Day Z T3 El Después Del Desastre

Capítulo 6

Veía los edificios aparecer y desaparecer por la ventanilla. También se encandilaba con los pequeños hogares que moraban entre ellos, similar al que tuvo él alguna vez. Después había pequeños o grandes negocios, de sobrenombre o recién comenzando en la industria.

Todo aquel detalle de la civilización que una vez predominó, sea minúsculo o mayúsculo, lo hechizaba y obligaba a quedarse por minutos vislumbrando el paisaje, viendo todo lo que alguna vez el ser humano fue capaz de labrar con sus manos, lo que en algún momento un gobierno sin corrupción ordenó construir y designó los puestos de trabajo.

Tras toda esa verdad que existió se preguntaba: ¿podría volver a ser así en alguna parte del mundo? Quizá sí. Porque, al igual que él, una persona podía tener las mismas ambiciones de restablecer la civilización y brindar seguridad a las personas que lo necesitaran.

Él buscaba eso. Que de la misma forma que un pueblo acudía a un representante para que respondiera por ellos, su gente lo buscara para solucionar los dilemas existenciales y las disputas con gente externa a la comunidad.

Necesitaba sentir que era de sumo valor para otra persona. Pero no para una, sino para todos los seres queridos que lo rodeaban.

Luego del incidente ocurrido en el instituto se percató de que el mundo es más peligroso del que vivieron. Todavía no consumieron toda su furia. La naturaleza se estaba guardando la cucharada más amarga para el final. Así que, ¿qué más podían esperar? Ya vieron un avance de la verdadera catástrofe en el instituto, cuando esos "corredores" los tomaron desprevenidos e hicieron sufrir.

No contuvo las ganas de mirar a Rose al rememorar aquel suceso; ella estaba cruzada de brazos, pensante, al igual que todos, y enfocada en descifrar lo sucedido.

Le daba pena verla en aquel estado, de hecho a todos sus amigos. Preocupados en no morir cuando tienen que estarlo en vivir al máximo la vida, pero como un adolescente en un mundo educado y correcto.

Aún podían crear ese mundo "correcto". Les faltaba el ímpetu para construirlo, pero podían lograrlo. Y entonces la nueva inquietud en su cabeza fue la siguiente: ¿hubo alguien que fuera apto para componerlo? ¿Alguien que custodió y defendió a las personas que más quería del peligro? ¿En verdad estaba al alcance aquella meta imposible?

Roma: —Hey —posó una mano en su hombro izquierdo, y Nico se asustó un poco por ello, pero no lo suficiente como para apartar los ojos de la ventanilla del coche—. ¿Estás bien?

Nico: —Sí —la chica consiguió ver como una diminuta pero visible sonrisa se hizo notar—. No me pasa nada.

Roma no reprimió la culpa. Sintió que su trauma por lo de Bauti, que aún le cosquilleaba la piel del horror, le había generado aquel estado. Pero la sonrisa que percibió, la cual hizo adrede, le dio un motivo para mantener la calma, porque su novio estaba en una burbuja, apartada de ellos, pero por lo menos no eran sentimientos de culpa, o eso era lo que ella pensaba.

Buscaba respuestas a alguna pregunta, o por lo que vio intentaba amedrentar a su conciencia de que Rose no fue mordida y que ella se encontraba en óptimas condiciones.

Cuando quiso encarar nuevamente a el chico para dar rienda suelta a todas las dudas, no cayó en que llegaron al club y que Nicolás salió disparado con un objetivo en mente.

Los recién llegados fueron recibidos gratamente. Se les preguntó por su aventura y celebraron en cuanto notaron el botín que trajeron a las instalaciones. Briggs abrazó a Nicolás y le avisó que no hubo problemas desde que se fueron. Este asintió con indolencia al comunicado y prometió que después le hablaría al grupo, para luego, con los ojos sospechosos de Briggs encarnados en su espalda, dirigirse hacia el maletero y encontrarse a su amiga bajando un bolso.

Nico: —Rose —aleteó la mano, nerviosamente, como si no se hubieran visto en horas.

Rose: —Nico —volteó con el bolso apretado contra su pecho—, ¿puedo ayudarte en algo?

Nico: —Escucha —juntó sus manos y se aclaró la garganta, lo que intimidó a la chica un poco—, tenemos que ir a la enfermería para que Paul te revise.

Rose arqueó las cejas y se echó para atrás, bastante confundida al respecto de su petición. ¿Por qué Nico quería llevarla a la enfermería para una revisión? ¿Qué sentido tenía?

Rose: —Ahora estoy ocupada con esta bolsa, Nico. Quizá más tarde.

Pasó por enfrente de él, con destino al depósito al igual que los que ayudaban a descargar las provisiones. Quizá su amigo del alma había instaurado revisiones semanales en la enfermería y no se enteró. Sorpresivamente, Nicolás la detuvo poniéndole la mano en su hombro y haciéndola girar.

Nico: —Rose, tenemos que ir —reiteró con firmeza.

Rose: —¿Cuál es el justificante de esta visita tan apresurada?

Nico: —Ese caminante —indicó.

El rostro de Rose se deformó en seriedad al recordar el suceso. Desinteresadamente, se giró sin objetar nada, pero volvió a ser interrumpida por el chico.

Nico: —Sé que dijiste que no te pasó nada cuando esa criatura se te lanzó, pero no quiero tomar riesgos y prefiero asegurarme de que todo esté en orden.

Rose: —Todo está en orden, Nicolás —subrayó, imponiendo fuerza en su voz para que el joven pudiera entender. ¿Acaso estaba poniendo en duda su palabra, la confianza que le tenía? Era humillante e insultante—. Ahora, si me disculpas, debo dejar esto en el almacén.

Una vez más, intentó escaparse de la burbuja de máxima seguridad que Nicolás construyó en segundos, pero fue incrédula al pensar que este no la volvería a demorar.

Rose: —¡Demonios, Nico! —se quejó en voz alta, ganándose la mirada de varios integrantes.

Nico: —Rose, por favor, es por seguridad.

Ante la insistencia del líder y la compasión redondeando sus ojos se le fue imposible a la chica rechazarlo de nuevo.

Rose: —Agh —bramó—. Está bien. Decile que dejo estas bolsas y voy.




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