Darksouth: Detrás de la verdad

Capitulo 33

Linda

Desperte con una horrible sensación en mi pecho. El frio se estaba filtrando por mi ventana y ahí me di cuenta que estaba abierta de par en par y la cortina estaba corrida. Con razón. Me levante con pereza para cerrarla y note algo diferente en mi habitación, pero no sabia que. Es lo mismo que he estado sintiendo cada mañana, pero no logro saber que cosa. Quizás ya me estoy volviendo loca. Me mire al espejo solo para ver como la camiseta de Edward cae sobre mi cuerpo llegándome hasta mis muslos. No se porque decidi ponérmela, se supone que la escondería. Eso había hecho, pero me resulto enfermizo dormir sin ella.

Me sente en mi cama mientras el olor de la camiseta me llenaba las fosas nasales. Ni siquiera la he lavado para que el perfume de Edward no se perdiera. Para mi suerte aun estaba ahí. Incluso llego a sentirlo en mi habitación. Lleve mis dedos a mis labios donde un cosquilleo bastante familiar me hizo sentir viva por un segundo, anoche soñé con el. Como siempre. Solo que esta vez el…me besaba. Fue tan real, tan sincero. Me odio por permitirle que aun me cause estas sensaciones, se supone que debi alejarme, se supone que debo dejar de sentirme asi, pero que difícil se hace cuando cada noche aparece en mis sueños, y cada uno mas real que el otro. Debo estar obsecionada, porque otra cosa no me lo explica. Decido quitarme la camiseta y la lanzo lejos de mi habitación, ya es suficiente. Me digo a mi misma aunque me repito aquello cada dia y siempre sigo igual. Me pongo un jeans gastado y un sweter de lana color vino. Me ato mi cabello en una coleta alta y decido bajar a desayunar. Mi madre esta preparado el café con la mirada perdida en la ventana.

—Buenos días—digo y me siento dejando caer mi cabeza en mis manos.

—Hola cariño. ¿Cómo dormiste?

—Bien—respondi y comence a prepararme una tostada.

—¿Crees que hoy puedas quedarte sola un par de horas? Debo hacer algunas cosas—me dice preocupada. Le sonrio y niego mientras suelto una pequeña risita.

—Estare bien mama. No soy una niña, puedes ir y hacer tus cosas—ella hace una mueca y estoy segura que se esta debatiendo internamente si realmente debería dejarme sola.

—Hmm no lo se…

—Tu ve—le digo—No tienes que dejar todo por mi…estoy bien.

Finalmente logro convencerla. Almorzamos juntas y luego ella se preparada para ir hacer sus cosas. Estar sola es todo lo que quería. Subo a mi habitación en cuanto mi madre desaparece por la puerta y me pongo a ordenar un poco. Cambio mis sabanas puesto que no lo he hecho desde que remodele todo mi cuarto. Me debato sobre que debería hacer con la camiseta de Edward. Si la lavo, no me sentiré tan culpable al ponérmela para dormir. Siento por ultima vez su aroma antes de lanzarla con las sabanas sucias al cesto de la ropa para lavar. Por algo se empieza, ¿no? Antes de continuar ordenando un golpeteo en la puerta me hace bajar las escaleras de un trote. ¿Quién sera?

Abro la puerta desintersadamente y me arrepiento al instante. ¿Qué hace ella aquí?

—¿Qué haces aquí?—suelto en cuanto su rostro me mira. Ella duda un segundo antes de contestar.

—Yo..queria saber como estabas—frunci el ceño y rei sin gracia apoyando mi cabeza en la pierta.

—¿En serio?—puse los ojos en blanco y mire en otra dirección para no tener que ver su cara.

—¿Puedo…puedo pasar?—dudo un segundo antes de asentir y hacerme a un lado. Espero que no sea de esas loquitas que una vez que estamos a solas suelta sus garras para asesinarme y fingir que todo ha sido un suicidio de mi parte. Me aterra solo en pensarlo y me estoy arrepintiendo de haberla dejado entrar.

—Tranquila que no te hare nada—dice sonriendo como si hubiera leído mi mente.

—¿Que quieres Sandy?

—Disculparme…por todo—asenti mordiendo mis labios sin saber que decir realmente.

—Eso me dijiste ayer.

—Lo se. Pero no pude evitar pensar en ese mensaje que te llego—abro mis ojos sorprendida. Cierto, el anónimo. Lo había olvidado.

—Oh—es lo único que logro decir.

—No le haras caso…¿verdad?

—No lo se—dije sincera. No me lo había planteado hasta ahora—Eso no debería importarte—le digo tratando de no sonar tan…pesada.

—Tienes razón—confiesa frunciendo el ceño levemente.

Era raro verla sin sus medias de red ni su cabello pintado de morado en las puntas. Se veía casi como alguien normal si no fuera por el maquillaje oscuro en sus ojos haciendo un notorio contraste con su palida piel. Note que cuando esta nerviosa muerde sus uñas, un habito que yo solia tener cuando era niña y que mi madre siempre me reprendía por ello golpeándome en las manos. Sonreí con solo recordarlo.

—Nunca hubo algo entre el y yo—suelta de repente y me quedo atónita. Miro en todas direccionaes buscando una escapatoria. Hablar de Edward era lo ultimo que quería en este momento—Solo quería que lo supieras—dice como si nuevamente hubiera leído mi mente. Asentí sin decir nada y me sorprendi cuando lleve mis uñas a la boca. Baje la mano ensegudia en cuanto Sandy se percato de ello.

—Es un habito horrible—dice ocultando una sornisa. Le sonrio de vuleta y pasé mis manos por mis pantalones para secar el sudor de ella.



#41779 en Novela romántica

En el texto hay: amor, mentiras e intriga, pandillas

Editado: 25.05.2019

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.