De cero a siete, cosmos

Capitulo 3 Vestigio de una mala noche

A la mañana siguiente Del y David se habían levantado muy temprano, el sol apenas salía, caminaban por el largo trecho de la casa de Helena, un camino de piedras labrada blanca llegaba a un gran portón de ladrillos, unas grandes vistas verdes lleno de flores, el pequeño estanque de agua donde unas sillas con sombrilla color blanco, era mas un sitio en el cual escapabas de la vida cotidiana a descansar de los bullicios de la ciudad.

- Entonces Del, Como es que eres vecino de ella se vives muy lejos de aquí.

- Es algo confuso, pero yo vivo en la cuadra siguiente.

Habían llegado a la gran pare de ladrillos un gran marco de metal era lo que separaba la vida ostentosa y natural del pueblo. Del entraba a su casa y David solo espero sentado, no podía volver a casa ya que quedaba lejos, pasaron alrededor de 20 minutos y Del se había quitado el uniforme, ahora con un pantalón de mezclilla y una camisa de cuadros rojo con negro.

- vámonos – Mencionaba Del.

- A quien le robaste esa camisa a un leñador.

Del miraba su camisa y había entendido a lo que se refería. Donde solamente ambos se rieron y continuaron su camino. Era sábado por la mañana sin rastros de algún estudiante cerca solamente se miraban a robots limpiadores, la ciudad se había automatizado, los robots operaban alrededor de las 3 de la mañana y terminaban sus labores a las 8 de la mañana.

Miraban a aquellas maquinas dormir, las calles limpias, las personas se sentían mal al ver que unas maquinar les habían quitado el trabajo, al principio se opción al cambio ya que la mayoría de las personas de el pueblo eran anciano y no estaban familiarizadas con la tecnología creían que el trabajo duro siempre era la respuesta para todo. Pero al final las familias decidieron ahorrar personal, al principio fueron solo secciones del pueblo, después aparecieron en otras zonas y al final toda la ciudad estaba repleta de ellos, a los jóvenes no les causaba ningún inconveniente, pero a los pocos adultos querían trabajos en el pueblo, se vieron obligados nuevamente a irse a buscar más oportunidades, intentaron protestar algunos meses, pero la propia presión de las familias hacía imposible tales actos.

Las calles estaba despejadas y limpias dejando un ligero aroma a cloro en el ambiente, Del y David ya habían llegado al centro del pueblo un lugar abarrotado de tiendas de mercado, que ya no estaban abiertas, en los alrededores se miraban portones cerrados algunos con letreros de clausura otros tenían versículos de la biblia, a fin de cuentas ya era solo un corredor vacío siendo los portones ya desgastados por los años, algunos locales abrían ya que la competencia en el sector era mínima, algunos ancianos habían resistido la gran depresión económica de aquellos años y aun continuaban el legado familiar, en esa calle se concentraba un local con el nombre “Las 4 Salsas” era una cocina económica que abría los fines de semana.

David y Del entraban dentro del local, estaba repleto de gente mayor, quienes hablaban animadamente, eran clientes frecuentes de aquel lugar. Tomaron la mesa más alejada del bullicio de la gente, cerca de una ventana. – David traes dinero – Mirándolo a los ojos, este le enseñaba la cartera. Una muchacha se acercaba a ellos tenía un mandil color negro y su pelo atado. Era de la edad de ambos, casi de la altura de Del, piel clara, su cabello largo color negro, sus ojos color verde

- Buenos días bienvenidos a Las 4 Salsas – Entregaba un sesto de totopos, con algunas salsas y los menús del lugar.

- Gracias pediremos en un momento – decía Del

La muchacha sonreía y se alejaba, tomaban el menú la comida en el lugar era completa y bastante barata, era accesible para un par de estudiantes, aunque sabían bien que podían gastar más dinero del usual.

- Bien yo ya sé que pedir tu David. – mientras leía el menú.

- Aun no lo sé bien, pero trae a la camarera me muero de hambre.

- ¡Mesera!

La chica se acercaba y sacaba del mandil una libreta

- A sus órdenes.

- Quiero un desayuno ranchero, los huevos que sean revueltos y para tomar un café negro.

- Y el caballero

- Quiero unos wafles con un vaso de chocomil.

- En seguida les traigo sus cosas.

La muchacha se retiraba y desaparece de la vista.

- Un chocomil y wafles enserio, tardaste mucho en decidir para comer eso

- Si, no habría problemas si comiéramos a las 10 u 11 de la mañana, pero es demasiado temprano, necesito energía eso y que hoy iba a cocinar wafles en casa, tenía antojo de ello.

- Porque mejor no los cocinaste tu otro día y pediste otra cosa

- Me gustan los wafles de este lugar, no vengo muy seguido, pero realmente los hace bien

- Pero son mejores que los tuyos

- Estos son comerciales, sí, pero la diferencia es que si a mí se me queman me los tengo que comer y si aquí se les queman los tiran y me preparan otro.

- Buen punto.

- Cambiando de tema David, que rayos fue lo que paso ayer, muchedumbres gente loca.

- No lo sé realmente, todo se salió de control de un momento para otro, solamente estábamos cuidando y de un momento para otro salen esos chiflados y atacan a la gente.




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