Dawson | Serie: Sangre de dragón

CAPÍTULO 1

RACHEAL

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El viaje que tuve de avión ha sido cansado, más la reunión de accionistas. Mis pies están hinchados por estar usando mucho tiempo tacos. Suspiro y bebo una botella de agua helada. Lo bueno de estar aquí, es poder apreciar la playa desde el hotel. Normalmente, los presidentes son los que vienen a firmar. Pero mi padre, dijo que viniera para ver cómo es esto. Así, aprendo a desenvolverme mejor en el mundo de las empresas.

En un futuro próximo, ocuparé el puesto de mi padre.

Trata de levantarme de la silla, pero el dolor agudo de mis pies, hacen que gima. Quisiera usar zapatos bajos; sin embargo, mi presentación debe estar pulcra.

—¿Estás bien? —cuestiona alguien de pie enfrente de mí. Elevo el rostro, encontrando nada menos que Dawson Klein, quien también vino de viaje a mi lado. El vicepresidente de Group Klein—. ¿De nuevo anemia?

Otra vez ese hábito de mamá gallina.

—Estoy bien. Solo son mis pi…..—No termino de hablar. Se ha arrodillado, sorprendiéndome. Agarra uno de mis pies y lo inspecciona, igual que un doctor—. No es necesario eso.

—Lo es —objeta, sacando algo de uno de los bolsillos de su pantalón. Arqueo una ceja, viendo que es una curita. La coloca sobre la herida de mi pie. ¿Por qué tiene eso?—. Mi hermano Dragos, siempre anda comiendo cangrejo. Se termina haciendo daño en los dedos.

¿Acaso su hermano es pequeño?

Estos hermanos Klein, son muy unidos.

—Gracias.

—¿Ya has comido? —pregunta, observándome con esos ojos marrones. No sonríe—. Si no es así, podemos hacerlo. De paso, te recomiendo una comida para tu anemia.

¿Tan protector es con su hermano mayor?

Río.

—Lo siento. Es que eres gracioso.

—¿Por qué lo sería? No he dicho ningún chiste.

Sonrío y me levanto.

—No te das cuenta, pero estás tratándome como si fuera tu hermana pequeña —comento sonriendo. Muevo mi pie—. Gracias. Acepto tu invitación.

Indico que siguiera para caminar a su lado.

Se levanta y señala su brazo. Sonrío y acepto su caballerosidad. No he sido trata así. No está mal sentirme como si fuera una hermana pequeña. Ya que siempre he sido la mayor en mi familia. Observo de soslayo a Dawson, viendo su perfil serio. Tiene facciones parecidas a su hermano Drawn.

—Nos parecemos —indica Dawson, descubriendo mi escudriño—. Todos mis hermanos tenemos facciones similares.

—Lo sé.

—¿Aún sientes algo por mi hermano menor?

¿Qué pregunta?

—No —niego rotundo—. Pasé página a esa relación.

—Me alegra saberlo. Ya que nadie merece sufrir por desamor —comenta sin mirarme—. Nunca he sentido eso. Aunque, sí me he enamorado en la universidad.

Oh, vaya. No sabía que fuera tan comunicativo.

Siempre ha estado al lado de Dragos y casi no lo escuchaba hablar de su vida. Es una sorpresa que el vicepresidente fuera así. Muy agradable de llevar una conversación.

—No pensé que no hayas sufrido de desamor. Todos lo hacemos —digo viendo que algunos empresarios pasan a un lado de nosotros—. A veces, necesitamos rompernos para armarnos en algo maravilloso.

—Eres muy madura en tus palabras.

—Sí. Quizás, por la vida que he llevado.

—¿Ya no lloras por las noches? ¿Estás comiendo bien? ¿No te ha dado depresión? —Hace una lluvia de preguntas ridículas que hacen reírme—. ¿Te molesta que sea curioso?

—El vicepresidente de Group Klein es muy curioso —replico sonriendo—. Contestando a tus preguntas, no es necesario responder. No contaré lo que pasé al hermano mayor de mi exprometido.

—¿Te incomoda que sea el hermano mayor de Drawn?

—No en el plano de tu presencia, sino que hay cosas que no se pueden decir porque son delicadas —comento—. Será mejor dejarlas en la incertidumbre.

—Lo lamento. A veces, no entiendo ciertas cosas.

—Descuida. No tengo problemas en contestar ciertas cosas. Menos que tenga que ver con mi ruptura —indico, llegando al restaurante del hotel. Es elegante y hay de todo un poco—. ¿Pedirás algo?

Nos sentamos en una de las mesas ostentosas, mientras un mesero se acerca a nosotros.

—Pediré el menú de hierro. Un postre de zanahorias y un jugo de naranja —indica Dawson al mesero. Fija sus ojos en mí—. Puedes pedir lo mismo que yo.

 —¿Qué?

 —Pedí el tuyo. Así, sería más interesante —dice con ese rostro de póker andante—. Suelo intercambiar los menús. ¿No es normal?

No se puede con este hermano Klein.

—Pediré el menú de parrillada. Un postre de manzana y un juego de naranja —declaro al mesero—. Nada más. Gracias.

—A la orden.




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