Day Z

Capítulo 1

Los rayos del sol se filtraban por los espacios que la cortina dejaba, dirigiéndose completamente a la cara del chico. Este miró para todos lados confundido, cegado por la luz. 

Claudio: —¡Nicolás, prepárate para el instituto! —gritó desde el piso de abajo. 

Nico: —Sí, cómo no —respondió con una voz ronca. 

El joven no tuvo que hacer mucho esfuerzo para vestirse, casi todos los días su madre le dejaba el uniforme obligatorio del instituto doblado en la punta de su cama. Tras pasar pocos minutos en el baño peinándose y perfumándose, bajó a desayunar. 

Lorena: —Tan animado como siempre para ir a su instituto favorito —le molestó con una sonrisa.

Nico: —Qué graciosa —respondió riendo con sarcasmo. 

El desayuno era lo que más pereza le daba al chico. Nunca entendió esa necesidad. Aunque parezca estúpido no desayunar, siempre le vino bien a él. Solamente tomaba un café, pero nada más que eso. 

Claudio: —¿Escuchaste lo que está pasando?

Lorena: —¿De los casos sospechosos que escaparon de la cuarentena?

Nicolás miró a sus padres con sorpresa rodeando sus iris.

Claudio: —Un grupo de personas escapó de la cuarentena que había en Alvear.

Lorena: —No van a durar mucho si es que en verdad escaparon —se llevó la taza a la boca para tomar un sorbo. 

Claudio: —La seguridad nacional teme de que estas personas puedan iniciar algo grave.

Lorena: —No deberían preocuparse tanto. No es tan infeccioso, ¿cierto?

Nico: —¿Es grave? —preguntó, metiéndose sorpresivamente a la conversación.

Lorena: —Eso se teme, pero si la situación empeora de seguro que lo vamos a superar —le sonrió con los labios. 

Nico juntó las cejas y miró el café fijamente. Es verdad que aquel bicho que se estaba esparciendo no era tan grave, habían dicho que no era muy infeccioso, y que tendría que tener mala suerte el que lo tenga. No sabían mucho de él, pero sí que había que evitarlo. 

Lorena: —¿No se te hace tarde para el instituto?

Nico: —Ehm —sacudió su cabeza—. Sí, sí, claro. 

El chico agarró su mochila y se llevó un paquete de gomas masticables antes de irse. 

En el camino siguió pensando las palabras de su padre. 

Un grupo de personas escapó de la cuarentena de Alvear. 

Nunca fue un gran fanático de la muerte, a diferencia de otras personas que jugaban videojuegos de acción. Siempre tuvo miedo a estas cosas, a «catástrofes naturales». 

Nico: —¡AUCH! —gritó de dolor, después de recibir un duro golpe en la espalda.

Emi: —Ya estabas escapando sin mí —rio, viendo la cara de sufrimiento de su amigo. 

Nico: —Sí que pegas fuerte —masajeó la zona del golpe. 

Emi: —Qué halago.

Emiliano, el mejor amigo de Nicolás desde que tiene memoria; ellos siempre han estado juntos, en los buenos y también en los malos momentos. 

Emi: —¿Escuchaste todo este desastre con las personas que... ?

Nico: —Escaparon de la cuarentena —completó la frase—. Mis padres estuvieron hablando de este tema en la mañana y los escuché. 

Emi: —Rafael me llamó anoche diciéndome que estaba asustado con todo esto. 

Nico: —Ya sabes lo paranoico que es Rafa —se llevó una goma a la boca. 

Emi: —Ya lo sé, pero era muy preocupante —rio.

Ambos chicos llegaron al instituto entre risas. Adentro se encontraron con su grupo de amigos que estaban esperándolos. 

Emi: —¿Qué tal, banda de apestosos? —se refirió cariñosamente a su grupo.

Agus: —Eso para vos, enamorado —le devolvió la broma a su amigo. 

Los chicos se pasaron molestando a su amigo con comentarios sobre Avril, la chica que a Emi le gustaba. Las bromas pícaras provocaron un sonrojamiento en él. 

Joel: —Bueno, bueno, ya basta que ya casi lo confundo con un tomate —bromeó entre risas.

Nico: —Okey. Fuera de bromas, ¿cómo fue ayer?

Emi: —No sé, como que ella quiere algo pero no se anima. Me parece que es de esas que les gusta que el hombre dé el paso —dudó.

Agus: —Agh —se quejó escuchando a su amigo—. Tenés que ser directo, a ellas les gusta eso. 

Nico: —Es un poco arriesgado, ¿no?

Agus: —¿Arriesgado? Claro que no, es obvio que esa chica gusta de Emiliano. 

El timbre de inicio de clases sonó, haciendo que todos los alumnos, como prisioneros, se dirigieran a sus referentes salones.

Subiendo las escaleras, Nico vio a Roma, la mejor amiga de Avril; una tierna chica de ojos grises y pelo oscuro apoyada en el marco de la puerta, esperando a su compañera. 

El chico se quedó viéndola por unos segundos, para después acercarse a ella.

Nico: —¡Hey, Roma! ¿Sabes qué toca ahora?

Roma: —Creo que nos toca con Mercedes —se llevó la mano al mentón, dubitativa.

Nico: —No puede ser —estrelló su mano en la frente, fingiendo estar consternado.

Roma: —¿Qué ocurre? —preguntó con la confusión materializada.

Nico: —Me olvidé los ejercicios que había dejado la clase pasada. ¿Vos no los tendrás?

Roma: —Seguro que sí. En el descanso si querés te los paso. 

Nico: —No sé cómo agradecerte —le sonrió con los labios.

Mercedes: —Ustedes dos —llamó la atención de ambos—. Entren a clases o son los primeros en pasar al pizarrón. 

Sin perder un segundo, entraron corriendo como misiles al aula. Mercedes tenía la típica fama de profesora mala, eso hacía que los alumnos la tomaran muy en serio. 

Cuando Nicolás se sentó en su sitio, su grupo de amigos, que estaban todos juntos, lo miraron juguetones. 

Agus: —¿Qué tal con Italia? —se burló del nombre de la chica—. Veo que se quedaron hablando.

Nico: —Ya le voy a agarrar el juego, solo dame tiempo. 

Lorenzo: —Claro, y seguramente utilizaste el truco de que te olvidaste los ejercicios, ¿no? 

Mercedes: —¡Señores, silencio! —exigió al grupo.




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