Capitulo 10

Capítulo 10. Ataque.

JADE

Tres semanas después...

"Jade, sé que quieres estar lejos de mi hermano, pero yo no tengo la culpa de que ambos se quieran comer con desesperación. Así que por favor ven a mi fiesta de cumpleaños el domingo, odio a la mayoría de gente que va a venir. A ti no te odio, así que si vienes serás mi invitada de honor. Por favor ven.

Ellie xx."

El mensaje de Ellie me llegó hace más de tres días, las ganas de ir son fuertes, siento en mi interior que ella no es como Finn piensa. Ellie es casi la única persona que nunca me ha mirado mal o me ha hecho sentir rechazada; en estas tres semanas en lugar de estar hostigándome e insistiendo en que sea su amiga ella ha respetado mi espacio, y esa prueba es más que suficiente para saber que es una buena persona, porque sería muy diferente si sus intenciones fueran malas.

A pesar de que Anya y Bonnie me caen bien, ellas ya tienen una relación de mejores amigas de años en la que una tercera no tiene cabida, me caen bien pero... no siento el mismo afecto que empezaba a sentir por la rubia sinvergüenza.

Un suspiro sale de mi boca, lo que provoca que salga vaho y yo me imagine que estoy fumando cual chica mala. Una risita tonta se me escapa, entonces parezco chimenea y la risa se vuelve carcajada. Logro controlarme unos minutos después, los pocos niños que quedan en el parque me miran como si fuera un extraterrestre y yo les saco la lengua espantándolos más, las madres enojadas se los llevan y el lugar queda vacío en cuestión de unos minutos. Hago una mueca, ¡es Halloween! ¿por qué todo el mundo de repente ha desaparecido?

Miro la hora en mi teléfono; son las ocho de la noche, la poca luz que ilumina el día empieza a irse dejando a su paso la oscura noche. Decido comenzar a caminar hacia la casa, es extraño porque mientras camino me doy cuenta de que las calles también están vacías cuando normalmente a esta hora todavía habrían personas y más en este día, se supone que los niños deben andar fastidiando de casa en casa pidiendo dulces con tontos disfraces. Quizás esa tradición solo se lleva a cabo en Estados Unidos.

Meto mis frías manos en los bolsillos de mi abrigo y camino apresuradamente. De pronto un escalofrío recorre mi espalda y los pelos se me ponen de punta. Miro hacia todos lados, las calles están desoladas, me maldigo internamente por no haberme podido quedar en casa. Apresuro el paso lo más que puedo pero la sensación de estar siendo seguida me hace querer salir corriendo, un nudo se forma en mi garganta cuando incluso empiezo a escuchar pasos demasiado cerca de mi, justo a mis espaldas.

Eres una estúpida Jade Miller, ¿Por qué tuviste que alejarte tanto de tu casa? ¿Por qué esperaste a que se hiciera de noche para volver? Eres el modelo perfecto de la protagonista idiota que la caga cada cinco minutos.

Me odio.

Muerdo mi labio con fuerza mientras las ganas de salir corriendo aumentan, decido que al doblar en la calle aprovecharé que el edificio de la esquina me ocultará y entonces saldré corriendo.

Pero antes de que pueda siquiera doblar, mi plan se va a la mierda porque una figura oscura sale de repente haciéndome frenar de golpe, un grito de terror se forma en mi garganta y comienzo a retroceder pero entonces me estrello con alguien a mis espaldas y grito con todas mis fuerzas. Una mano se enreda en mi cabello y comienza a arrastrarme hacia un callejón oscuro, comienzo a patalear y a lanzar manotazos pero con eso solo logro hacer que jale con más fuerza mi pobre cabello. Las figuras empiezan a susurrar palabras en un idioma que no entiendo y la que se encuentra detrás de mi me empuja hasta que estoy de rodillas frente a la otra.

La figura enfrente de mi se agacha hasta estar a mi altura y empieza a quitarse la capucha lentamente, unos espeluznantes ojos amarillos me miran con fijeza y yo me quedo petrificada. Es una señora de edad muy avanzada, su piel es de un tono apiñonado sucio, su rostro está repleto de arrugas y lo único que puedo ver en esos ojos tan extraños es odio. Un odio grande y puro, dirigido hacia mi.

—Maldita criatura —susurra en mi idioma—. Por fin te he encontrado, ¿creíste que escaparías de nosotros por siempre?

—Déjeme en paz, yo no la conozco. Por favor, déjeme ir —le pido con la voz entrecortada.

—Las queremos a ellas, las queremos a ellas... —susurra una y otra vez.

—¡No sé de quién habla, déjeme ir!

La señora se sobresalta por mi grito y sin que yo pueda verlo venir deja ir su pesada mano contra mi boca, mi cara se voltea ante la fuerza del golpe y entonces vuelvo a luchar contra la persona que me sostiene. Nuevamente solo empeoro mi situación, pese a que si logro que me suelte, lo hago enojar, ¿cómo descubro que es hombre? Pues resulta que puedo reconocerlo debido a la fuerza con la que me toma de mi abrigo y me lanza contra una de las sucias paredes del callejón.

Mis espalda cruje cuando recibe el impacto, pero el segundo golpe duele un poco más puesto que caigo en el suelo con fuerza sobre mi espalda y mi cabeza también se lleva lo suyo. Sollozo incontrolablemente porque me congelo en mi lugar, no puedo mover ni una sola parte de mi cuerpo; el miedo me paraliza por completo, de reojo miro que se acercan de nuevo a mi y me estremezco, la señora se agacha una vez más.

—Búscalas y tráelas a mi, si no lo haces esto será una caricia en comparación con lo que yo misma te haré. Tráeme a la niña de la luna y a la del sol, y sólo así... quizás te perdone la vida.

Guardo silencio, ella le hace una seña al hombre detrás de ella.

—Dale su merecido, Gideon.

El hombre vuelve a acercarse con intención de seguir haciéndome mierda, el terror se adueña de mi ser al ver su aspecto; también tiene los ojos amarillos, la piel sumamente arrugada y unos dientes filosos que amenazan con arrancarme la piel de un solo mordisco, las grandes alas negras que sobresalen de su espalda me dejan sin habla, por un instante siento que estoy a la mitad de una pesadilla, porque lo que mis ojos ven no parece ser real. Él se acerca dispuesto a atacarme, pero entonces algo pasa.