El lugar en el que estoy es pacífico, llano y cálido. Soy capaz de ver lo que pasa a mi alrededor, pero no logro interactuar con mi entorno. Se que me mueven de un lado a otro, que Sandy me ha estado dando comida en la boca como si fuera un bebé, y pese a que quisiera reaccionar, no puedo. Es que, sea donde sea que me encuentre, no soy capaz de sentir dolor y me gusta eso. Aquí mi mente no trabaja, y por ende, mi cerebro no manda señales para que mi cuerpo haga su trabajo. Es como cuando desconectas un electrodoméstico, él sigue allí físicamente, pero funcional no. Y así creo que me siento.
Mi hermana me acuesta en el colchón y me tapa, pero no tengo sueño. Permanezco mirando la pared, hasta que veo que la puerta se abre y ella entra en compañía de tres hombres, entonces, mi burbuja se revienta. La ira y el odio me consumen, y nadie se lo espera cuando me pongo de pie y tomo a la hija de puta de July del pelo. Alcanzo a darle una patada mientras siento la adrenalina recorrer con ardor mis venas y siento satisfacción al hacerle daño. Lo más gratificante de la vida. Sin embargo, aquello no dirá demasiado, puesto que más personas entran y nos alejan. Dos tipos mantienen a Sandy retenida, mientras que otros dos me tienen a mi.
—Hija de puta—digo y le clavo mis uñas a los tipos que me tienen los brazos—¡Hija de puta!—grito mientras ella se seca la sangre de su nariz y me mira —¡Maldita hija de puta! ¡Juro que si te llego agarrar nuevamente, te mataré perra malnacida! ¡Te voy a matar!—grito sintiendo que mi garganta y mi voz no me acompañan.
Ella se acerca a mi y sonríe cuando nota que por más que quiero atacarla, no puedo.
—Yo te advertí de lo que soy capaz de hacer—dice y acomoda descaradamente su cabello—...y no me obligues a tomar riendas contigo porque te aseguro, que tú y tu bebé sufrirán las consecuencias. No querrás que alguien más de tu familia aparezca muerto ¿O si? —dice y al ver que no respondo, suelta una carcajada mientras da media vuelta y se marcha. Los tipos nos sueltan una vez que todos salieron y nos dejan igual que antes. En nada y encerradas.
Mi cuerpo vuelve apagarse y alcanzo a sentarme en una silla antes de caer. Mi hermana se acerca rápido y se arrodilla frente a mi y preciosa mis manos mientras cierro los ojos y lloro la horrorosa perdida de mi padre. Mi amado y queridísimo papá.
Sea donde sea que estés, deseo con todo mi corazón que estés bien, que te reciban con los brazos abiertos y tú muerte será algo que llevaré conmigo para toda la vida. Te amo. Cuida de todos allá y acá. Cuida de Molly, cuida de Karin, también de mamá y no te preocupes por mí, no vuelvas a preocuparte por mi. No lo hagas, solo descansa. Es lo mínimo que un hombre como tú se merece. Hay tantas, tantas cosas que nunca te dije. Tantas cosas que debí agradecerte y no lo hice en su momento, no como debia. Cosas que cargaré para siempre. Te prometo que te recordaré como mi superhéroe favorito, gracias por intentar salvarme. Gracias mi Superman.
Espero que él sea capaz de oír mis palabras. Tengo mucho más para decir, pero son tantas que mi cabeza no es capaz de ordenarlas, pero sé que podrá sentirlas.
Cuatro meses después.
Según Sandy, en una semana mi vientre ha crecido cinco pulgadas. Yo digo que está exagerando, puesto que yo no noto cierta diferencia. No puedo creer que ya llevamos cinco meses encerradas, y sacando la cuenta con palitos, debo estar en mi semana número veintitrés de embarazo. Él o ella, se ha mantenido fuerte, y saludable. O eso es lo que creemos, puesto que se mueve como si estuviera nadando feliz en una piscina. Nunca creí que llegaría a amarlo tanto. Cada noche le hablo antes dormirnos, es mi compañero, es como si él, digo él porque yo creo que es un niño, comprendiera cada sensación y sentimientos que me invade. Cuando me dan ganas de llorar, él comienza a moverse y me sacan una sonrisa sin dudarlo, cuando no puedo dormir, siento mi panza latir al son de mi ritmo cardíaco, entonces le hablo y tanto él como yo, nos tranquilizamos y conciliamos el sueño. Sueño con su rostro cada noche, y es una mezcla rara entre Edward y yo con su cabello rizado y mis ojos azules, o con sus ojos oscuros y mi cabello rubio, aunque lo que es más infaltable, son esos hoyuelos de ensueño iguales a los de su padre.
Antes me arrepentía de que no haberle dicho a Edward que estaba embarazada, pero ahora lo agradezco. No me gustaría imaginar cómo estaría si supiera que estaba embarazada y más encima desaparecida. Aunque, tampoco puedo imaginarme cómo está ahora. No quiero. Evito imaginar a mi madre llorando con un teléfono en mano esperando mi última llamada, o más bien, trato de evitarlo porque lo pienso e imagino igual. O a Karin sufriendo la perdida de mi padre, o a Molly sin papá. A Edward...no, a Edward no.
—¿Cierto bebé? No pensemos en papá...no de esa manera—le digo mientras acaricio mi vientre y él se mueve como si me estuviera respondiendo. Sonrío y podría decir que él piensa igual que yo.
Paso mi mano por mi cuello, y me quito el relicario solo para ver una vez más nuestra foto. Es algo que he hecho cada noche. Me aferro a ese recuerdo y trato de transmitirselo al bebé, por ahí él pueda crear una imagen de nosotros en su cabeza o quién sabe.
—Mira lo que te hice—oigo a Sandy. Me volteo y la veo aparecer del cuarto de baño con una prenda en la mano—Como todo te queda chico, le pedí a uno de los infelices que me trajeran aguja e hilo, y te cosi esto. —dice y cuando lo revela sonrío a mas no poder, al ver que ha juntado dos de sus camisetas para crearme una. —...no puedes decir que no tengo ingenio—dice y me la entrega. La abrazo y ella se sienta a mi lado mientras acaricia mi vientre.
—Es tú tía Sandy, ya sabes lo molestosa que es—digo puesto que segundos antes de que ella llegara, él se movía y ahora dejó de hacerlo.