Dawson | Serie: Sangre de dragón

CAPÍTULO 3

RACHEAL

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¿Cuántas botellas de vino hemos bebido?

Dawson está sentado en el suelo con una copa de vino en sus manos. Ya no veo con claridad. Mi cabeza está mareada y no puedo levantarme. Arrimo mi espalda sobre el espaldar de la cama. ¿Estamos en mi cuarto? Ya no importa. Trato de servirme más, pero este hermano D, quita la botella de mi mano.

Gimo de molestia.

—Quiero beber más.

—Ya estás ebria, Racheal —demanda—. Será mejor que te lleve a tu dormitorio.

—¿Mi dormitorio? ¿No lo estoy en este momento?

—No. Insististe demasiado en venir al mío. ¿No recuerdas? —habla. Golpeo su hombro—. Racheal.

—¡Quiero beber más! Hace tiempo que no me emborracho —digo, abrazándolo—. No pensé estar junto al vicepresidente Klein.

Río, mientras friego su cabello.

Busco su mirada, encontrando el rostro parecido de Drawn. Estudio cada facción de su cara atractiva. Desde su frente, hasta terminar en sus labios gruesos.

—Racheal.

—¿También puedes cambiar tu cabello blanco y ojos de reptiles? —pregunto sonriendo—. Quiero verlo.

—Lo haré, pero luego te llevaré a tu dormitorio.

—¡Bien!

Cierra los ojos y en segundos, su cabello oscuro cambia por blanco. Abre los párpados, encontrando unos orbes de reptil de color grises. No son amarillentos.

Una bonita cualidad.

—Son grises.

—Sí. Cada uno de nosotros, tiene un color diferente —alega, tratando de levantarme—. Es hora que te lleve al dormitorio.

—Es extraño. ¿Por qué no te emborrachas? —inquiero, levantándome con ayuda de él. Mis manos se enredan en su cuello—. Hemos bebido por igual.

—Mi cuerpo es diferente al tuyo, Racheal.

—Eso es trampa.

—Vamos. Te llevaré. ¿O quieres que te cargue en mis brazos?

Río y lo salto encima de él, cayendo sobre la mesa. Su cuerpo queda debajo del mío. Anclo mi mirada en sus hermosos orbes grises de reptiles. No evito tocar su cara. Sigue cargando la misma expresión impávida de antes.

Parece un muñeco.

—Eres guapo.

—Racheal.

—¿Puedo besarte? —pregunto riendo—. Quiero hacerlo. Un beso no debe negarse a nadie.

—Si lo haces, todo cambiará entre nosotros.

—¿Por qué debería de ser así? Solo es un beso. —Toco sus labios—. Uno que ya hemos dado a varias personas. ¿O me equivoco?

No dice nada. Sigue observando con esos lindos ojos grises.

—Entonces que así sea. Me responsabilizaré de todo —musita, agarrando mi cuello—. No lo olvides, Racheal.

No digo nada y cierro los ojos, sintiendo sus labios sobre los míos.

No he tenido varias relaciones para decir que tengo experiencia en este plano de besos. No obstante, no dejo de sentirme extraña en sus brazos. Sus labios encajan a la perfección. Los mueve de una manera tan suave que estremece mi cuerpo.

Jadeo al sentir su lengua en mi boca.

Se siente tan bien que no demoro en corresponderle con el mismo fervor. No está mal dejarse llevar por el momento. Solo por hoy, mañana vuelvo a ponerme esa máscara de James.

Solo por hoy.

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Gimo fuerte por el dolor agudo de mi cabeza. Muevo mi lengua, sintiendo el sabor de vino. Arrugo las facciones de mi rostro y abro los ojos, pero al hacerlo encuentro a un rostro dormido. Está tan tranquilo que genera calidez a mi corazón. O eso creo, hasta que retrocedo hasta caerme de la cama.

No es Drawn.

Echo un vistazo a la habitación donde estoy.

No es mi cuarto.

Trato de recordar lo que pasó anoche, haciendo que abriera los ojos y boca enorme. Intento levantarme de pie, pero el dolor de cadera, hace que cayera de nuevo en el sueño. Enseguida miro mi cuerpo, viendo lo desnuda que estoy.

—¿Qué hice? —pregunto en un susurro. Con dificultad y ayuda del colchón, me levanto de nuevo. Cubro enseguida mi cuerpo con una sábana—. Dios mío. ¿Por qué pasó esto?

Observo espantada al hombre que está acostado en la cama. Tiene cubierto una sábana la parte inferior, mostrando su pecho dotado de musculatura. El rostro es parecido al de Drawn. Toco mi frente y no creo que tuve sexo con él.

¿Es por lo ebria?

De cierto modo, siempre trato de beber lo debido. Nunca pasé de eso.

Respiro y aprieto los dientes, mientras enseguida busco mi ropa que ha quedado botada por los suelos. Antes que se despertara, debo huir de aquí. Luego, me encargaré de conversar sobre este asunto. Sí, ambos somos adultos y solucionaremos el desliz que tuvimos.




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