Dawson | Serie: Sangre de dragón

CAPÍTULO 2

RACHEAL

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La junta ha terminado bien y en una reunión de bebidas con todos, incluido Dawson Klein, quien habla con los otros empresarios que han venido. Bebo un trago de vino de durazno y no dejo de escudriñara a este hermano mayor. No ha dicho nada sobre la información de los dragones. Sé que Drawn ya se lo ha contado. ¿Por qué no pregunta de ello? ¿Piensa que lo tomaré mal?

—¿Es verdad que ha roto su compromiso con Drawn Klein? —pregunta uno de la mesa en que estoy sentada—. He escuchado que tiene otro pretendiente.

Desagradable.

No me gusta estar en boca de las personas. Dejo la copa de vino sobre la mesa y dirijo mis ojos al hombre que no deja de mirarme con deseo. ¿Piensa que soy una muñeca reutilizable?

—No sé de donde ha escuchado eso, vicepresidente Romero —hablo, metiéndome en el papel de siempre—. Por lo que veo, hay muchos rumores sobre mí. ¿Debería hacer una entrevista para contestar a todo eso?

—Oh. Dudo que sea necesario.

—De todos modos, no es importante mi vida personal en esta mesa —replico, sujetando la copa de vino entre mis dedos. La muevo de forma airosa—. O solo que quiera saberlo.

Él se pone nervioso.

—No, señorita Racheal.

—Está usando un tono formal. Me alegro que no desee saber sobre mi vida personal. Es un tema que es extenso, pero para su suerte, le diré que es verdad de mi rompimiento con Drawn Klein —espeto. Él se ha puesto rígido—. ¿Desea seguir hablando más de esto?

—No. Gracias por contestar.

—De nada, vicepresidente Romero.

Lo hice a propósito delante de algunas personas, las cuales, se han puesto incómodas. ¿Piensan que me quedaré con los brazos cruzados? Se equivocan. Soy una James, sé defenderme a la perfección. Para eso, mi padre entrenó desde niña.

Un vaso de agua se pone sobre la mesa, sorprendiéndome.

Ladeo el rostro, encontrándome nada menos que con Dawson, quien no deja de mirarme con esa expresión póker en el rostro. No sé lo que piensa cuando tiene no refleja nada en su cara.

—Bebe un poco de agua.

—¿Perdón?

—He notado que has estado bebiendo mucho vino —comenta sin inmutarse en nada—. Le puse hielo al agua.

¿Qué cosa?

Parpadeo sin entender su comportamiento.

Dentro de mi cabeza, empiezo a recordar cuantas copas de vino he bebido. Relajo mi cuerpo y acepto el vaso de agua helada con los dichosos hielos. Tiene razón, he sobrepasado mi límite de bebidas. Siempre tengo uno para no tener problemas a futuro con alguien.

—No pensé que el vicepresidente Klein fuera unido a la señorita Racheal —comenta el hombre que quiso saber de mi vida—. ¿Desde cuándo se llevan bien?

Maldito viejo idiota.

Termino de beber el agua y dejo el vaso en la mesa, sonando en el proceso. Todas las miradas recaen en mí. Friego mi sien. Recién me he dado cuenta que he bebido mucho vino. ¿Será por la molestia de tener conversaciones sobre mi vida privada con estos tipos?

—¿Quiere seguir sabiendo de mi vida privada, vicepresidente Romero? —pregunto, mirándolo con una sonrisa de lado. Él de nuevo se tensa—. No pensé que le gustara saber de eso.

—Perdón. No quise molestarla.

—Oh, no. No se preocupe —Me pongo de pie y miro todas las personas que están en la mesa. Tienen clavados sus ojos en mí—. Terminé con mi prometido, porque ya no sentía amor hacia él. ¿Motivo? ¿Será un amante que tuve? ¿O lo engañé? —Río—. Eso solo lo sé yo —Dejo de reír y lo miro fríamente—. Si quiere saber de mi vida personal, llame a entrevistadores. No dudaré en contestar lo que pregunten.

Con eso, me retiro de ahí, dejando murmullos detrás de mi espalda.

Ando a lo largo del pasillo del hotel, saliendo hacia la playa que está a un lado. Son las diez de la noche y el viento sopla fuerte. Quito mis zapatos de taco y camino por la arena hasta situarme en una piedra. Tener que escuchar la ruptura de mi anterior relación, es incómodo. Hace tocar la herida que está cicatrizando.

Maldita sea. He bebido mucho vino.

—También duele un poco mi pecho.

—Si es así, deberías tener más cuidado con tu salud —habla Dawson apareciendo a un lado de mí. Sobresalto y lo miro sorprendida—. Lo siento. No quería asustarte.

—¿Qué pasa? ¿Por qué estás detrás de mí?

—Temo que te pase algo. Estás mareada —responde, sentándose a mi lado. Se retira el saco y lo pone sobre mi cuerpo—. Hace frío. No tienes nada que te cubra.

Un gesto caballeroso.

—Gracias.

—¿Sigues sintiendo algo por mi hermano menor? —pregunta directo y sin tapujos—. Si te molesta esta clase de comentarios, significa que aún tienes sentimientos hacia él.

Comentario profundo y claro.

¿Por qué estamos teniendo esta conversación? Pensé que Dawson Klein, era un hombre callado que no le gustaba hablar. Sin embargo, es al contrario.




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