Jeremy
Un mes después
—¿Es en serio? —reclama Jonás, quien apenas se levantaba.
—Son las doce del día, no seas perezoso —había llegado en la noche del sábado y esta mañana temprano vine directo a casa de mi madre en donde aún vivía Jonás.
—Cariño volviste —me recibe mi madre con un caluroso abrazo— ¿Dónde está Dulce? —consulto al no ver a mi pequeña.
—Si madre, me hubiera quedado un tiempo más, pero Dulce ya quería volver.
—No me extraña que te quedes a vivir en otro país.
—Jonás ¡Por favor! No es momento de bromas de mal gusto —mi madre se enojó ante la falta de mi hermano.
—No hice ninguna bruma, solo di mi punto de vista —levanto sus brazos y luego tomo asiento al lado de mi madre.
—Mañana retomaré el mando del Bufete, quiero un resumen breve de lo sucedido durante mi ausencia.
—Hijo, no es necesario hablar ahora de trabajo, además es muy pronto para que regreses, Jonás lo está haciendo muy bien, deberías ocuparte de Dulce, ella te necesita más.
—Nunca desatenderé a mi hija, es la prioridad de mi vida, pero tampoco puedo estar pegado a ella las 24 horas, así le haré más daño, además debe volver a su escuela, interactuar con otros niños, por eso pensé en que tu madre serás una muy buena compañera hasta que regrese de la oficina.
—Tienes razón hijo, pero no deberías buscar a una babysitter, no es que no quiera estar con mi nieta, pero sabes que a veces tengo compromisos laborales fuera del país ¿Qué pasara cuando no este?
—Ya veré, mientras tanto ayúdame con Dulce, no necesita que una extraña la cuide, estaba acostumbrada a Brittany.
—Mamá no dijo aquello, pero deberías pensar en buscar en una agencia una buena babysitter, para las ocasiones en que ella no pueda cuidarla.
—Es cierto Jeremy, además está la familia de Brittany —sugiere mi madre.
—No madre, ellos viven en Inglaterra, no olvides que la hermana de ella me culpa de su muerte.
—Pero fue un accidente.
—Brittany era muy apegada a Charlotte, ella no está tan lejos, vive en New York, se veían seguido, seguramente le hablo sobre la nulidad en nuestras relaciones.
—Eso es inaudito, no puede culparte por un accidente —mi madre estaba enojada ante lo que le dije sobre los dichos de la hermana de mi difunta esposa.
—Madre, es mejor ignorarla, es lo que hago, ella sabe que su hermana murió por un accidente, pero prefiere culparme, sola se dará cuenta que con su enojo solo le hace daño a Dulce, y es por eso por lo que no quiero que mi hija la vea.
—No creo que alejándola de su familia materna le hagas bien, Dulce tiene mucho con la muerte de su madre.
—¿Dónde está ahora? —consulta Jonás.
—Se quedó con el ama de llaves, no tengo cabeza ahora para buscar una babysitter, además a Ana la conoce desde que nació.
—Me gustaría ver a Dulce, llama a Ana y pídele que organice un almuerzo para los cuatro, mi nieta nos necesita más que nunca —mi madre tenía razón, pero nada iba a hacerme cambiar de idea, si la familia de Brittany quiere culparme que lo hagan, pero no permitiré que llenen la cabeza de mi hija con sus mentiras, a pesar de no haber amor con mi esposa, siempre la cuide y nunca le falte al respeto con otra mujer, jamás seré como fue el cobarde de mi padre, quien nos dejó a nuestra suerte, sin importarle si pasamos frío o hambre.
Bethany
—Nena, ya estoy mareada de tantas vueltas que diste —me dice mi abuela al verme caminar de un lado para otro, nos encontrábamos afuera de la casa, bajo el árbol de otoño, se acercaba una de las épocas frías del año, las hojas rojizas pintaban un hermoso paisaje bajo nuestros pies.
—Es cierto, ya deja de hacerte la cabeza, sabías que en algún momento el jefe volvería —me habla Madison mi mejor amiga.
—¿Y si me corren?
—¿Por qué Beth? Eso no sucederá, ni que fuera el mismo satanás, creo que estás creando una película en tu cabeza.
—No lo sé, todos hablan de él como si fuera el peor de los malos, me imagino que debe ser super malo.
—¿Y Jonás que te dijo?
—Hay ni lo nombres, que él es quién hace que le tema.
—Lo hace para molestarte, mira el lado bueno, es su gemelo, ya conoces su cara.
—Así no me ayudas Madi —estruje mis dedos y luego respire profundo, tal vez todos tenían razón y estaba ahogándome en un vaso de agua.
Me fui a la cama temprano, no podía pensar en otra cosa, durante este mes de trabajo la pasé regio con mis nuevos compañeros, todos eran muy amables, allí no había competencias y Jonás se convirtió en mi amigo, ya que le gustaba hacerme bromas pesadas.
Me desperté una hora antes, intente cerrar mis ojos y cuando lo logre, el gallo cucú de mi alarma sonó.
—Hoy no estoy de humor cucú —le hable a mi teléfono móvil, al levantarme pise mal y me caí, lastimándome la rodilla.
—Te paso algo Bethany —me consulta mi abuela al verme entrar en la cocina, como cada mañana ella me preparaba el desayuno.
—¡Nada abuela! —tome la taza y al hacerlo me queme los dedos, entonces largue la taza, derramando la chocolatada sobre los papeles que debía hoy presentar— ¡Hay no! —exclame al ver el enchastre que hice e intente limpiar con servilletas de papel.
—Deja eso hija, yo limpiare, ven siéntate aquí.
—Pero derramé todo abuela, tenía que presentar esto hoy —dije tratando de apaciguar mi mala racha.
—Todo tiene solución…
—Menos la muerte, lo sé, pero justo hoy tenía que suceder esto ¿Qué pensara mi jefe?
—Nada, ve y vuelve a hacerlo, esto es papel ¿Tienes una copia en la computadora?
—¡Si! Pero son más de veinte hojas.
—Si no empiezas ahora, los segundos seguirán corriendo —dijo mi abuela mientras miraba su reloj y tenía razón, entonces me puse pilas e hice todo el trabajo, saludé a mi abuela y salí apurada, mi querida abu me puso mi café en un jarro térmico, junto con mis galletas especiales, esas que ella me horneaba libres de azúcar.