— ¿Qué es ese ruido?— Catrina mira a todos lados asustada todavía por Argem.
— ¿Lo notáis?— los vellos de los brazos se me erizan.
— Vamos a la cueva— dice en susurros Gustav.
De repente un rayo negro cómo la noche sale de la niebla y se enreda por el cuerpo del soldado que se queda paralizado, el báculo aparece enseguida en mi mano brillando y toco con él el tentáculo que rodea a Gustav, éste desaparece con un extraño siseo haciéndole caer al helado suelo. Enseguida aparece otro rayo que toma a Catrina y la alza por los aires, la chica chilla asustada mirando el suelo cada vez más lejos, instintivamente levanto el báculo apuntando a mi amiga, de él también salen unos rayos que la sujetan y la depositan en el suelo.
— ¡Buh! Te encontré— el hombre con el brazalete que nos estaba persiguiendo aparece a mi lado con una sonrisa burlona y me quita el báculo sin apenas darme cuenta.
— ¡Buh, imbécil!— el puño de Erick impacta en la cara del atacante y con la otra mano le quita el arma negra, éste se desvanece para aparecer unos metros delante de nosotros, con cara seria levanta el puño con el brazalete y lo gira en el aire. La niebla empieza a formar un remolino que la piedra negra va absorbiendo hasta que ya sólo quedan jirones de ella, entonces podemos ver que estamos rodeados por soldados enemigos.
— ¡Matadlos a todos!— el jefe de ellos levanta el brazo y nos apunta directamente con él. La niebla que antes había absorbido sale disparada en forma de puñales que cortan todo lo que tocan.
Un muro invisible detiene la niebla mortal, miramos buscando quién lo ha hecho y vemos a Kathy flotando en el cielo con la cabeza echada hacia atrás mirando al infinito con los ojos blancos, de las puntas de sus dedos sale algo transparente que se ondula formando una cúpula que nos envuelve. Los soldados llegan enseguida e intentan traspasar la cúpula, algunos disparan flechas al cielo intentando acertar a Kathy, pero las saetas caen incineradas al tocar la fuerza que la protege cayendo sobre la cúpula cómo una lluvia de fuego y cenizas.
—¡Haz algo!— me tira el báculo Erick mientras ayuda a Gustav a levantarse, el soldado está desorientado y cada segundo que pasa está más pálido.
Miro al báculo y le pido ayuda con todas mis ganas, pero el báculo no hace nada, es un palo negro inerte en mi mano. Lo levanto e invoco su poder, nada, golpeo el suelo repetidamente con él y sigue igual.
— ¡Dame!— Erick llega a mi lado e intenta quitarme el arma— ¡Ahgg!— de la mano de él empieza a salir humo y la suelta— ¡Está cosa no vale para nada, igual que tú!— me grita sacudiéndose la mano.
Aprieto el palo con fuerza aguantando las ganas de partírselo en su dura cabeza.
— ¡Ahhhhhh!— un pitido fortísimo nos taladra los oídos haciéndonos caer de rodillas, Erick y yo nos tapamos las orejas, no sirve para nada está dentro de nuestra cabeza.
Catrina y Gustav caminan hacia nosotros, sus miradas están vidriosas, andan con dificultad como si les costara trabajo o intentarán resistirse a algo. Catrina levanta su brazo con mucho esfuerzo y lo mira con sus ojos sin volver la cabeza, no puede hacerlo, sigo su mirada, quiere advertirme, y veo la señal del tentáculo que la atrapó, algo repta por su piel hasta donde puede verse, el hombre del brazalete los está controlando.
Erick también lo ha visto y entre ramalazos de dolor se levanta doblado, va en pos de su espada que está cerca de él. Catrina y Gustav al verlo, saltan a la vez sobre él y se enzarzan en una pelea. Ella se centra en intentar meterle los dedos en los ojos para arrancárselos, Gustav golpea sin control el cuerpo de Erick, mientras lo hace tiene una expresión de terror en su cara, no puede creer que le esté haciendo eso a su señor.
— Argem, te necesito— pido ayuda al hada entredientes, el pitido hace insoportable cualquier movimiento.
— No puedo— se escucha la voz de la Ondina muy lejana— el hechicero ha canalizado el agua de los alrededores, no puedo llegar hasta vosotros.
— Dime... cómo... funciona... el... báculo...— cada palabra es una tortura.
— Tienes que domarlo, es cómo un animal salvaje, se necesita tiempo para poder controlar su voluntad— su voz suena triste.
— Ayud...
— Hasta que no lo consigas hará lo que quiera cómo un niño travieso.
La pelea entre los tres continúa, Catrina al no conseguir su objetivo ahora intenta pisar la cabeza de Erick, Gustav intenta agarrarlo por el cuello y Kathy poco a poco va desaparecido al agotarse su poder, dentro de poco moriremos todos.
— ¡Déjalos vivir y te daré el báculo!— grito todo lo fuerte que puedo con la manos cubriéndome la cara intentando controlar el dolor.
— Todos vais a morir y conseguiré el báculo igualmente, no os necesito con vida— dice fríamente.
— Me marcharé contigo, te enseñaré a manejarlo— no sé que más decir.
— ¡Ja,ja,ja!— cada carcajada de él hace que mi cabeza parezca que va a estallar— No tienes idea de cómo hacerlo, si no no estarías en esta situación, yo sin embargo sí sé controlarlo— calla un instante— pero puedo ofrecerte una muerte rápida y sin dolor para ellos si acabamos ya con esto.
No puedo dejarlos morir, ya lo hice con Tere, no puedo, mis lágrimas ardientes me queman la cara, tiene que haber otra solución. Sé que voy a morir dentro de poco y no sin dolor, el ha dicho que ellos morirán sin dolor y rápidamente, no yo. Tomo la daga que llevo siempre en el muslo y de un rápido corte me abro las muñecas luego me tiro al suelo con los ojos cerrados, la sangre brota a borbotones, en nada el pitido suena cada vez más bajo, la sangre empapa mis ropas y su olor inunda mi nariz, veo a Kathy en mi mente, me mira con pena, a ella también le queda muy poco, me voy desangrando rápidamente, ya sólo me queda un hilo de vida cuando siento sellarse mis muñecas y la sangre deja de manar. Antes de morirme me gustaría saber si mi plan ha dado resultado y ellos se han salvado, pero ya estoy de camino hacia el otro mundo, un mundo dónde los vivos no tienen cabida, siento cómo me llaman, la negrura me rodea y con resignación me adentro en ella.