DAWSON
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Llamé a mi hermano menor a la cafetería de aquí. Él está haciendo sus pasantías en la empresa. Es preferible decirle la verdad. Antes de cualquier cosa, debo resolver esto primero. Bebo un sorbo de café y observo a Drawn entrar. Busca con su mirada, encontrándome en el punto frío del lugar.
Sonríe y viene a mí.
—Hola, hermano.
—Hola, Drawn. —Saludo. Se sienta a mi lado—. ¿Estás bien con tus pasantías?
—Sí. Ya tengo varios meses aquí —responde sin quitar la sonrisa de sus labios—. Es novedoso lo que puedo llegar a aprender.
—Siempre se aprende más cuando vas a prácticas —digo, dejando un lado la taza de café—. Te cité para decirte algo que ocurrió durante mi viaje.
—Oh. Debe ser importante.
—Lo es —concuerdo. Fijo mis ojos en los de él—. Me he vinculado sexualmente con Racheal James.
Él se atora en la taza de té que ha bebido.
Tose y limpia su boca con la servilleta.
—Eso fue una declaración muy directa.
—No me gusta decir las cosas con rodeos —contesto sin dejarlo de ver. Él está algo desconcertado—. Pasó porque ambos quisimos.
—Entiendo.
Bebo otro sorbo de café.
—No me arrepiento de nada —declaro con sinceridad—. Ella me parece una mujer muy hermosa. Su carácter es vistoso.
—Hermano.
—Solo quería decírtelo. Ya que tuviste un pasado con ella —detallo, limpiando mi boca con una servilleta—. ¿Qué opinas ante esto?
Una pregunta clave.
Mi hermano menor, aclara su garganta y me observa con nerviosismo.
—No sé qué pensar.
—¿Estás molesto?
—No.
—¿Estás triste?
—Tampoco —responde riendo—. Eso no importa aquí, hermano. Lo importante es que me lo has dicho. No pensé que te atrajera Racheal. Si nunca has entablado conversación con ella.
Lo hice.
Fue hace años atrás. Cuando fui con mi hermano Dragos a una junta. A la hora de salida, tuve que ir a comprar ciertas cosas para nuestros hermanos, encontrándola en una pileta. ¿Cómo no olvidar? Fue la primera vez que vi a una chica colocar sus pies descalzos sobre el agua y estaba quejándose de lo tedioso que fue la reunión.
Sonrío. Tenía el cabello suelto de un lado, mostrando su cuello y un collar que guindaba.
—Solo sucedió —digo sonriendo leve. Él se sorprende—. ¿Qué?
Niega con la cabeza.
—No —espeta—. No siento nada por Racheal. Estoy enamorado de otra persona. Más bien, ¿qué harás? Ella no es mujer de una noche.
Lo sé.
—Pienso responsabilizarme.
—¿Lo harás?
—Sí, pero primero quería decirte la verdad.
Él sonríe.
—Gracias por decirlo. De cierto modo, es sorprendente escuchar esto de ti, pero también se nota la sinceridad que manejas, hermano —Sonríe—. Directo, claro y sincero.
—Me alegra tener una respuesta positiva de tu parte.
—Trátala bien. Ella merece lo mejor.
Lo hace. No digo nada más.
He soltado un peso de encima. Ahora, solo debo hablar con ella.