque me rehuye, quizás sea lo mejor pero eso no evita que me duela.

— He recibido un mensaje de tu marido— es el saludo de mi padre— quieres que mañana partas inmediatamente a Darknessys— parece molesto.

— ¿Tan pronto?— esperaba quedarme más tiempo con mi familia.

— Los caminos están despejados de nieve aún y se puede viajar por ellos con seguridad, si dejas más tiempo tendrás que quedarte aquí hasta después de la época de las nevadas y Erick quiere que pases el invierno en tu nuevo hogar.

— ¿Alguna novedad sobre el ataque?— le pregunto cómo siempre desde que ocurrió hace dos semanas.

— Nada nuevo— dice cansado— ni una pista de por qué atacaron el castillo y ese pueblo perdido de las montañas blancas a la misma vez.

Me estremezco al pensar lo que ha ocurrido en Lilluby, todos sus habitantes han aparecido muertos, sus cuerpos estaban destrozados y amontonados en el centro del poblado, de los niños no se sabe nada, no había ninguno en la pila de muertos, no quiero pensar lo que habrán hecho con ellos.
Erick partió en cuánto llegó el aviso junto con algunos Lores a los que convenció de que esto era el principio de la gran guerra que se avecina, los demás ni siquiera se dignaron a escuchar sus explicaciones, se creen seguros con sus grandes ejércitos. Si hubieran visto la visión de lo que nos espera quizás cambiarían de opinión, pero mi padre, los clanes y Erick no quieren que se sepa nada de esto, saben que los Lores no creen en visiones ni nada que tenga que ver con la magia, sería más un inconveniente que una ayuda.

La despedida es triste cómo todas los son, Suari llora desconsolada, pero sé que estará bien, ahora tiene también a Peter para que la cuide y la proteja. Mi padre me abraza con lágrimas en los ojos y con una triste sonrisa, hemos tenido poco tiempo para estar juntos.

 

 

El trayecto es largo y dificultoso, el frío es cada día es más intenso, el ambiente sombrío y opresivo, cómo antes de desatarse una tormenta, pronto va a nevar, a lo lejos ya se ven las montañas cubiertas de nieve.

— Creo que nos están siguiendo— me acerco a calentar mis manos en el fuego del campamento, las tengo heladas.

— No se preocupe señora, son nuestros hombres, nos hemos dividido para más seguridad, cinco avanzan delante y otros cinco en la retaguardia— el capitán Gustav se marcha a su tienda sin darle ninguna importancia a lo que le he dicho.



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En el texto hay: amor aventura fantastico

Editado: 30.01.2020

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