Darksouth ll: Ante la mentira

Capitulo 20

No he vuelto hablar con Edward en toda la semana. Incluso he ignorado sus llamadas y mensajes, puede que sea infantil de mi parte pero algo debo hacer para que entienda que sus acciones duelen y duelen mucho. Sin embargo, pese a que había decidido no viajar este fin de semana, aquí estoy, rumbo a Portland nuevamente. No es por él, bueno en parte si, pero como he dicho con anterioridad, ya no somos una pareja de novios, estamos casados y mi deber como mujer es volver a casa, aunque en parte también es para verlo a él, pero no pienso caer en sus coqueteos ni mucho menos, quiero que vea por el mismo que sus actitudes de mierda no van conmigo.

Cuando llego a casa su auto no está, pero tampoco lo esperaba ver. Ahora mismo debe estar en el bar y seguramente ni se le debe pasar por la cabeza que estoy acá. Para mí sorpresa, la casa está ordenada y se siente un aroma fresco a que alguien ha hecho una limpieza a fondo, dudo mucho que Edward lo haya hecho, seguro contrató a alguien, pero por lo menos, no está ese chiquero con el que me encontré la última vez que vine aquí. 

Subo las escaleras y nuestra habitación está resplandeciente e incluso su parte del closet está ordenada. Me río un poco por ello y niego con la cabeza cuando tomo una toalla y decido ir al baño para darme una ducha. Me demoro  la nada misma y al salir me pongo un short y una camiseta de Barbie que la tengo hace mil años y aún me queda. Me preparo algo ligero para comer y saco los libros y la tablet que Karin me regaló para ponerme a estudiar. Por mientras hago un videochat con Bea y Felipe para acordar la segunda parte del trabajo que debemos hacer, con la diferencia que este avance se debe entregar dentro de tres semanas más, pero no está mal tener algo avanzado. 

Él tiempo acá se pasa muy rápido, quizás es el sonido del silencio que me hace sentir más relajada y concentrada. Veo la hora y ya son pasada las doce, así que decido dejar los libros de lado y me acuesto bajo las sábanas limpias para conciliar el sueño. Abrazo la almohada de Edward y en un segundo, ya estoy dormida. 

Cuando despierto me doy cuenta que he dormido en la misma postura toda la noche y por ende, Edward no ha llegado a casa, pues su lado de la cama sigue intacto. Me siento en la cama e intento no dejarme llevar por los pensamientos, pero comienzo a sentirme mal. Esa sensación familiar y dolorosa en el pecho comienza hacer su efecto en mi y decido ponerme de pie y despabilarme para no seguir torturandome. Camino hacia el baño dónde me lavo los dientes y recojo mi cabello en un rodete mal hecho y bajo las escaleras para prepararme el desayuno, aunque con esa opresión en el pecho creo que solo bajaré solo para no estar encerrada en la habitación. 

Sin embargo, cuando llego a la mitad de los escalones ahogo un suspiro en mi mano cuando veo a Edward dormir en el sillón. Me causa algo de gracia verlo puesto que su cuerpo es muy grande para ese sillón y algo me dice que ha dormido muy incomodo. Me acerco a él y lo sacudo por los hombros para que se despierte. 

—Edward..—lo llamo. A la tercera vez abre los ojos y se sobresalta cuando me ve. —Lo siento, no quise asustarte...¿Que haces aquí? 

Él pestañea varias veces y refriega sus ojos antes de soltar un bostezo y sentarse en su lugar. Solo está con sus boxer y se tapa con una ligera manta. 

—No quise molestarte anoche—confiesa y su voz ronca me provoca piel de gallina. —Ademas, estabas muy agusto abrazando mi almohada—dice con una pequeña sonrisa. Me río un poco y me siento a su lado. 

—Pensé que no habías llegado a dormir—confieso. Él me mira y frunce el ceño. 

—¿Por qué no lo haría?

—No lo sé. ¿Por qué no?

—Porque no tengo necesidad de ir a otro lugar cuando tengo mi casa y mi cama. Además, tenía la esperanza de que vinieras—dice. Lo miro un segundo y asiento apartando la vista. —¿Por qué no has atendido mis llamadas y mensajes? ¿Sabes cómo he estado sin saber nada de ti? 

—Dudo mucho que no te la hayas ingeniado—digo volviendo a verlo. Él amaga una sonrisa pero mantiene su ceño fruncido.

—Bueno...tienes razón—concluye y aquello me hace reír—...creo que Miller ha llegado a soñar conmigo de todas las veces que lo he llamado—admite y aquello me hace reír nuevamente. 

—Con razón Todd me ha llamado varias veces en la semana—respondo y ahora él se ríe. 

El silencio nos envuelve un momento hasta que su mano corre un mechón de cabello de mi rostro y aprovecha a hacerme una tierna caricia en la mejilla. Su tacto me hace temblar y entonces lo miro. Me encargo de despejar su rostro tirando su cabello hacia atrás e inconscientemente me arrimo más a su lado. 

—Ven, vamos a la cama—le digo—Aun es temprano—me pongo de pie y extiendo mi mano donde él no duda en tomarla. 

 

Subo las escaleras con Edward detrás mío y una vez en nuestra habitación nos acostamos enseguida. Él me abraza por la cintura y yo apoyo mi rostro en su pecho donde el sueño nos inunda otra vez. 

Dormimos casi todo el día. Cuando desperté eran pasada las cuatro de la tarde y ni él ni yo teníamos ganas de levantarnos. Edward se limitó a llamar a un delivery y ordenó pizza para comer. Cabe destacar que la pizza es nuestra comida chatarra favorita, sin duda.  Pasan unos veinte minutos cuando tuvimos que hacer piedra, papel o tijera para ver quién de los dos bajaba a recibir el pedido, por supuesto que gané yo. 



#41377 en Novela romántica

En el texto hay: mentiras, peligro, amor y odio

Editado: 15.08.2019

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.