Esto no estaba en mi planes, quedar encerrada en un baño con Edward Scott definitivamente no estaban en mis planes ni en un millón de años. ¿Qué hago aquí? ¿Cómo salgo? Lo veo sentado a mi lado inmerso en sus pensamientos. Me siento incomoda y no precisamente por su presencia, mas bien porque toda mi ropa está mojada y yo solo espero que el prendrive que encontré en la oficina de July, no se heche a perder, pues por el contrario, todo esto habría sido en vano. No puedo dejar de mirar las cuatro esquinas color celeste que me rodean y la pequeña ventana que está demasiada alta como para mirar por ella. Es una sensación amarga, acida, molesta y también dolorosa. Cosas horrible pasé en lugares reducidos, imágenes torturadoras me atraviesan y me veo obligada a ponerme de pie una vez mas y caminar para ahuyentar esos recuerdos. Trato de mentalizarme que esta vez, no es como las demás. Esta vez yo puedo tener el control, esta vez yo decido, esta vez no me dañarán.
Volteo a mirarlo y quiero exigirle que haga alguna mierda para sacarnos de aquí, pero en cuanto reparo en él, lo veo…abatido, podría decir que…está triste. Me trago mis palabras y vuelvo a sentarme a su lado. Quizas, no deba ser tan dura con él. Si quiero ganarme su confianza, debo ser simpática, debo ser la Linda que todos recuerdan.
—Lamento haberte gritado—hablo después de desatar el nudo que se había formado en mi garganta. Él me mira y sonrio un poco por inercia cuando su cabello húmedo le tapa los ojos.—No quise hacerlo, es solo que…no soporto los lugares tan cerrados y el hecho de quedarme encerrada me da pavor—admito y cuando vuelvo a mirarlo a despejado su rostro y sonrie amable.
—No te preocupes por eso, creeme que te entiendo. No debí arrastrarte aquí—se disculpa y lo veo soltar un suspiro mientras apoya su espalda en la pared.—…olvidé que las cosas no son como lo eran hace seis años atrás.—confiesa y logro percibir el lamento en su tono de voz. No se que decir.
—Lamento no ser quien esperabas—digo y me arrepiento de inmediato. Por alguna razón, me dio vergüenza confesar aquello.
—No te disculpes por eso Linda. Yo soy quien…debe afrontar la realidad y…admitir que ya no tenemos veinte años. Es una estupidez lo que hice—dice tapándose el rostro mientras suleta una pequeña risa. Me rio a su vez, y al igual que él apoyo mi espalda en la pared.
Me armo de valor y volteo a verlo. No puedo creer que alguien como él esté involucrado en algo tan turbio como lo es July o Samantha o quien sea que sea. No pondría las manos a fuego por el, pero a la vez se me hace difícil condenarlo como tal. He visto que es un buen padre, buen jefe, buen hijo y buen hermano. Quisiera saber quien es. Quisiera recordarlo, aunque sea en mis sueños. ¿Por qué? ¿Por qué él no?
—¿Que pasa?—doy un respingo en mi lugar y pestañeo varias veces hasta toparme con un par de ojos oscuros. Son tan oscuros que no logro identificar sus pupilas. Tan oscuros que me dan escalofrios. Tan oscuros que se me hacen tan familiares, como si los hubiera visto con anterioridad, tan oscuros que logro reconocerlo en mis sueños.
—Nada—digo luego de un rato y llevo mi mano a mi pecho donde mi corazón golpea con fuerza en mi caja toracida. Inspiro hondo y niego con una sonrisa.—¿Crees en el deja vu?—pregunto. Él hace una mueca con sus labios y luego sonrie encogiéndose de hombros.
—Nunca me puse a pensar en ello, pero supongo que si—dice y se inclina un poco hacia delante para mirarme. Sonrio cuando lo veo en esa posición—¿Y tu?
—Es raro ¿no? Esa sensación de que ya has vivido ese momento, en el lugar exacto, con la persona exacta. ¿Qué sera?—pregunto con la mirada al frente, luego de unos segundos decido mirarlo y su expresión facial me causa risa.
—Ahora acabas de hacerme pasar por una de las peores crisis existenciales—dramatiza haciéndome reir. Y de la nada, los dos reventamos en una carcajada que no se me hace nada incomoda.
Hacia mucho tiempo que no me sentía tan bien con un completo desconocido. Nuestras risas se sincronizan y cuando me percato del momento que estamos viviendo, comienzo a sentirme rara y dejo de reir. Él también lo hace y solo somos dos personas, mojadas, sentadas una al lado de la otra y por primera vez en seis años, deseo que alguien del sexo opuesto me abrace.
—¿Estas bien?—pregunta y noto que amaga con tocarme el hombro pero se retracta. No se porque me duele que haya hecho, y tampoco sé porque ahora quiero llorar. Pero lo hago, lloro como una completa idiota y débil.
Instintivamente me acerco a él deseando que me cubra en sus brazos y por suerte, él no duda en hacerlo. Me apoyo en su hombro y él me rodea con sus brazos. Cierro los ojos al sentir su cálido tacto rozar apenas la piel de mis brazos al querer acomodarme el saco suyo que llevo encima. Apenas me toca, y eso me relaja. Eso, me da confianza. Me tenso un poco cuando su mano sube y descansa en mi menton para hacer que lo mire. Y eso hago, lo miro.
—No me temas, por favor…jamas me temas—susurra y aquello me puso la piel de gallina. Este, es el momento mas intimo que jamás haya vivido con alguien. Siento que mi corazón se va a salir.
Estamos tan cerca, que no se que es lo que pasará. Mi cabeza comienza a gritar enloquecida diciéndome que me aleje ya, sus gritos me hacen querer alejarme, pero mi cuerpo se siente a gusto en sus brazos. Decido cerrar los ojos tan solo para no hacerle caso y querer disfrutar solo un segundo el afecto que alguien tiene para darme. Siento su dedo pulgar hacer pequeños círculos en mi pomulo derecho, lo cual me hace abrir los ojos y lo veo mas cerca de lo que antes estaba. Me impacta un poco, pero no me alejo. Él me mira y siento que a travez de sus ojos me esta pidiendo permiso, yo solo bajo la vista a sus labios y siento la necesidad de tocar su barba. Siempre está con barba. Me pregunto como se verá sin ella.
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Editado: 10.07.2023