En una fría noche se escuchaba el frio de una fuerte tormenta de nieve se miraba una pequeña casa en mitad de un pequeño bosque, la puerta cubierta de una gruesa capa de nieve, fuera de ella, se miraban ropa raída y manchas de suciedad la puerta se observaba desgastada y dañada, parecía que alguien quería personas intentaban entrar.
En las profundidades de un bosque seco y carbonizado aparecía una silueta humanoide, completamente tapado y cubierto de nieve, se alcanzaba a divisar un reflejo de sus googlees polarizados color naranja. Había llegado a aquel pueblo en medio de la noche con un hambre de dias y sin poder haber tomado agua desde hace alrededor de dias, su cuerpo había resistido lo suficiente por la humedad del ambiente, al mirar las luces del pueblo a la lejanía había decidido apresurar el paso para poder dormir en un lugar que no fuera una cueva.
Un olor extraño le invadía a su nariz, el olor a muerte y putrefacción, el hierro de la sangre fresco le advertía que no debería seguir por mucho tiempo en ese lugar, pero solamente tenía dos decisiones seguir vagando por el bosque oscuro y frio o quedarse en aquel lugar extraño. Sin muchas alternativas que tomar, suspiro profundamente expulsando una nueve densa de vapor.
Tocaba las puertas esperando una respuesta, con golpes fuertes en las puertas, un silencio, miraba por las ventanas limpiándolas para mirar dentro de ellas, miraba el fuego incandescente de una hoguera prendida, intentaba forzar la entrada, pero le era imposible estaban reforzadas o cerradas con llave, sus manos se congelaban con la fría tormenta que iba empeorando a cada segundo, se miraba forzado a romper una ventana, pero no quería que las personas se sintieran amenazadas por su presencia. Entonces en una de las casas más céntricas, el frio disminuía y un resplandor se miraba en el centro de la plaza. La curiosidad era tal que al no recibir una respuesta de ninguna de las casas.
En el centro observaba una gran fogata de leños gigantes ardiendo, algunos aldeanos se encontraban en ese lugar, pero era algo poco común, no eran aldeanos que estuvieran rezando o festejando era algo diferente. Conforme se acercaba más, escuchaba un sonido agitado, gritos y aullidos de las personas. Llegando a aquel lugar, el frio era más soportable, la ropa le quedaba empapada, una mezcla de calor y frio rodeaba su cuerpo. Llegando al centro del cuerpo nuevamente el olor a hierro rondaba por todo el aire, manchas de sangre se miraban por las paredes, nuevamente aquel paisaje que había encontrado, una sensación extraña le recorría el cuerpo. Mirando detenidamente la sangre en aquel pueblo, fresca reciente, que era exactamente lo que había dentro del pueblo, seguía avanzando con cautela, en su camino había encontrado una lanza quebrada que había tomado por motivos de seguridad, avanzaba desconfiado de su alrededor, el ruido y la luz lo atraían como polilla.
Llegando al centro encontró lo que producía el ruido, varias personas peleaban, sin una razón clara miraba desconcertado toda aquella situación que le parecía inexplicable, algunos de aquellos hombres se encontraban en el suelo desplomados aullando de agonía, todo cubierto de sangre y cuerpos descuartizados. Las personas no prestaban atención a que alguien fuera del pueblo había llegado, solamente tienen una cosa en mente y era un combate sin fin, entre mujeres hombres y niños, nada distinguía en aquella pelea, se quedaba en un pequeño shock por la sorpresa, algunas personas al mirarlo se le intentaban abalanzar encima peleaban no dejaban que avanzaran mucho más, daba algunos pasos hacia atrás, intentando alejarse de ese lugar, hasta que de reojo miraba un palo el cual le impactaba en el visor rompiéndolo, se tambaleaba y miraba de reojo, una mujer mayor con los pelos revueltos y agitada se miraba que apenas podía sostener una hacha de mano, se quedaba sorprendido y tocaba la zona del golpe, se miraba la mano completamente limpia, entonces nuevamente miraba a aquella mujer preparado para enfrentarse con el único propósito de sobrevivir otro día más, la mujer se abalanzaba con el hacha levantada, en un ataque.
Se preparaba para esquivar el ataque, un golpe violento por la parte superior esquivándolo al instante, se colocaba detrás de ella, acertándole una patada que hacía que perdiera el equilibrio y cayera al suelo, su plan no era matar, si no entender que era exactamente qué pasaba en aquel lugar, otro golpe lo sacudida por la espalda alguien lo había golpeado, el dolor era se intensificaba más por el frio. un grito desgarrador caía al suelo de dolor intentando tomar su espalda mirando a un hombre joven de barba alborotada sostenía una gran tubo rota, el impacto había quebrado.
La respiración agitada y en aleta de todo sus sentidos, ambos se abalanzaron sobre él, la señora iba delante haciendo el mismo movimiento, esquivándolo fácilmente el otro joven tiraba un ataque lateral, esta vez al mirar lo pudo evitarlo y pasar de largo de ambos, decide irse de ambos corriendo hacia el calor infernal, en medio del pueblo se encontraba despejado una llama gigante en medio del todo, se miraba un pentagrama en encima de las llamas, del salía la mitad de un demonio color rojo, cuernos negros, musculosos el cráneo de un buey de cabeza y sobre el salía una cola de serpiente y unas alas de murciélago y otra ala emplumada, se encontraba alterado intentando abrirse más paso, la serpiente se encontraba atenta mirando a todos su alrededor, cuando uno de los aldeanos pasaba cerca del círculo, esta se estiraba y lanzaba un ataque devastador. Miraba su ataque letal, de un mordisco cubría perfectamente la mitad de un hombre el cual lo levantaba y por la misma gravedad hacía que este bajara, en su segundo ataque miraba como fallo por poco y el ataque era devastador, le había arrancado el brazo completamente de un solo jalón.
Estaba completamente en shock, a su alrededor pasaba más de lo mismo, las personas peleaban sin un motivo aparente, miraba como unos soldados armados y reforzados mataban sin remordimiento a casi todos los presentes, agitaban sus hachas y los cuerpos del impacto y los cortes salían al suelo, los cuerpos no sentían dolor puesto que al ser impactados desangrándose o mutilados seguían luchando en sus rostros se distinga claramente que no mostraban expresión alguna.