Darksouth: Detrás de la verdad

Capitulo 39

Linda

Agradezco que mi madre no se haya llevado la camioneta, por el contrario habría tenido que tomar un autobús, y el tren para llegar y no llevo tanto dinero conmigo como para costear todos esos pasajes. Apenas me alcanza para el combustible y algunos cafes. Cuando paré en la primera estación de servivio para cargar gasolina, me compre un café expreso bien cargado, el no haber dormido esta pasándome la cuenta. Veo de vez en cuando al asiento de copiloto solo para verificar cuantas llamadas de Edward me entran en los próximos cinco minutos. Ya he contado veinte, solo espero que se aburra luego. Decido voltear boca abajo mi celular estropeado y asi no tener que hacerme la cabeza con sus posibles palabras si es que llego a contestar. He ignorado incluso sus mensajes de textos como también las llamadas de mi madre. Aun no puedo lidiar con ella. Llevo dos horas de viaje, con la música en alto y tomando café cargado para no dormirme, sin embargo, mi cabeza está en la nube llamada Edward, hace que me mantenga lo suficientemente despierta. Me siento fatal por la manera en que me fui y esa nota sobre la silla. Evito imaginar su rostro cuando despertó y no me encontró a su lado. Evito no pensar en su ceño fruncido cuando leyó esa nota ni en su reacción al comporobar que lo abandone de la manera mas cobarde posible. Si tan solo el se pusiera un poco en mi lugar, podría entenderme.

Ni siquiera creo que todo esto se deba a su traición con Sandy o a sus razones para estar conmigo, porque si asi fuera, entonces no podría haberme aliado con Sandy ni hubiera podido pasar la noche con el. Sin embargo, cuando pienso en el solo pienso en los Darksouth, en mi madre, en su padre. En todo lo relacionado con ellos y como me envuelven de alguna manera. Estoy tan mareada de todo este asunto, que lo único que necesito es alejarme de ese pueblo, y tomar un poco de aire fresco, donde no exista nada que tenga que ver con ellos. Es lo único que pido y si es posible, quedarme aquí un buen tiempo. Crei que quería saber mas, crei que quería saber todo lo que me ocultan, buscar el porque y encontrarle un maldito sentido, pero resulta que ya no quiero nada de eso. Solo desearía nunca haber pisado ese pueblo. Total, yo estaba bien en NY. No me habrian roto el corazón, no me habrían jugado esa mala pasada en el motel, no me habría visto envuelta entre matones ni me habría enterado de la vida oculta de mi madre. Estaría bien. ¿Estaría bien?

Paro en un semáforo y comienzo a ver a mi alrededor, este sector ya no lo reconozco. Tomo mi celular evadiendo las llamadas y mensajes perdidos y coloco la direccion que mi mi padre me había enviado, en el gps de mi celular. Según el aparato estoy a cuarenta minutos de su casa. Lo bueno, que no me tomo las cinco horas, y esto se debe a que mi padre ya no vive en la ciudad. Vive un poco mas cerca de donde estoy, aunque igual lleva sus buenas horas. Le mando un audio de voz para decirle que estoy a pocos minutos y vuelvo a dejar mi celular donde estaba, con la diferencia que me obligo a no seguir pensando de mas. Mi celular vibra indicándome que ya llegue a mi destino. Es un barrio bueno, con lindas casas, algunas muy extravagantes y lujosas y otras muy normales sin nada de especial, sin embargo, la casa de mi padre es blanca con el tejado rojo. Es grande pero no tanto como la que soliamos tener antes de la separación, pero aquello no le quita lo tierna y linda. El jardín delantero es de un verde vivo y unas hermosas flores y arbustos bien cuidados decoran la entrada. Y antes de pensar en bajarme, la puerta principal se abre y mi padre sale de ella. Viste casual y lleva una gran sonrisa. Me recordó a mi padre de niña. Se ve rejuvenecido y feliz.  Ni siquiera me doy cuenta que estoy aguantando las lagrimas cuando me bajo de la camioneta y corro a sus brazos. Las lagrimas se escapan de mi cuando su fragancia envuelve mis fosas nasales y sus brazos me estrechan en un fuerte y cariñoso abrazo. Cuanto necesitaba esto. Mi padre me levanta del suelo haciéndome reir. De pronto, me encuentro teniendo siete años mientras corro a la entrada para recibir a mi padre después de un dia agotador. El me carga en sus anchos brazos y me da vueltas pese al cansacio que se podia notar en sus ojos. Cuando uno es niño no valora esos pequeños detalles, hasta que ya es grande y siente que aquellos simples detalles como elevarme por los aires, era lo mas genial y asombroso que podria disfrutar de un padre. Es todo lo que queria y tenia, y ahora lo hecho de menos. 

—¿Estas bien cariño?—la preoucpacion se hace notar y asiento pese a que no puedo despegar mi rostro de su cuello. No quiero que me vea asi. La ultima vez que lo vi casi lo muerdo de lo molesta que estaba y ni siquiera le di un saludo, y ahora aquí estoy—Me alegra mucho que decidieras venir—dice con suavidad y entonces me despego de el secando mis ojos y mi nariz para no derramar mocos. Ambos reimos cuando nos vemos, sus ojos están rojizos como si se hubiera estado aguantando las lagrimas.

—Si. Lo siento, es que…no me di cuenta cuanto te había extrañado…hasta ahora—me siento apenada y enseguida siento el fuego en mis mejillas. El suelta una risa y me abraza una vez mas.

Y es justo ahí cuando percato del par de personas en la puerta mirándonos con una sonrisa, una mujer muy linda nos regala una amplia sonrisa y una pequeña con barbijo y ojos grandes y brillantes nos miran expectantes. Les sonrio algo timida y mi padre se voltea para mirarla.



#41787 en Novela romántica

En el texto hay: amor, mentiras e intriga, pandillas

Editado: 25.05.2019

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