Darknessys

Fundación

Mona empieza a narrar la historia de la fundación de Darknessys de una forma amena y entretenida, que nada tiene que ver con las rimbombantes palabras y enrevesados párrafos del anticuado libro, en esencia es la misma que la de los demás países, añade poco más a lo que sé, algún nombre diferente, distintos lugares, pero al final es la que todo conocemos y aprendemos de pequeños. Las guerras continúas con los países más allá de nuestras fronteras forzaron a los pequeños pueblos dispersados por nuestro territorio a unirse contra ellos, querían acabar de una vez por todas con las interminables incursiones que arrasaban sus campos y poblados, la manera, reclutar a hechiceros, no abundaban, pero existían, todo el que se sospechara de estar dotado con algún poder se sumaba a las filas de guerreros dónde entrenaban para la lucha y aprendían a desarrollar sus poderes. Cuando parecía que iban conseguir deshacerse de los enemigos, los seres elementales, Hadas, Silfos y Ondinas, los Gnomos y Salamandras prácticamente habían desaparecido y los pocos que quedaban no tenían contacto con los hombres, que desde la creación del mundo habitaban juntos éste territorio en paz y armonía, se unieron a nuestros enemigos. Ellos poseían la magia elemental de la naturaleza, inagotable y sabiamente utilizada pararon sin mucho esfuerzo el ataque de los hechiceros, sus únicos enemigos verdaderos, ya que los guerreros eran para ellos motas de polvo, molestaban, pero con una sacudida se libraban de ellos. A partir de estos hechos, la historia es una confusión de batallas en las que unos ganaban y otros perdían, hasta que apareció la Flud Megra, la reina de los elementales, un ser cruel que sembraba muerte y desolación en dónde tomaba forma, un guerrero hechicero de los clanes, en la historia de cada país es de ese sitio, el más fiero y poderoso consiguió acorralarla, la reina lo embrujó con su etérea belleza e hizo que llevara a todos los ejércitos a una gran llanura con la promesa de hallar la paz blandiendo la mentira de que se habían dado cuenta del error de aliarse con el enemigo. ¡Qué equivocada estaba! El gran hechicero nunca cayó bajo su hechizo, la engañó y cuando la arrogante Flud iba a atacar... Él, comandando a todos los hechiceros rodeó a sus ejércitos y empezó la última batalla, la balanza se inclinó hacia nosotros, los seres elementales fueron vencidos y la reina capturada, el hechicero la obligó a que viera cómo mataban a todo su pueblo, a ella la envío malherida con sus aliados para que supieran que si habían ganado a los elementales no podrían con ellos. Resultó, retiraron sus fuerzas de nuestros territorios, entonces, los hechiceros construyeron las cuatro estatuas vigilantes, en el norte, sur, este y oeste, a sus pies descansan los cuerpos de los ancestrales confiriéndoles el poder de permanecer intactas y alertas ante cualquier amenaza. Y los hechiceros.... desaparecieron, los autores de las crónicas de los seis estados no se ponen de acuerdo en cómo ocurrió, unos cuentan que al desaparecer los elementales cómo castigo la naturaleza les quitó la magia, otros que la reina Flud los maldijo y perdieron sus poderes, lo cierto es que los hechiceros desaparecieron, a lo largo de los cientos de años han aparecido personas con algún poder, ninguna con el poder de los antiguos magos, aún así han gozado del favor de los gobernantes pero del temor del pueblo.

— Después de asegurar el país de invasores, los grandes señores se reunieron para dividirse la tierra...— estoy a punto de cerrar los ojos adormilada por la voz melódica de la sirvienta, cuando se calla súbitamente— Se...se...ñora— Mona señala una jarra de agua temblando, ¡Es la Ondina! La chica pega un pequeño grito y cae desmayada.

— ¡Argem!— corro hacia ella emocionada de verla, llevo buscándola en cada gota de agua que he encontrado en mis aposentos, tiene la misma apariencia de la joven que vi en el lago, agradezco que se presente ante mí así, su otra forma me intimida.

— No tengo mucho tiempo, las protecciones de los hechiceros es muy fuerte— su tamaño y voz son diminutos teniéndome que agachar para oírla.

— ¿Hechiceros?— desde hace decenas de. años no se sabe de ninguno, incluso el don de Kathy fue ocultado celosamente.

— Cuánto tienes que descubrir— dice con tristeza— tienes que aprender a manejar el báculo, él es tu salvación, tienes que unirlo a tí.

— ¿Cómo?— ojalá pudiera hacerlo.

— No puedo ayudarte, si lo hiciera el te rechazaría al instante.

— Sin él poco puedo hacer.

— Puedes hacer todo lo que te propongas— ¿Por qué siento su tristeza? Me llega al corazón— Pero en este momento y éste lugar lo tendrás que hacer sola, no puedo ayudarte, Kathy tampoco lo hará, es fiel a su hermano y lo obedecerá. El báculo es lo único que puede ayudar a enfrentarnos a lo que se avecina. Se está preparando el ataque a una gran ciudad, debes controlarlo o no tendrán ninguna oportunidad.

— No... no quiero esa responsabilidad, tiene que haber alguien más que pueda hacerlo.

— No estás sola, hay muchos buscando las armas negras, algunas han sido encontradas pero el báculo es la más poderosa hasta ahora, debes vincularte a él o que te rechace y sólo seas la portadora hasta encontrar a otro elegido, cosa para la que ya no hay tiempo.

— Quiero entenderte pero no lo consigo, no logro encajar las piezas, cada vez hay más elementos y estoy sola, no tengo a nadie con quién compartir mis inquietudes, no sé en quién confiar.

— No puedo estar contigo, es imposible, pero quiero que sepas que aunque no me veas ni me oigas estoy vigilándote y en el momento en que la desesperación te inunde y creas que todo está perdido ahí estaré— niego con la cabeza, quizás sea una egoísta pero la necesito ahora no en un futuro— No confíes en nadie— el agua vuelve a la normalidad desapareciendo la Ondina al mismo tiempo que la doncella despierta. Voy a ayudarla cuando se levanta del suelo mirando a la jarra y a mí con una expresión de terror.



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En el texto hay: amor aventura fantastico

Editado: 30.01.2020

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